Fue un libro escrito en México y soñado para publicarse en España el punto de contacto. Era el año de 2009 y recibí un correo electrónico en el que me comunicaba que la reseña de Mi abuelo Moctezuma, una novela para jóvenes, había sido publicada en el blog Pizca de papel. Firmaba: Anabel Sáiz Ripoll.

Desde entonces he sido testigo de cómo la ensayista y creadora ha sumado a la gran cantidad de estudios que ha dedicado a las letras de su patria, miradas pacientes y enriquecedoras al quehacer de los autores  hispanoamericanos. Especialista en literatura infantil y juvenil, experta en la obra de los grandes maestros del género -Jordi Sierra y Fabra, Alfredo Gómez Cerdá, entre otros muchos- con una generosidad sin precedente hizo su empeño a la mar para recoger las voces de la otra orilla. 

Nuestros libros han viajado sin papel gracias a la pluma inteligente y digital de Sáiz Ripoll, quien a diario escribe páginas que hablan con los acentos de Colombia, Argentina, Cuba, México y distribuye en varios medios cibernéticos que son casi inmediatamente detectados por los estudiantes y maestros latinoamericanos que han hecho de los estudios de Anabel su referente obligado. Carlos Marianidis, Mercedes Calvo, María Eugenia Mendoza Arrubarrena, Marco Aurelio Chavezmaya, Jorge Luis Peña Reyes... han sido americanos de honor en los espacios generosos de esta española tan universal y omnipresente como la lengua que hablamos y nos une.

Pero no solamente la literatura infantil y juvenil ha encontrado en los espacios que Anabel construye su tribuna natural. La poesía, la muy actual y contemporánea poesía, la que aún no se convierte en historia y diccionario sino que brota muy viva ha hallado en Anabel una pregonera de serenidad y justicia. Descarta fama, mercadeo y concurseo y busca la verdad, la que brota palabra de dolor y ternura, como la de Marisa Company Valls, que cala y convierte; se asoma a las sílabas más altas de la palabra hombre con Aurelio González Ovies desde la misma sencillez que atraviesa la obra del poeta, derrama la palabra clara y fresca como la fuente de Cañete de Julián Ibáñez y por si fuera poco todo esto, despierta las letras dormidas y nos devuelve a Rodrigo Díaz, un Mio Cid vuelto a nacer por la gracia de los ojos con que Anabel lo mira, con que Anabel lo lee.

 Voces de las dos orillas es una polifonía que Anabel Sáiz Ripoll viene entregando a todos aquellos que quieran acercarse a la palabra, a los que apetecen saber de ese más allá que vive y escribe en otras tierras, junto a otros ríos y bajo otros cielos. Para ella, de todos nosotros, una enorme palabra GRACIAS, porque desde España escucha la voz de las letras de América.


María García Esperón