domingo, mayo 06, 2018

"Aurora o nunca"
Varios, Edelvives, 2018.


"Aurora o nunca" es un libro singular, inquietante, a la vez que hermoso. Diez escritores, Ana Alcolea, Jesús Díez de Palma, David Fernández Sifres, Alfredo Gómez Cerdá, Jorge Gómez Soto, Paloma González Rubio, Daniel Hernández Chambers, Rosa Huertas, Gonzalo Moure y Mónica Rodríguez son sus autores. Resulta fascinante ver como, en las 24 momentos o capítulos que estructuran el texto, no notemos ninguna fisura; es más, el relato está tan bien ensamblado, tan bien organizado que el lector, en cuanto lleva dos páginas, olvida que es un relato coral y se sumerge en una atmósfera cautivadora, enigmática y que te atrapa desde el primer momento.
¿Dónde está Aurora? Nos parece que el pueblo o la villa es acaso más real que otros que sí existen. Aurora está hecha de recuerdos, de evocaciones, de brumas y de memoria. Se sitúa en un lugar de la costa española, en Galicia, en la comarca de La Serena. Al acabar de leer el texto, para nada se nos ocurrirá pensar que es un lugar imaginado porque, de la mano de sus creadores, Aurora emerge poderosa y nítida y se convierte en un referente, tan potente, como el mismo Maconco o Región, por poner dos ejemplos.
Los primeros habitantes de Aurora se dedicaban a saquear barcos, eran "roqueros". Piratas terrestres que atraían a sus costas las embarcaciones y que, luego, las dejaban zozobrar para apoderarse de los tesoros y el botín. Por eso, como dice uno de los personajes, nadie puede ser feliz en Aurora, Todos los seres que se asoman a sus páginas, de alguna manera, están marcados por ese pasado y eso les aboca a un situación dura, dramática o estremecedora, en muchos casos.
El navío Livjatan, como un fantasma de niebla, se acerca de tanto en tanto a las costas de Aurora y les recuerda ese pecado terrible al que se dedicaron en el pasado. La tripulación del barco danés vuelve una y otra vez para vengar su pasado. La imagen del navío, invulnerable porque ya solo existe en las pesadillas, se aparece y desaparece a los distintos personajes en momentos importantes, en momentos en los que sus vidas están a punto de cambiar.
Son varios los aurorianos que se retratan en el libro, de todas las edades. Forman como una colmena ligada por el pasado y por la pertenencia a un lugar común que los engulle y escupe como se hace con los náufragos. Nadie puede huir de aurora. Conocemos a una pintora, profesora de instituto,  marcada por un amor de juventud, a dos gemelas, una de ellas muerta al nacer; a un joven negro que añora a su padre, a un sacerdote con una historia oscura, a una perra ciega y sagaz, a un vendedor de zapatos acosador, a una chica enamorada de un tímido, a un ladrón, a un hombre que decidió volverse loco sin serlo, a un mago o nigromante, a un policía sagaz, a algunos marineros, a varios ancianos...y a algunos más que se van relacionando entre sí, que aparecen y desaparecen, que tienen continuidad y, sobre todo, entidad propia. Destaca, porque es quien abre y cierra el relato, la presencia de Agustín Fóquel, un pianista venido a menos, que llega a Aurora para dar un recital y decide quedarse unos días más. En esos días sucede toda la historia hasta que Fórquel, de nuevo, comienza a componer, subyugado por una leyenda, por una naturaleza y por un ambiente que lo marcarán sin remisión.
En Aurora todo es posible, que no se pueda huir del pasado, que te pase factura tu propia historia, que el miedo te atenace, que los fantasmas particulares se aparezcan; pero también es posible el amor, la amistad y la magia. 
Sin duda, una novela distinta, no solo por su contenido, sino por sus autores que han sabido darle una unidad notable. Aurora se nos presenta como una realidad inquietante, llena de secretos dolorosos, como una madrastra que hace purgar a sus hijos su pasado hostil. Como dice otro de los personajes, "El pasado de Aurora está teñido de sangre". Eso hace que sea imposible que sus habitantes puedan vivir en paz.
En suma, una novela impecable, bien estructurada, que mantiene un ritmo narrativo ágil y que no deja hilos sueltos, sino que va girando alrededor de unos personajes como las arañas hace con sus víctimas, así es Aurora, una gran araña que acaba con sus propios hijos.
Un relato que, insistimos, se lee con interés creciente y que admira, sobre todo, porque sus autores, como un solo escritor, le han sabido dar uniformidad. Al final del texto, se nos explica brevemente el proceso, aunque el lector, en ese momento, ya está en otra dimensión. Ya se ha ido a las costas de Aurora, en sus acantilados, frente a su mar voraz y devorador, contemplando una posible tormenta y preguntándose por el destino de esos personajes vulnerables a los que quisiéramos volver a reencontrar.


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