viernes, noviembre 28, 2014



Celebrar en noviembre de 2014, los 400 años de la publicación del Quijote de Avellaneda en Tarragona, significa que las andanzas del hidalgo manchego no están tan alejadas de la actualidad y que la obra del tal Alonso Fernández de Avellaneda, sin alcanzar la calidad de la de Cervantes, es un texto bien escrito, de calidad literaria, con unas cualidades propias.
El 26 de noviembre de 2014 se celebró en Tarragona una Jornada, en el Aula Magna del campus Catalunya de la Universidad Rovira i Virgili, dedicada al Quijote de Avellaneda. Intervinieron tres conferenciantes. A continuación se resumen sus currículos y también sus intervenciones.

La Doctora Milagros Rodríguez Cáceres, de la Universidad de Castilla La Mancha, ha sido profesora de la Universidad de Barcelona, catedrática de enseñanza secundaria, asesora lingüística de la Embajada de España en Brasil y coordinadora de actividades educativas y culturales de la Compañía Nacional de Teatro Clásico.
Forma parte, dentro del Instituto Almagro de teatro clásico, de diversos proyectos de investigación en torno al teatro del Siglo de Oro.
Entre sus publicaciones destacan, en colaboración con Felipe B. Pedraza Jiménez, el Manual de literatura española en 16 vols. (1980-2005), Las épocas de la literatura española (1997) e Historia esencial de la literatura española e hispanoamericana (2000).
Del mismo modo, ha prologado y anotado distintas ediciones de libros entre los que destaca, dado el tema que hoy nos ocupa, las que ha dedicado a Don Quijote de la Mancha, tanto al de Cervantes como al de Avellaneda. Ha aportado varias ediciones críticas de Francisco de Rojas Zorrilla (Entre bobos anda el juego, Abre el ojo, Donde hay agravios no hay celos…) a los sucesivos volúmenes de las Obras completas que publica la Universidad de Castilla-La Mancha.
También ha preparado libros de texto y materiales didácticos para diversas editoriales, así como métodos de español para extranjeros.


El Doctor Luis Gómez Canseco, de la Universidad de Huelva, es un gran conocedor de la obra de Cervantes, como se lee en su libro El Quijote, de Miguel de Cervantes (2005), el Dr. Gómez Canseco no podía quedar al margen de esta jornada puesto que en el año 2001 preparó la edición de El Quijote de Alonso Fernández de Avellaneda. Sin querer ni poder ser exhaustivos, la labor investigadora de Luis Gómez Canseco es amplia y dilatada. Gran conocedor de la literatura española del Renacimiento y el Barroco, nos ha regalado ediciones de distintos autores como Rodrigo Caro, Francisco Sánchez de las Brozas, Lope de Vega, Mateo Alemán, por supuesto, el propio Cervantes. Muchos son los artículos que ha publicado también en torno a la literatura española desde la Edad Moderna a la Contemporánea. Son, sin duda, innumerables las publicaciones o documentos científicos-técnicos en los que ha participado, así como su participación en congresos y su implicación en distintos proyectos y trabajos de investigación.


El Dr. Felipe Blas Pedraza Jiménez, de la Universidad de Castilla- La Mancha, presenta, sin duda, un currículum del Dr. Pedraza extensísimo y se hace muy difícil poder resumirlo sin incurrir en vaguedades.
Ha sido profesor de la Universidad de Barcelona, catedrático de instituto y asesor lingüístico de la embajada de España en Brasil. Ha impartido clases, como profesor invitado, en las universidades de Toulouse, Limoge, Londres, Buenos Aires, Milán, La Manouba (Túnez), Montpellier...
Desde 1992 dirige las Jornadas de teatro clásico de Almagro y la colección “Corral de comedias”, que recoge las actas de estos encuentros.
Coautor del Manual de la literatura española, de Cenlit, el Dr. Pedraza presenta una trayectoria académica impecable y ha formado y forma parte de innumerables consejos de redacción e instituciones, así como destaca su participación en diversos proyectos, trabajos de investigación, congresos y jornadas científicas. Gran conocedor del Siglo de Oro español y del teatro barroco y actual, ha publicado más de cien artículos y numerosas ediciones prologadas sobre Lope de Vega, Cervantes, Calderón, Quevedo, Tirso de Molina, el conde de Villamediana, Bernarda Ferreira de la Cerda, Francisco de Rojas Zorrilla.
Ha impartido, asimismo, distintos cursos y seminarios. Es frecuente ver su nombre en antologías y ediciones de libros. Ha escrito y escribe reseñas, recensiones y artículos en revistas especializadas.
No hay que olvidar, por último, que el Dr. Pedraza está muy interesado también en la didáctica de la literatura española, de ahí sus publicaciones sobre el tema y los libros de texto que, solo o en colaboración. Y si nos parecía poco, también se interesa por divulgar el español entre los alumnos extranjeros que quieren aprender el idioma.
Recientemente ha preparado, con Milagros Rodríguez Cáceres, una edición prologada y anotada del Segundo tomo de «El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha» de Alonso Fernández de Avellaneda (2014).


Resumen de las conferencias

El texto del Quijote de Avellaneda: una compleja transmisión
Dra. Milagros Rodríguez Cáceres


Por distintos avatares, la edición del Quijote de Avellaneda ha llegado con errores hasta nuestros días. Concretamente hasta el 2008 en que se corrigieron.
Se creía, precisamente hasta 2008, que de esta obra solo se conocía una edición, la de Tarragona. No hay duda de que está impreso en Tarragona, pero hay dos ediciones distintas. La segunda edición es defectuosa y está empeorada porque se hizo con prisas. No siempre sigue fielmente la primera edición que es la mejor.
Nadie se percató de las dos ediciones porque son muy parecidas y tienen el mismo formato. La segunda edición emplea el sistema “a plana y renglón” que consiste en copiar cada página igual. Podían ser imprentas distintas, pero aquí parece que fue la misma imprenta.
Si nos fijamos en la portada ya observamos diferencias y vemos que no está hecha con las mismas planchas.
¿Cuántos ejemplares hay? Solo uno de la primera edición, que está en la Biblioteca Nacional de España, en la colección Cedó y dos de la segunda edición, también en la Biblioteca Nacional. El ejemplar de la primera edición está muy deteriorado, le faltan folios y por eso no se siguió. Esta confusión ha dado lugar a que haya lecturas que estaban bien en la primera edición y son incorrectas en la segunda. Otras son peores e, incluso, hay lecturas distintas. Lo lógico es acudir al original y ver las diferencias. A veces hay errores tanto en la primera edición como en la segunda.


Avellaneda y la invención de la novela por Cervantes
Dr. Luis Gómez Canseco

El Quijote de Avellaneda es un ejercicio de violencia pero también de literatura. Avellaneda fue el principal cervantista del S. XVII. Odiaba a Cervantes, pero le gustaba El Quijote. Sirve para entender cómo se leía esta obra en su contemporaneidad y cómo fue su proceso creativo.
Avellaneda sin duda fue un hombre piadoso, que conocía el latín, tenía nociones de teología y defendía la monarquía y la nobleza. A Avellaneda le molestaba El Quijote porque era corrosivo con la realidad de su tiempo, por eso lo transforma.
El Quijote fue un éxito porque movía a la risa, a la comicidad (golpes, caídas, hidalgo flaco…) y eso es lo que le gusta a Avellaneda, la “sal gorda”, por llamarlo de alguna manera. Avellaneda añadió muchos detalles escatológicos y alusiones sexuales a la obra. En Avellaneda, Don Quijote es un loco maniático que repite la misma pauta: es un loco que cambia continuamente de personalidad. Con Sancho ocurre lo mismo; además, no ni una pizca de amor ni de amistad entre los dos. Sancho es el villano de la época, glotón y ruin.
En la segunda parte del Quijote, el Sancho cervantino dice, refiriéndose a los de Avellaneda, “deben de ser otros”. Además, en la obra de Cervantes, el amor es la razón de ser; en el de Avellaneda no hay amor, no hay Dulcinea, sino una prostituta vieja que se quiere encamar continuamente con Sancho. Además, la acción se traslada a la ciudad porque los protagonistas son nobles (los únicos que entienden el tipo de humor de Avellaneda). Don Quijote y Sancho se terminan convirtiendo en bufones.
¿Cómo funciona el ingenio de los dos escritores? En el texto de Avellaneda se intercalan dos novelas y entre ambas aparece un cuento narrado por Sancho, basado en la primera parte del Quijote. Avellaneda cambia la historia, emplea los mismos nombres (es el relato de la pastora Torralba), pero no cuenta lo mismo. Avellaneda se atiene al esquema del “cuento de nunca acabar”, mientras que Cervantes lo enriquece y reflexiona sobre las maneras de contar historias (la culta y la popular).
El texto de Avellaneda es un libro entretenido que corresponde al modelo de comicidad del momento. La risa de Avellaneda está más cerca del lector del XVI que la de Cervantes. La literatura era un negocio y Avellaneda escribe para vender (los escritores deben escribir al gusto de los lectores y él lo hace).
A Cervantes eso le sentó fatal, aunque “se hizo el bueno” en apariencia, pero responde en la segunda parte (capítulo XXVI) y reafirma su autoridad. Desavellaniza al Quijote y a Sancho (capítulo LIX).
Lo que convierte a Cervantes en Cervantes es la suma de las dos partes. Es en la segunda parte cuando inventa algo más y lo hace gracias a Avellaneda. Ya no es un libro sin más, sino la confesión a los lectores de que Avellaneda se equivocó de modelos y no supo identificar a Quijote ni a Sancho.


Cervantes y Avellaneda; historia de una enemistad
Dr. Felipe Blas Pedraza Jiménez


La primera parte de El Quijote es un éxito editorial. Sus ediciones se multiplican (cinco ediciones en 1605 y siguen en 1607, 1610, 1611… en Bruselas, Milán…). El Guzmán de Alfarache (1604) fue la inspiración de Cervantes. La historia de Don Quijote divirtió a miles de españoles y europeos, desde reyes a analfabetos y todos deseaban una segunda edición.
¿Por qué Cervantes no se lanzó a escribir la segunda parte? Parece que el éxito de la primera parte le reportó beneficios limitados (cobró 1000 o 1500 reales cuando Lope de Vega cobraba 500 por cada comedia vendida). Además, la mayor parte de las ediciones no le repercutían un real.
Por otro lado sintió vértigo y temió decepcionar a los lectores de la primera parte.
Cinco años después, Alonso Fernández de Avellaneda se dispone a cumplir la promesa de Cervantes y el 1610 comienza a redactar la obra, cuatro años después la publica en Tarragona. Avellaneda no hizo algo tan raro ni inusual en la época (por ejemplo, el mito de Orlando, a varias Arcadias, o las Dianas o el propio Guzmán de Alfarache).
Avellaneda sigue la historia donde la dejó Cervantes y él sí menciona el lugar. Argamesilla. Avellaneda sigue el modelo cervantino y le da un sesgo personal. Es un libro ameno, de ágil lectora que se acerca al Buscón de Quevedo (parece que conocía el texto por algún manuscrito). Es también una novela aristocrática, que incluye algunos versos y dos novelas bien contadas.
Ni Cervantes ni la posteridad le han perdonado a Avellaneda que siguiera la historia. Y muchos sectores de la crítica se han empleado con actitud beligerante. El odio a Avellaneda tiene mucho de quijotesco.
Alonso Fernández de Avellaneda creó una obra que merece una lectura atenta y en simpatía y un análisis sereno. Le hizo un favor a Cervantes y a la literatura posterior.
Cervantes tenía otro motivo para no seguir con la segunda parte y es que quería escribir algo más que un texto cómico e hilarante. No quería ser intrascendente, sino una obra seria. De ahí que se encontrase redactando Los trabajos de Persiles y Segismunda.
Por otro lado, en la novela no hay nada que haga pensar en la inquina y enemistad hacia Cervantes, sí en el prólogo. Se puede pensar que el prólogo lo escribió otro, como dice Nicolás Marín, incluso el propio Lope de Vega.
El Dr. Pedraza cree que no es otro autor, sino el propio Avellaneda que ha pasado de la admiración a la irritación al leer el prólogo de las Novelas Ejemplares en donde Cervantes comentaba que estaba ya escribiendo la segunda parte y eso irrita a Avellaneda.
El cuarto centenario de su obra es, de alguna manera, el momento de la firma del armisticio entre ambos autores.





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