viernes, agosto 21, 2015

Un beso para osito,
Else Holmelund Minarik - Maurice Sendak,
Kalandraka

Un beso para osito se publicó por primera vez en 1968. No obstante, la historia que cuenta es tan tierna y cautivadora que los niños del S. XXI recibirán, con entusiasmo, este cuento. No hace falta insistir en la necesidad de retornar a los clásicos, también en la literatura infantil. La originalidad y la frescura son cualidades que todos los lectores demandan, más los primeros lectores que son como esponjas abiertas.
En esta ocasión, Osito no es exactamente el protagonista del relato, sino más bien el causante. Nuestro amigo pide a Gallina que le lleve un dibujo que ha hecho para su abuela y la gallina, inocente, le hace el recado. A la abuela le gusta tanto el regalo que le da un beso para Osito y ahí empiezan las cuitas para la pobre gallina. El beso va pasando de animal en animal, a Gato, a  Rana, se queda enredado un rato en la historia de amor entre Mofeta y Mofeto y, finalmente, llega, gracias al empeño de la gallina a su destinatario. Ahora bien, cuando Osito pide que le devuelva el besito la gallina se planta. Hasta ahí podríamos llegar.
El cuento, pues, tiene estructura acumulativa y es, formalmente, sencillo, pero muy rico en emociones y en actitudes. Los animales, humanizados en sus comportamientos, son una especie de espejo para el niño lector quien, con seguridad, se podrá identificar con algo de ellos.
 Un beso para osito culmina de manera festiva con la boda de Mofeta y Mofeto, quienes invitan a todos los amigos. Al fin y al cabo, el beso de la abuela fue el causante de tanto alboroto.
Las ilustraciones, de Maurice Sendak, son bellísimas. Sendak se inspira en las composiciones clásicas y crea unos grabados soberbios, lleno de detalles. Sendak, no hay que repetirlo, es un genio, eso está claro. En esta ocasión mantiene, como en todos los libros de la serie Osito, una misma línea clásica que contrasta con el propio relato, de líneas cercanas. Podríamos pensar que es una ilustración pomposa,  pero nada más lejos de la realidad. Gracias a este aparente contraste entre las líneas clásicas, propias de la ilustración de Sendak, y el texto de marcada tradición oral, que escribe Else Holmelund, se logra una obra completa, de calidad y siempre actual. Por decirlo así, gracias a Sendak la literatura infantil adquiere categoría artística y, por lo tanto, prestigio y relevancia.
Un beso para osito es, en definitiva, un libro que puede ser leído en voz alta -es más, los niños nos demandarán una lectura dramatizada- mientras sus ilustraciones han de contemplarse con reposo y detenimiento. Por lo tanto, ahí estaría el ejemplo de lo que debe ser un clásico. Sobran más palabras.

miércoles, agosto 19, 2015

Color animal,
Agustín Agra - Maya Hanisch,
Kalandraka, 2015.

De vegades, la realitat amaga més sorpreses de les que ens pensem. Estem acostumats a mirar, sí, però no a contemplar ni a observar amb cura el món que ens envolta i, precisament, a "Color animal", l`Agustín Agra ens proposa, als nens i als grans, que ens deixem seduir per uns animals, uns 30, que ens surten, amb color i amb força, a trobar des de les pàgines d`aquest bonic llibre.
Els textos, breus i prou sucosos, ens posen en antecedents i ens fan entendre molt bé com són aquests animals. Així, "L`ós polar quan caça una foca s´hi acosta lentament, sense fer soroll", el guepard "vigila la sabana camuflat", la zebra "es defensa a coces i mossegades", el flamenc "quan neix és blanc" o el paó "dorm sobre un arbre". Aus boniques, impressionants, mamífers potents, però també petites papallones o granotes formen l`imaginari d`aquest llibre que no segueix cap altre criteri que el gust de l`autor, perquè la idea és crear sensacions i estimular la curiositat en els petits i crear noves preguntes.
Les il·lustracions, de Maya Hanisch, són realment fastuoses. Segueix la tècnica del collage digital i va servir unes imatges poc convencionals, a la vegada que plenes de vida, de color, d`animació. Resulten unes il·lustracions, de veritat, irresistibles.
"Color animal" s`adreça als nens, des dels 4 anys, i ens parla de la curiositat, de la vida en estat pur i del respecte als animals i a tots els éssers vius. És un llibre que s`ha de llegir amb cura i s`ha d`assaborir amb calma per poder absorbir tota la bellesa del text i de les imatges.
Kalandraka edita el llibre en castellà, català, galleg i portugués. Un llibre, efectivament, per somniar i créixer.


martes, agosto 18, 2015





El vuelo de las luciérnagas,
Ana Alcolea.
Ilustraciones: Juan Bauty,
San Pablo, 2009.

El vuelo de las luciérnagas es, sencillamente, un libro delicioso no solo por la historia que narra sino por cómo se narra. La magia, la imaginación, los recuerdos, las palpitaciones del pasado afloran al presente y permiten a nuevas generaciones sentirse en consonancia con sus ancestros. Y aún hay más.
Cerca de Génova, en una casona familiar, se van a celebrar las bodas de plata de los abuelos de Mariana, una joven adolescente española, de ascendencia italiana, que vuelve, con su madre, al escenario de su infancia, en la casa de los abuelos.
Poco a poco, van apareciendo el resto de los personajes, los primos de Mariana, sus tíos y, en especial la tía Angélica, una mujer autonóma, comisaría de policía, muy parecida, en aspecto y carácter a la propia Mariana.
La casa, como un animal dormido, se va despertando poco a poco y va dando, a cada personaje, aquello que necesita. Los recuerdos de los que se nutren la vida, la memoria de una infancia o la historia a veces no tan plácida... 
Por un lado, Mariana, su primo Carlo, a veces Marcella y, casi siempre, otro amigo, Mauricio, van a entender que los misterios a veces, sin aun saberlo, están compartidos y que un secreto puede pasar de generación a generación. Así, descubren un cuchillo oxidado a los pies del viejo teleférico, con el que se pincha Marcella y eso les lleva a fabular, aunque la respuesta la da el abuelo, en los últimos momentos del relato. También hallan una cueva que contiene un extraño secreto: tres muñecos de porcelana sin ojos, cuya explicación es más sencilla de lo que hubiéramos imaginado nunca, pero le da ese toque de misterio tan importante para el lector que se interna en una aventura como la que nos narra Ana Alcolea.
El vuelo de las luciérnagas es un texto metafórico, empezando por el título. Las luciérnagas, con su luz tenue, son un reclamo para todos los personajes y permiten conjugar las distintas historias; pero también lo son las ardillas que corretean por el tejado y las propias serpientes de agua que hay que espantar con un bastón.
El libro guarda muchos secretos, como las recetas transmitidas de generación a generación, o la memoria hitstórica del abuelo que habla de las guerras pasadas y se conmueve al hacerlo, o el amor latente entre Angélica y Marco que acaba resolviéndose al final.
Es un texto, aparentemente sencillo, puesto que va destinado a niños desde 10 años, pero con una fuerza extraordinaria. Un texto cargado de símbolos, acaso uno de los más potentes sea el viejo teleférico que acaba funcionando de nuevo. Dividido en 24 capítulos, va desgranando la historia, con mano diestra, hasta las respuestas finales.
Además, Juan Bauty, con sus ilustraciones, da la cara a los personajes, los dulcifica, gracias a sus colores cálidos, y nos los acerca, nos los hace más entrañables.
El vuelo de las luciérnagas es, por otra parte, una novela iniciática. Ni Mariana, ni sus primos, por supuesto, ya volverán a ser los mismos después de ese encuentro. Es una novela que mueve emociones, que pulsa cadencias, que hace aflorar el pasado, que permite reconciliaciones y que une a los miembros de una misma familia en un proyecto común, plagado de pequeñas confesiones y de muchas complicidades.
Cabe añadir que es un libro que puede gustar a cualquier tipo de lector, así que...¿por qué no dejarse seducir por el vuelo de unas criaturas tan efimeras y gráciles como las luciérngas? Ana Alcolea tiene varias respuestas y todas abiertas.
Barcelona,
David Pintor,
Kalandraka, 2015.
Contiene cuatro láminas con ilustraciones interiores

Barcelona es un cuidado y personal cuaderno de viaje en el que David Pintor recrea, de forma alternativa e imaginativa, algunos de los lugares que un visitante puede conocer cuando va a Barcelona. Es más, aunque vivas en Barcelona, el libro te ofrece nuevas perspectivas, nuevos ángulos de visión y te permite reconocer tu ciudad y enamorarte de ella, porque, al fin, Barcelona es un diálogo visual amoroso entre los pinceles del ilustrador y la ciudad, expuesta, abocada, abierta siempre al mar.
Lugares como el Palau de Sant Jordi, la Pedrera, la Casa Batlló, la Casa Almirall conviven, festivos y singulares, con cafeterías emblemáticas, con plazas, con iglesias y con pequeños rincones en donde, si no fuera por el ojo festivo de David Pintor, uno nunca repararía.
Las gaviotas son el elemento omnipresente que planean en todas las ilustraciones. Son protagonistas de Barcelona, así lo ve el ilustrador y, junto a él mismo, aparecen en distintos momentos, con formas y estados de ánimo también distintos.
David Pintor se toma tan en serio su trabajo, que ha aprendido a divertirse con él y quiere compartirlo con los posibles lectores y observadores del libro. Así, vestido con su jersey de rayas azulez y con sombrero, lo vemos sentado, haciendo equilibrios en algún edificio, asomado a un balcón, corriendo detrás de una idea, acostado, colgado de alguna cornisa y, siempre siempre, ensimismado. El pintor se mezcla con el paisaje, va con sus cuartillas, siente la música también, siente el mar y se deja seducir por el abigarramiento de Barcelona, por Gaudí y el Modernismo, pero también por las líneas clásicas o rompedoras. Es igual, todo forma parte del mismo juego que no es otro de Barcelona.
La metáfora es un ingrediente esencial para el ilustrador como podemos ver en algunas imágenes. Acaso una de las más potentes sea la Iglesa de Santa Maria del Mar que el representa como un barco, en plena travesía.
Barcelona va destinado a todas las edades, como no podía ser de otra manera. Aguijonea la curiosidad y estimula ela imaginación. Y, además, podemos ver la Ciudad Condal en silencio, en soledad, sin el trasiego del turimos porque la propuesta de David Pintor, desde árboles, ventanas y tejados, es tan rompedora que, con seguridad, no nos podremos resistir a mirar una y otra vez el cuaderno y a llevarlo, eso sí, con nosotros si nos acercamos a Barcelona. Nos ayudará a entender la ciudad con alma de niño. ¿Qué más queremos?