domingo, abril 26, 2015





Cuentos de la abuela Amelia,
Ana Alcolea,
Edelvives, 2009, (Ala Delta, 74)

A veces, los adultos ignoramos la opinión de los niños y de los ancianos sencillamente porque nos creemos en posesión de la verdad. ¿Un niño qué sabe de la vida?, nos preguntamos. En cuanto a los ancianos, esta sociedad nuestra, tan avanzada, ha olvidado, demasiado a menudo, que la experiencia es básica y que en las voces de nuestros mayores se halla recogido el rumor de los tiempos, la verdadera historia. Y eso Ana Alcolea, que es adulta, pero tiene memoria y sensibilidad, lo recoge en Cuentos de la abuela Amelia. No creamos que es un texto aburrido ni con afán pedagógico, en absoluto, pero, si sabemos leer bien y despacio, entenderemos los valores que se asoman a las páginas del libro.
Nina acaba de cumplir 10 años. Vive en un pueblo aragonés de los Pirineos de Huesca. En cambio, su abuela paterna, Amelia, vive en una casa soleada, en un pueblo de Sevilla, con un patio fresco y muchos recuerdos acumulados. Las familias se ven poco debido a la distancia, pero, un buen día, emprenden un viaje que a Nina le extraña. Dicen que la abuela está enferma y que hay que llevarla a una residencia. Magdalena, la madre de Nina, es una mujer de carácter enérgico y algo prepotente; Eduardo, el padre, es médico y suele actuar de forma más reposada. Ese sería el punto de partida del relato. Ahora bien, ni la abuela Amelia es una mujer indefensa, ni Nina una niña apocada, ni Magdalena tiene siempre razón ni Eduardo ha pensado bien en las consecuencias de ese viaje.
Cuando llegan al pueblo, ante Nina se abre un mundo que ella tenía olvidado y que la colma de magia, de ilusión y de fantasía. Y es que la pequeña es una niña muy imaginativa y observadora. La abuela y ella refuerzan el vínculo emocional que las une desde el nacimiento de Nina. La abuela, poco a poco, desgrana ante ella un ramillete de relatos que la llevan a lugares exóticos, que la acercan a sus ancestros, que le permiten ser pirata, princesa o flor de azahar. Nina descubre que la abuela no está tan enferma como dicen sus padres. Ellos opinan que se despista, que pierde la memoria, que no puede vivir sola, pero Nina entiende que, en la cabeza y el corazón de Amelia, hay todo un universo que debe seguir fluyendo.
Amelia es una mujer de carácter, aunque también dulce y cariñosa. Tiene algún despiste, pero aún sabe muy bien qué quiere y cómo lo quiere. A Nina le transmite, en forma de cuentos, parte de su saber, atesorado de generación en generación. Y lo hace de tal manera que el lector se olvida de la autora y se sumerge en la narración, cuajada de preguntas, con las interrupciones propias de la oralidad. Una narración que se va haciendo poco a poco, con puntadas finas, mientras la abuela recuerda o improvisa o busca otra respuesta. Todo lo que Nina es y será está en los labios de la abuela.
Además, para la chiquilla, estar en el cortijo, rodeada de naturaleza, es también una novedad. Aprende a ver las pequeñas cosas e, incluso, descubre que el amor empieza a rondarla. Es, de alguna manera, un viaje iniciático.
Finalmente, Eduardo lee los escritos de Nina, en donde ha depositado los cuentos de la abuela, y entiende que, de momento, no hay que llevarla a Madrid a ninguna residencia, que lo bueno para Amelia es seguir en su casa, en su entorno, con sus recuerdos y su vida real.
Cuentos de la abuela Amelia es un libro para niños, a partir de 10 años, que deben leer los adultos, sin ninguda duda.
Las ilustraciones de Violeta Lópiz se centran en las figuras centrales, la abuela y la nieta y las presentan compartiendo momentos de felicidad, llenos de detalles y de esas pequeñas cosas efímeras de la vida que son, al final, las más importantes. La portada, sin ir más lejos, así lo muestra. La figura de la abuela, grande y protectora, y la de la niña, pequeña, confiada y atenta.
Ana Alcolea estructura el texto en 13 capítulos en los que se siguen dos líneas narrativas. Por un lado, el viaje de la familia y la estancia en el pueblo, con los aspectos cotidianos de la vida y, por el otro, el mundo mágico, cuya puerta abre la llave que tiene en su memoria la abuela Amelia. Ambos mundos acaban confluyendo y generando nuevas posibilidades. Como dice Nina: "Las historias reales deberían ser tan hermosas como las leyendas, ¿no te parece, abuela?".
La lectura de Cuentos de la abuela Amelia nos hace reflexionar y nos permite crecer, como lectores y como personas, aunqu, a los adultos,  nos deja un regusto de nostalgia en el corazón cuando cerramos el libro. Nina ha crecido y entiende que, en la vida, hay claros y oscuros, pero tiene un secreto, gracias a su abuela y a sus sabias palabras: "Porque a veces los ojos de la realidad y los de la imaginación pueden ver las cosas que no existen. Como en un juego de magia".


domingo, abril 19, 2015






Ratones de casa,
Xosé Manuel González "Oli".
Natalia Colombo,
kalandraka, 2015


Un buen día, una familia de ratones decidió emprender un viaje hacia una casa para buscar comida y pasarlo bien, aunque no contaba con un inconveniente: la presencia del gato. Ese viaje ocurrente, luminoso y excéntrico es lo que, en forma de coplas, nos cuenta "Oli", su autor. Es un viaje que dura un día, desde la mañana hasta la otra mañana y que nos trae imágenes muy delicadas ("La montaña, / con hijo muy fino, / subiendo y bajando / dibuja el camino", al lado de juegos cercanos a la poesía oral ("Los ratones, / aquí y en la China, / cuando tienen hambre / van a la cocina") o situaciones divertidas ("La señora / dice muy bajito: / Abajo hay ladrones, ¡Despierta, marido!").
Lo importante de Ratones en casa no es la llegada a la casa, sino todo lo que envuelve ese viaje especial. A menudo, en la vida, lo que que importa no es llegar, sino caminar y crecer mientras se hace el camino. Esa es la verdadera meta.
Los ratones se instalan en la cocina, el gato se alarma, la señora llama al marido y el marido hace levantar a su hijo. Por fin, el gallo canta y todo vuelve a su origen. Por lo tanto, se trata de una estructura encadenada que facilitará a los más pequeños la comprensión del relato y les permitirá comenzar a extraer sus propias consecuencias porque, con Ratones en casa, el niño o la niña, disfrutará dando nombre a las cosas, acompañando a estos ratones y comprobando que, por suerte, no les pasa nada al final, aunque se les erice un poco el pelo porque, eso sí, antes, se han pegado el gran festín.
Las imágenes que emplea "Oli" son directas, como ya hemos dicho, fáciles de entender, aunque de alcance poético puesto que abunda la personificación y eso enriquece mucho el relato: "La mañana / trae el primer rayo, / y al salir el sol / quien canta es el gallo". Se sigue, por lo tanto, una estructura cíclica, el relato acaba y empieza en la mañana, pero ha pasado todo un día y, con seguridad, los ratones ya no son los mismos ni el niño ni siquiera el gato.
Las ilustraciones de Natalia Colombo son bellísimas. Con sus ceras y lápices de colores consigue contagiarnos la alegría de vivir porque son dibujos llenos de colores, de matices, de vida. Son dibujos que van de lo cotidiano a lo mágico, de lo real a lo imaginario, del juego a la seriedad, de la magia a la ilusión. Realmente, son ilustraciones potentes, cargadas de matices que encantarán a los lectores.
En definitiva un álbum divertido, bien construido, con una historia cercana a la oralidad y con unas ilustraciones riquísimas. ¿Quién no se montaría en el autobús con estos ratones? A ver... que levante la mano.




Castillos en el aire,
Ana Alcolea. Ilustración: Mercè López,
Anaya, 2015. (El Duende Verde, 200).

La abuela de Marcos le está contando una historia y, precisamente, es la misma que el lector está leyendo. De esta manera, siguiendo una estructura muy conocida en la literatura popular, Ana Alcolea nos conduce por los caminos riquísimos de la oralidad y nos devuelve el placer de escuchar porque ella, como narradora, desaparece y cede el lugar a la abuela quien, a su vez, logra también mimetizarse con los personajs verdaderamente protagonistas, Santiago, Zenón y Rosa.
Santiago era un niño al que le gustaba mucho dibujar en la arena de la playa, aunque eso impedía que sus obras permanecieran, Santiago vivía en un faro, lejos de otras personas, en compañía de sus padres y de una extraña mascota, adquirida casi como capricho por su padre, un pavo real. Zenón. La figura del pavo real es decisiva para la evolución personal del niño porque él observa cómo Zenón se acerca a sus dibujos y se enamora del que hace de una pava, hasta el punto de que es capaz de confundir realidad y fantasía y extender, como en un cortejo, sus bellas plumas. Zenón desaparece un buen día en busca de su amada imaginaria.
Santiago, cuando es mayor, va a ver mundo y llega a un lugar donde se está construyendo un castillo. Trabaja una temporada en sus obras y decide quedarse cerca de él. Su destino lo está buscando porque la hija del dueño del castillo, Rosana, sin que su padre lo sepa, sale del castillo, por el laberinto secreto, y conoce a Santiago. Para Santiago es un descubrimiento saber que hay una manera de apresar las palabras y los dibujos, que existen los libros y que no es necesario pintar en la arena. Rosana comparte con él su pasión hasta que desaparece y eso a Santiago le hace despertar el ingenio. Descubre cómo acceder al castillo y descubre que Rosana está muy enferma y solo él tiene el antídoto para que se recupere: un libro, las Metamorfosis, de Ovidio.
Castillos en el aire es un homenaje a la palabra, capaz de crear obras más duraderas que los propios castillos. Gracias a la lectura, que finalmente Santiago maneja, descubre que "su mundo se había hecho más grande". Y no solo lo descubre Santiago, sino Marcos a quien su abuela le hace ver que esos personajes "están dentro de ti y vivirán siempre que tú quieras". Y Marcos es cualquier lector que, en estos momentos, se disponga a abrir un libro y a dejarse seducir por sus palabras.
En este libro, Ana Alcolea demuestra algo que ella siempre defiende con vehemencia cuando habla con sus lectores. Ana Alcolea demuestra que un libro lo empieza a escribir su autor, el escritor, pero lo acaba el lector, porque es el lector quien se imagina a Marcos, a la abuela, a Zenón, a Santiago y a Rosana. Nadie más que el lector tiene la llave para decidir acerca de estos personajes. Además, el diálogo, presente entre Rosana y Santiago, es crucial para permitir que ambos jóvenes maduren.
En Castillos en el aire, su autora retoma temas que le son queridos, como es la ambientación inicial en un faro o el recurso de la abuela que cuenta historias a su nieto, por poner dos ejemplos. El libro se estructura en 21 capítulos breves y, poco a poco, va implicando al lector porque Santiago es un niño que crece, que se hace joven y adulto (le sale barba) y que, al fin, halla su destino, ese que Zenón salió a buscar un día en forma de dibujo efímero y que Santiago encuentra para siempre. Hay tanmbién elementos simbólicos como el laberinto del castillo o las plumas de Zenón que son como ojos abiertos que luego se pueden identificar con los personajes que a Rosana tanto le gustan, de Las metamorfosis.
El relato está escrito con sensibilidad porque son muchas las imágenes que emplea la autora, metáforas, comparaciones, para hacer entender a los lectores qué sentía Santiago y cómo lo sentía.  Además nos habla de un tiempo pasado, que queda difuminado, a la manera de los cuentos clásicos, pero que nos permite dar rienda suelta a la imaginación. Es un tiempo donde escribir salía muy caro porque se hacía en pergaminos, donde las clases menos pudientes no sabían leer y donde los dueños de castillos se creían superiores. 
En Castillos en el aire se plantea un viaje iniciático. Santiago comienza a abrir los ojos en el faro, con sus dibujos. Observa a Zenón y siente que detrás del dibujo puede haber algo más. Piensa que el mascarón de proa en forma de sirena que llega un día a sus pies, es una puerta a la imaginación. Y se sabe llamado a otras empresas que no sean las de seguir el oficio de su padre. Santiago es un espíritu inquieto, libre y vital que siente que hay algo más detrás de las apariencias de su propio mundo.
El libro está ilustrado por Mercé López quien, de forma sutil y poética, muestra algunos de los momentos clave de la historia (la cola de Zenón, Santiago en la arena dibujando, Rosana y ese castillo inmenso, envuelto entre nieblas, que no parece tener cimientos, que ilustra la portada). Gracias a Ana Alcolea y a Mercè López los lectores, desde 10 años en adelante, aprenderán que, efectivamente, ellos pueden ser magos gracias a las palabras y a los dibujos.
Como escribe la propia autora en la presentación: "...los lectores y los escritores somos magos: a través de las palabras creamos un mundo en nuestra imaginación".

domingo, abril 12, 2015






Donde hace la noche,
Laura Forchetti - María Elina,
kalandraka, 2015.
Premio de Poesía para niños Ciudad de Orihuela, 2014.

Laura Forchetti, la autora de este poemario, sabe  que las palabras, bien engarzadas, son el más mágico de los conjuros contra el miedo y la soledad. Y, así, poco a poco, casi como en un susurro, con respeto y reverencia, dos personajes, Violeta y Vittorio, entran en el misterio de la noche. Gracias al diálogo florece esta poesía que nos lleva a cualquier espacio amplio, en donde no haya llegado aún la contaminación, donde las estrellas sean faros en la noche, donde sea posible escuchar las voces de las pequeñas criaturas nocturnas y en donde se respire libertad y sosiego.
La poesía de Laura Forchetti se remansa, establece un camino que nos conduce a la luna, al mar, a los planetas, a la espuma, a los caracoles y a los escarabajos. Es una poesía que traza el plano de un tesoro: el de la noche. Para conocerlo no hace falta ser pirata, sino persona sensible, que sepa escuchar y observar. Solo así se nos concederá el deseo de ver como teje la araña su tela de rocío, la tela del cometa o el lecho plateado de los peces.
La rima asonante, los versos muy breves al lado del verso libre, las metáforas visuales se combinan para encandilar al lector.
La ingenuidad, la dulzura de la niñez, donde todo es sorpresa y magia, no abandonan los versos de Donde nace la noche, más bien los acompañan hasta el final y dejan en el corazón un poso de ternura, de nostalgia también: "Vamos a esperar / una estrella / que caiga." Y ahora, como Violeta y Vittorio, vamos a pedir tres deseos, pero eso sí: "Los deseos son secretos. No te lo digo".
Y así, despacio, va acabando la noche y llegando el día, aunque los niños se resisten a abandonar a su nueva amiga: "Un ratito más / hasta que se peine / la mañana". No hay que tener miedo a la noche porque la noche trae muchos regalos, si sabemos buscar, si seguimos las pistas de Laura Forchetii.
Donde nace la noche es un poemario que significa también un homenaje a la poesía de Emily Dickinson quien encontró en la naturaleza su fuente de inspiración. Es un libro destinado a los niños desde los 9 años que enamora y emociona, pero, ojo, hay que leerlo despacito, paladeando las palabras, dejándose empapar por el escenario de la noche.
Las ilustraciones de María Elina Méndez son realmente hermosas, senciullas y delicadas, como los propios versos. Nos llevan, igual que el poema, desde la noche al día porque, poco a poco, se va imponiendo la claridad.
Donde nace la noche es un regalo muy oportuno porque nuestro mundo está hecho de prisa y de desasosiego y la propuesta de la autora es, justamente,  la contraria. Nos invita a que abramos los ojos, también los del corazón, y a que veamos que las limitaciones nos las ponemos nosotros mismos. ¿Quién empieza el viaje hacia la noche? Veremos sirenas, veremos estrellas, veremos ilusión, nos veremos a nosotros mismos.






 

El pasado mes de marzo supe que este blog, “Voces de las dos orillas”, había recibido el premio One Lovely Blog gracias a Cinco ovejas negras. "Cinco ovejas negras"  es un blog de Literatura Infantil y Juvenil que llevan cinco mujeres comprometidas con las letras y activas al máximo. Recomiendo desde aquí el blog y agradezco que me hayan tenido en cuenta.
Este Premio es un reconocimiento entre blogs, para hacerlos más visibles y ayudarlos a conseguir un poco más de difusión. Si entre los blogs nominados está el tuyo tienes que:
  • Agradecer el premio a quien te lo concede y hacerte seguidor de su blog.
  • Responder a las once preguntas que te hace.
  • Conceder el premio a once blogs que acaben de empezar o que tengan menos de doscientos seguidores y que te gusten.
  • Hacer once nuevas preguntas a los blogs premiados.
  • Informar del premio a cada uno de los blogs.
  • Visitar los blogs que han sido premiados junto con el tuyo.
Las preguntas que debo contestar son:
  • ¿Cuál es tu música? Cualquier música que me haga sentir emociones.
  • ¿Tu ciudad preferida? Me gusta mucho Tarragona, mi ciudad, pero estoy enamorada de Cuenca también y me encanta Madrid.
  • ¿Tu espacio? Mi casa.
  • ¿Tu postre? Tiramisú
  • ¿El rasgo que más admiras? La fuerza de voluntad.
  • ¿Tu película? “Lo que el viento se llevó”
  • ¿Tus lecturas? Cualquiera que me enganche. Me encanta la novela histórica.
  • ¿Colacao o Nesquik? Ninguno de los dos. Leche sola o con café.
  • ¿Cómo te gusta el café? Cortado.
  • ¿Nocilla o Nutella? Ninguna de las dos. Muy empalagosas.

Y estas son las preguntas que hago yo a los blogs que premio:

  • ¿Cómo definirías tu blog?
  • ¿Cuál es tu intención al escribir?
  • ¿Prefieres mar o montaña?
  • ¿Qué es el  tiempo?
  • ¿Qué desayunas?
  • ¿Cuál es tu momento del día favorito?
  • ¿Pechuga o muslo?
  • ¿Cuál es el último libro que has leído?
  • .Qué es la infancia?
  • ¿Qué admiras en las personas?
Los 11 blogs que yo admiro y quiero premiar son:


  • Manos de tiza   (blog de pensamiento, poesía, docencia y mucho más)
  • Fotos poemas (blog de la escritora Rosario Bersabé Montes)


miércoles, abril 01, 2015






Foro Rinascimiento,
María García Esperón,
Libros & Libros, 2014.

Foro Rinascimiento es una historia que retrata muy bien el pensamiento y las reflexiones personales de la propia autora, la mexicana María García Esperón. Si repasamos su obra, ya amplia, veremos que son varios los temas que mueven y conmueven a la escritora, pero es en Foro Rinascimiento que, de una manera fluida, aparecen para deleite del lector que acaso sabe -o debe- leer entre líneas. Así, la historia o el pensamiento de la humanidad que solo se han transformado, aunque mantienen íntegra la raíz y la esencia. Por otro lado, las nuevas tecnologías, internet, que han logrado un acercamiento entre las personas, pero también tienen sus peligros, como se advirtiera en El disco del tiempo. Son varios los motivos que nos recuerdan otras novelas de María García Esperón, como la obsesión por la sibila élfica que mantiene uno de los personajes, que ya leímos en Sibila o las referencias al cuerpo de Alejandro Magno, obsesión desde la antigüedad, como ya leímos en Soma.
Foro Rinascimiento se estructura en tres frentes que se van intercalando. Para empezar, en primera persona,  las intervenciones en el foro que lleva el mismo título y que, poco a poco, va desvelando enigmas del Renacimiento. Son intervenciones directas, que crean, en el lector, la ilusión del presente. Son intervenciones que adoptan nombres renacencistas para ocultar las verdareras personalidades.  Las cartas de Miguel Ángel, el artista renacentista por excelencia, nos sitúan en el pasado.   Y, por último, la intervención de un narrador en 3ª persona, permite que tomemos distancia y conozcamos algo mejor a los personajes y, sobre todo, sus obsesiones y tormentos.
Una joven diseñadora mexicana, Alicia (fiorezna, en internet), descubre un secreto en las pupilas de la sibila, en la Capilla Sixtina. Es un secreto enorme que hace peligrar, incluso, las creencias y que relaciona, al fin, todas las religiones y cultos. Hay un paso entre Apolo y el Dios verdadero y ese paso lo dio Miguel Ángel, en el corazón de la cristiandad. Semejante hallazgo ocasiona que se pase de lo virtual a lo real. Un coleccionista italiano, un erudito inglés y un alto funcionario del Vaticano darían lo que fuera por conseguir desvelar el misterio de Miguel Ángel. El amor y la muerte, como en otras novelas de María García Esperón, están a un paso, esa es la verdad. No hay amor más grande que el que siente Miguel Ángel frente a un bloque de piedra a punto de convertirse en arte, en belleza. Por conseguir esa belleza, en estado puro, tan cercana a las ideas de Platón, se puede morir y se puede vivir.
La confusión de estos personajes, tan metidos en su mundo, cultos, poderosos, pero también solitarios empernidos, poco acostumbrados a las contrariedades, hace que cuando se cruza en sus vidas una presencia femenina, joven, capaz, valiente y arriesgada, confundan la obra de arte con la propia vida. Se creen dioses jugando con las personas, aunque, al fin, el tiempo los pone en su sitio y les demuestra que son finitos e insignificantes.
Foro Rinascimiento es un libro enigmático, que nos conmueve y emociona, que nos hace dudar de nuestras propias capacidades, que nos sumerge en una época ya pasada, el Renacimiento, con la que seguimos guardando relación porque, como cree la escritora, la historia, la historia grande, la enorme, no se hace de una vez, sino despacio, con trocitos pequeños. Es como si un inmenso caleidoscopio se hubiera roto y, poco a poco, se vayan recuperando las piezas. Por eso, no es de extrañar que entre la Alicia del S. XXI y una joven momia muy bien conservada haya tantas relaciones,  como entre Venus y otras divinidades o como entre la Sibilia y el propio Miguel Ángel.
La novela mantiene un ritmo narrativo intenso y queda, de alguna manera, abierta porque el final es tan enigmático como la propia peripecia que se narra. Que cada lector extraiga sus propias ideas y que cada lector reflexione.
Sea como sea, como leemos hacia el final del libro, "El único asesino de Giuliano, el único asesino de Alejandro y de Apolo y de todos los dioses que en el mundo han sido, es el tiempo. Y la muerte libera de las ataduras del tiempo, a través del Día y la Noche, a esos gigantes recostados, artífices de la liberación, de la resurrección, del Rinascimiento...".
Gran conocecora de la cultura clásica, María García Esperón, nos ofrece una novela, envuelta en los ropajes de las nuevas teconologías, que demuestra que entre el pasado y el presente, a veces, solo hay un soplo. Un leve soplo del tiempo.