miércoles, mayo 16, 2018

"El vértigo de los canallas",
Alfredo Gómez Cerdá,
Santillana, 2018 (Loqueleo)


En Poblado viven tres niños, Estrella, Manuel y Bernardo. Los tres se entretienen en los juegos de la infancia mientras el tiempo, duro y sin misericordia, les va tendiendo sus celadas. Llega un momento que han de trabajar para ayudar a su familia y crecer. La amistad de los tres, que parecía sólida y sin fisuras, se rompe porque los dos muchachos pretenden a Estrella y ella, que no quiere dañar a ninguno, escoge a Manuel. Y a partir de aquí se tuercen los destinos.
"El vértigo de los canallas" es la esperada novela de Alfredo Gómez Cerdá quien, sin duda, no nos dejará indiferentes ya que escoge una historia dura, directa y muy real. Podemos situar Poblado en un lugar de Hispanoamérica, aunque no lo dice. Podemos, incluso, atrevernos a decir que está en Colombia, aunque tampoco lo dice. Sí sabemos que transcurre en el Siglo XXI y que está inspirada en hechos reales. Poblado es un lugar olvidado de todos, en donde se vive del trabajo agrícola y en donde es imposible cambiar de vida porque parece que todo viene marcado desde el nacimiento. Por eso, los tres amigos juegan y hablan de marcharse, algún día, de Poblado. Quien apuesta por ello es Manuel quien afirma que va a construir diques. Bernardo, algo más lento y reposado, no se atreve a contrariarlo y Estrella quiere vivir con los pies en el suelo. Cuando Estrella y Manuel se prometen y deciden hacerse cargo del único bar del pueblo para poder ahorrar y marcharse de Poblado, Bernardo se siente traicionado, aunque no dice esa palabra, y decide que es él quien se va a ir. Entra en el ejército y acaba, leal y silencioso, en la selva, sirviendo a un capitán taciturno y violento y dejando a un lado sus principios. Bernardo acaba en lo más profundo de la selva, deshumanizado, endurecido, con la obsesión de Estrella que no lo deja vivir. Mientras, en el país una banda de ladrones, llamada la banda del Yacaré hace extragos. El capitán, después de un intento fallido, trama un plan y Bernardo, calculador y sin sentimientos, lo lleva a cabo. Manuel acaba convirtiéndose en el chivo expiatorio para que otros consigan sus medallas, mientras Estrella intenta recuperar el buen nombre de su marido y seguir al frente del bar porque, de alguna manera, hay que vivir.
La novela se organiza en torno a dos partes, la primera aún en los tiempos de la inocencia, donde todo es posible y la segunda ya cuando los chicos dejan atrás su infancia y caminan hacia la edad adulta. Bernardo que parece una buena persona, que lo es de hecho, siente "un fuego que lo quema por dentro" desde que Estrella lo rechaza y, sin tramarlo, pero sin dejar de hacerlo, tiende una trampa a Manuel. "El vértigo de los canallas" es una novela cruda y singular, que ahonda en una sociedad hecha de apariencias, en donde se buscan recompensas fáciles a cambio de sembrar el dolor y el desconcierto. La hipocresía es evidente, en una sociedad que quiere dormir tranquila y que oculta su basura debajo de la alfombra, aunque es inevitable que acabe oliendo muy mal.
Son varios los personajes que aparecen en las páginas del libro. Destacan el hombre más anciano del lugar, quien tiene cuatro orejas, con "la primera escucha a sus semejantes. Por la segunda escucha al viento, a la lluvia, al agua del río, al trueno de la tormenta y, de este modo, entiende lo que la naturaleza quiere decir. Por la tercera escucha a los animales y comprende sus necesidades e inquietudes". Y  "por la cuarta oye a los muertos". Es un personaje al que consideran loco, aunque Estrella sabe que no es verdad. Otro es la bruja de Poblado, a la que llaman Seisdedos quien avisa continuamente a Estrella acerca de su destino y de la ella huye siempre porque le han enseñado a no creer en supercherías. El otro es el Capitán Gamallo, un hombre embrutecido, quien lleva sus misiones en la selva y quien no duda en acudir a la trampa mortal para conseguir prestigio.
Alfredo Gómez Cerdá escribe un relato conmovedor, con momentos muy líricos, con descripciones del paisaje y del alma y con muchos elementos que aluden a una sociedad marcada por la pobreza, el abandono, la droga y la falta de recursos. El amor y la amistad son los dos sentimientos más importantes, aunque el segundo se diluye de alguna manera cuando avanza el primero.
Hay muchos elementos que podríamos comentar y que nos hacen pensar en la falta de recursos y de esperanzas en gran parte de la población mundial. Por ejemplo, cuando Estrella, ilusionada, prepara un pastel para su familia, su padre se lo recrimina porque no es día de fiesta y es innecesario y superfluo. Todo tiene que servir para algo. No hay lugar para las ilusiones. 
La esperanza de Manuel y Estrella era salir de Poblado y ver mundo, solo lo logró Bernardo, aunque mejor hubiera hecho quedándose en su casa. No hay nada más allá del pueblo, parece que las barreras sean infranqueables y sea imposible poder medrar y salir adelante.
"El vértigo de los canallas" está narrada en tercera persona omnisciente y nos lleva, con pulso firme y comprometido, hacia un desenlace que nunca hubiéramos sospechado y que nos hace reflexionar mucho acerca del ser humano, de sus claros y oscuros, de sus miedos, anhelos, frustraciones y miserias.

domingo, mayo 13, 2018

"Mamá",
Hélène Delforge (texto)
Quentin Gréban (ilustraciones)
Algar, 2018

"Mamá" es un libro de gran formato que emocionará a niños y a pequeños. Se centra en una de las figuras esenciales, la más esencial quizá en la vida de los seres vivos, en la madre. No es cierto eso de que "madre no  hay más que una" y el libro se encarga de demostrarlo.
Con unas ilustraciones hermosísimas e impactantes, llenas de luz, de realismo y de verdad, "Mamá" nos va introduciendo, mediante textos, en verso y en prosa, en un universo íntimo y privado como es el que señala las relaciones entre una madre y sus hijos.
Encontramos madres abnegadas, otras que no lo son tanto y que no por eso dejan de ser buenas madres, madres de culturas diversas que llevan a sus hijos al trabajo, madres con oficios curiosos, madres solteras, madres abandonadas, madres que han perdido a su hijo, madres que necesitan reafirmarse, madres alejadas de sus hijos, madres extenuadas... Todas ellas unidas por el amor que sienten hacia sus hijos y que no tiene por qué manifestarse siempre de la misma manera.
En una sociedad muy de fachada parece que el papel de la madre haya ser siempre perfecto, que la madre no pueda presentar ni un renuncio, pues no es así, las madres también se cansan, padecen y se desesperan y eso no impide que sigan luchando por sus hijos.
El libro debería ser leído a dos voces, la de la madre y su hijo, para que esta lo acompañase en la maraña de sentimientos que afloran en las distintas estampas que forman el libro.
Cada lector acabará dando con el texto con el que se identifique y entonces florecerán las letras y todo será más amplio.
La escenas cotidianas (como la del niño que no quiere comer brécol o la del que se pierde en la playa) se mezclan con otras diversas (la de la marquesa alejada de su hijo que será criado por una nodriza) y con otras más profundas e intimistas (la madre que pide a ser hijos seguir siendo su madre, la que es consciente de que los hijos no son de su propiedad, la que disfruta con sus besos, la que se añora de cuando estaba embarazada, la que ha sufrido una pérdida).
Por encima de todo hay un sentimiento o una emoción que unifica todos estos perfiles maternales. Nos referimos al amor, pero al amor lejos de la ñoñez y de la cursilería, al de verdad.
"Mamá" es un regalo perfecto para las madres, por supuesto, pero también para los hijos. Conviene, insistimos, leerlo despacio y paladear una a una sus estampas y sus soberbias ilustraciones.

"Diez días de junio",
Jordi Sierra i Fabra,
Plaza y Janés, 2018

"Diez días de junio" es el noveno caso, hasta la fecha, de Miquel Mascarell, el inspector que Sierra i Fabra creó en 2008. La serie se puede leer por separado ya que los casos son independientes, pero, desde luego, gana si la leemos desde el principio al fin ya que aprenderemos a conocer a este inspector que trabajó en la República y que fue represaliado al final de la Guerra Civil. Por decirlo así es un superviviente que pasó ocho años en el Valle de los Caídos y que, misteriosamente, fue absuelto. Miquel Mascarell vive en Barcelona y ama a la ciudad por encima de todo. Es testimonio de su cambio, de sus vejaciones, de su recuperación y de su sometimiento.
Mascarell es un hombre con mucho instinto, muy hábil en su trabajo y que no puede evitar implicarse en distintos casos, ya sea porque le atañen a él directamente o porque alguien le pide ayuda o porque el pasado sale a verlo.
En esta ocasión, superados los 65 años, lo encontramos estrenando su paternidad al lado de Patro, la mujer que, tras las guerra, le devolvió la esperanza. De forma casual, se cruza con Laureano Andrada, un sacerdote que, cuando él trabajaba, fue acusado de pederastia. A Mascarell se le remueve el alma al pensar que este hombre, libre, siga abusando de los menores. Además, descubre que trabaja en un colegio y que está muy relacionado con un orfanato. De repente, este hombre es asesinado de una manera muy cruel y eso hace que todas las miradas se vuelvan hacia Mascarell, acusado de ese crimen que él no ha conocido. Gracias a un antiguo colaborador suyo, David Fortuny, puede esconderse y luchar por demostrar su inocencia.
"Diez días de junio" es uno de los casos más duros de Mascarell ya que nos habla de las vejaciones y los abusos y las torturas a las que fueron sometidos muchos de los niños desamparados bajo el régimen franquista que, con la excusa de que eran acogidos en orfanatos, sufrían, en silencio y sin defensa posible. Uno de esos niños es el que asesina a Andrada.
Mascarell, con paciencia infinita, va desenrollando el ovillo que lo lleva a descubrir la verdad. 
Sierra  i Fabra combina rigor documental con una trama amena que alude a escenas cotidianas, que permite entrever la humanidad de varios personajes y conocer un pasado que no es tan remoto, ya que todo sucede en 1951, alrededor de los días previos a la verbena de San Juan.
Con un estilo rápido, directo, lleno de diálogos, de acción y de precisión, Sierra i Fabra nos lleva con buen pulso al desenlace final.
David Fortuny está del lado de los vencedores, es detective privado, mientras que Mascarell está del lado de los vencidos; aunque ambos son capaces de verse como personas que se aprecian y que quizá algún día puedan volver a colaborar juntas. Es como el abrazo entre las dos Españas, tan necesario.

miércoles, mayo 09, 2018

"Las palabras heridas",
Jordi Sierra i Fabra,
Siruela, 2017


Li Huan es un joven muy prometedor. Él quería ser escritor, pero lo desechó por una gran causa: seguir las directrices que marcaba el Gran Padre de la Patria. Por eso, ante Li Huan se alza un futuro muy ambicioso como soldado. Es un honor que lo manden a una de las cárceles de seguridad en donde, en condiciones durísimas, cumplen su pena los disidentes, aquellos presos políticos que han cometido la osadía de pensar de una manera distinta. Li Huan es un joven sensible, pero se deja llevar por los patrones establecidos, por las fórmulas gloriosas, por la parafernalia de la dictadura. Así, cuando le hablan del preso 139, el peor de todos, muestra curiosidad, pero también extrañeza. El preso 139 es Wang Zhu, un profesor que lo único que ha hecho toda su vida es enseñar a pensar con criterio independiente. Entre ambos personajes hay un pulso, las consignas totalitarias frente a las palabras libres. 
Li Huan es solo un muchacho, con muchas contradacciones, que teme pensar por sí mismo. Cuando lo nombran censor de las cartas de los presos su inquietud se eleva porque no entiende unas palabras hermosas a las que él quiere dar un sentido críptico. No entiende que detrás de un poema exista solo eso, poesía y sensibilidad. No lo entiende o, mejor aún, teme entenderlo, teme caer del otro lado. Él no ha vivido otra realidad que esa y cree que es la verdadera. Sus padres, cuando les pregunta, callan por miedo. Li Huan se tambalea y duda, teme estar equivocado y eso le enfurece y le haxce actuar con precipitación.
"Las palabras heridas" es una parábola de cualquier dictadura, aunque la podamos identificar con la cultura china por los nombres, pero los pensamientos, las formas, las actitudes son las cualquier régimen totalitario en donde solo hay un pensamiento y todos los demás se abortan.
Li Huan tiene tiempo de arrepentirse, tiene tiempo de ver como esas palabras que tachó con saña aún pueden decirnos algo, son las palabras heridas, las palabras que nos hablan del ser humano, de qué es ser persona, de la libertad, de la disparidad de ideas, del pensamiento múltiple y, sobre todo, del amor porque no hay otro mensaje en las cartas censuradas que el amor.
Li Huan acaba en casa del viejo maesttro, ya fallecido, dándole las letras heridas a su viuda y, de alguna manera, empenzando una nueva vida. Sin familia ya, con un norte incierto, con los principios que parecían inamovibles rotos, Li Huan es el ejemplo de la persona que evoluciona, que crece, aunque, por el camino, muchas sean las heridas.
La novela se organiza en capítulos con las letras del abecedario y está escrita con un estilo directo, no diría que sencillo, porque no lo es, sino esencial, minimalista. El texto es atemporal, por eso no hay muchos detalles que nos distraigan, aunque sí descripciones y diálogos que nos hacen pensar y reflexionar. Li Huan no es una mala persona, aunque a veces se comporte como tal; no es un asesino, aunque a veces esté al punto: Li Huan es una persona a la que han aniquilado con un pensamiento único, aunque, a menudo, él mismo duda, siente alguna comezón que le hace dudar y eso todavía lo enfurece más porque necesita creer en lo que hace y eso es imposible porque el Gran Padre de la patria es una gran mentira, un gran engaño, una inmensa patraña.
"Las palabras heridas" es, sin duda, uno de los libros recientes de Jordi Sierra i Fabra más emocionantes, más hermosos y más comprometidos con el ser humano.


lunes, mayo 07, 2018

"Cara de velocidad",
Marga Tojo - María Hergueta,
Kalandraka, 2018

 "Cara de velocidad" ha obtenido el Premio de Poesía para niñas y niños Ciudad de Orihuela 2017. El poemario está formado por un ramillete de poemas, la mayoría de arte menor, que nos cuentan fragmentos de una historia singular, la de H.
H. es una niña pequeña que vive en una gran ciudad, seguramente Madrid y que trata, con su ingenio infantil, de abrirse paso en un ambiente urbano, poco adecuado para el crecimiento y desarrollo de la magia o la fantasía, pero H. es una niña perspicaz, que aprovecha cualquier ocasión para demostrarse a sí misma que sigue siendo una niña. Así, de la comida hace un juego, de la enfermedad surge un monstruo con el cual se acaba aliando, del desaguisado con su libreta proyecta un naufragio, de su ropa diaria extrae el disfraz de superheroína.
"Cara de velocidad" se sumerge en los aspectos cotidianos y les da la vuelta, les añade esa visión fresca de los niños, que es capaz de hacer de una tortilla a la francesa, batida con su abuelo, una fiesta. Una visión llena de humor que sabe enfrentarse a la ira o a los contratiempos de la vida, en la que, sin duda, hay que hacer muchos equilibrios. ¿Acaso fuera mejor ser funambulista?
Entendemos que, para su autora, Marga Tojo, la poesía no es una cuestión baladí, que consiste acaso en unir sílabas y en crear perfección formal; no, para nada, la poesía es imperfecta porque retrata la vida, se acurruca, se levanta, incorpora aspectos, en principio poco poéticos, como pueden ser la M-30 o un puré de guisantes. La poesía como ancla que nos une a los orígenes, como tabla de salvación en un mundo hostil, en el que se pretende que los niños crezcan rápido, estén todo el día ocupados y no den mucho la tabarra. Contra eso se revela H. y la autora de este insólito poemario, en el que aparecen también referencias musicales actuales como Patti Smith o The Rolling Stones, entre otros. Es una poesía que se pone "katiuscas" y que no teme mancharse porque, en ese proceso, está la esencia de la infancia.
Del caos urbano, Marga Tojo hace poesía y permite que, de alguna manera, H. ordene ese mundo extraño, duro, con aristas, lleno de cemento y velocidad porque.
Las ilustraciones, de María Hergueta, muy cercanas al cómic, permiten acompañar, con sus colores básicos a esa niña que es "una exploradora del asfalto".
Hermoso poemarío, que supera los tópicos y los estereotipos de género y que entra, con respeto y ternura, en el universo infantil, aunque con connotaciones musicales, cinematográficas y literarias de la propia autora. Tal pez entre Marga Tojo y H. solo haya la diferencia de la edad. Y es que, para aprender a vivir, "hay que abrir bien los ojos".

domingo, mayo 06, 2018

"Aurora o nunca"
Varios, Edelvives, 2018.


"Aurora o nunca" es un libro singular, inquietante, a la vez que hermoso. Diez escritores, Ana Alcolea, Jesús Díez de Palma, David Fernández Sifres, Alfredo Gómez Cerdá, Jorge Gómez Soto, Paloma González Rubio, Daniel Hernández Chambers, Rosa Huertas, Gonzalo Moure y Mónica Rodríguez son sus autores. Resulta fascinante ver como, en las 24 momentos o capítulos que estructuran el texto, no notemos ninguna fisura; es más, el relato está tan bien ensamblado, tan bien organizado que el lector, en cuanto lleva dos páginas, olvida que es un relato coral y se sumerge en una atmósfera cautivadora, enigmática y que te atrapa desde el primer momento.
¿Dónde está Aurora? Nos parece que el pueblo o la villa es acaso más real que otros que sí existen. Aurora está hecha de recuerdos, de evocaciones, de brumas y de memoria. Se sitúa en un lugar de la costa española, en Galicia, en la comarca de La Serena. Al acabar de leer el texto, para nada se nos ocurrirá pensar que es un lugar imaginado porque, de la mano de sus creadores, Aurora emerge poderosa y nítida y se convierte en un referente, tan potente, como el mismo Maconco o Región, por poner dos ejemplos.
Los primeros habitantes de Aurora se dedicaban a saquear barcos, eran "roqueros". Piratas terrestres que atraían a sus costas las embarcaciones y que, luego, las dejaban zozobrar para apoderarse de los tesoros y el botín. Por eso, como dice uno de los personajes, nadie puede ser feliz en Aurora, Todos los seres que se asoman a sus páginas, de alguna manera, están marcados por ese pasado y eso les aboca a un situación dura, dramática o estremecedora, en muchos casos.
El navío Livjatan, como un fantasma de niebla, se acerca de tanto en tanto a las costas de Aurora y les recuerda ese pecado terrible al que se dedicaron en el pasado. La tripulación del barco danés vuelve una y otra vez para vengar su pasado. La imagen del navío, invulnerable porque ya solo existe en las pesadillas, se aparece y desaparece a los distintos personajes en momentos importantes, en momentos en los que sus vidas están a punto de cambiar.
Son varios los aurorianos que se retratan en el libro, de todas las edades. Forman como una colmena ligada por el pasado y por la pertenencia a un lugar común que los engulle y escupe como se hace con los náufragos. Nadie puede huir de aurora. Conocemos a una pintora, profesora de instituto,  marcada por un amor de juventud, a dos gemelas, una de ellas muerta al nacer; a un joven negro que añora a su padre, a un sacerdote con una historia oscura, a una perra ciega y sagaz, a un vendedor de zapatos acosador, a una chica enamorada de un tímido, a un ladrón, a un hombre que decidió volverse loco sin serlo, a un mago o nigromante, a un policía sagaz, a algunos marineros, a varios ancianos...y a algunos más que se van relacionando entre sí, que aparecen y desaparecen, que tienen continuidad y, sobre todo, entidad propia. Destaca, porque es quien abre y cierra el relato, la presencia de Agustín Fóquel, un pianista venido a menos, que llega a Aurora para dar un recital y decide quedarse unos días más. En esos días sucede toda la historia hasta que Fórquel, de nuevo, comienza a componer, subyugado por una leyenda, por una naturaleza y por un ambiente que lo marcarán sin remisión.
En Aurora todo es posible, que no se pueda huir del pasado, que te pase factura tu propia historia, que el miedo te atenace, que los fantasmas particulares se aparezcan; pero también es posible el amor, la amistad y la magia. 
Sin duda, una novela distinta, no solo por su contenido, sino por sus autores que han sabido darle una unidad notable. Aurora se nos presenta como una realidad inquietante, llena de secretos dolorosos, como una madrastra que hace purgar a sus hijos su pasado hostil. Como dice otro de los personajes, "El pasado de Aurora está teñido de sangre". Eso hace que sea imposible que sus habitantes puedan vivir en paz.
En suma, una novela impecable, bien estructurada, que mantiene un ritmo narrativo ágil y que no deja hilos sueltos, sino que va girando alrededor de unos personajes como las arañas hace con sus víctimas, así es Aurora, una gran araña que acaba con sus propios hijos.
Un relato que, insistimos, se lee con interés creciente y que admira, sobre todo, porque sus autores, como un solo escritor, le han sabido dar uniformidad. Al final del texto, se nos explica brevemente el proceso, aunque el lector, en ese momento, ya está en otra dimensión. Ya se ha ido a las costas de Aurora, en sus acantilados, frente a su mar voraz y devorador, contemplando una posible tormenta y preguntándose por el destino de esos personajes vulnerables a los que quisiéramos volver a reencontrar.