domingo, octubre 05, 2014






La reina de Turnedó,
Gloria Sánchez - Pablo Otero
Kalandraka, 2014.



Lo primero que llama la atención del título de este poema espléndido es la palabra "turnedó". Se puede ser, por ejemplo,  reina de corazones, reina del amor, reina de la primavera... pero ¿reina del turnedó? ¡Claro que sí! Gloria Sánchez, entre bromas y veras, eleva a categoría literaria la palabra de origen francés "turnedó" que no es nada más -ni nada menos- que un filete de solomillo de buey. Ahora bien, superado su significado, y limitándonos a escuchar la palabra, a decirla y a sentirla, no se puede negar su sonoridad y su categoría; así que... bienvenida a la reina del Turnedó.

El álbum, destinado a niños desde cinco años, es pura imaginación y pura diversión. Podríamos decir, incluso, que entronca con el nonsense porque los personajes que aparecen, a cual más disparatado, causan el alborozo y, sin duda, la sorpresa. En el jardín de la reina hay una mata, la princesa que la guarda, el lacayo, el caballo, el carro, el coche, el rey, el cuervo, el huevo que puso el cuervo y, como en los mejores cuentos, un dragón hambriento que amenaza con churruscarlo todo; aunque, en ese momento se produce una inflexión, y un doctor que  opera al dragón y libera a todos los personajes. Mientras, al dragón le queda un inmenso agujero que todos usan como flotador. A partir de ahí  ya todo es hilaridad y el poema nos conduce a la apoteosis final.

La reina de Turnedó, como estamos diciendo, presenta una estructura acumulativa y bebe directamente la literatura popular oral, la más cercana a la literatura infantil y su origen último. Es un poema en donde el ritmo es esencial ya que se pide, continuamente la colaboración del lector u oyente, en forma de curiosas acotaciones o de apelaciones directas. Los niños deben aplaudir, asombrase, exclamar, suspirar, lamentarse e, incluso, graznar. Los versos, en arte menor, inciden mucho en los finales agudos que aportan contundencia y contienen imágenes sorprendentes, metáforas, personificaciones, onomatopeyas, paralelismos, concatenaciones, entre otras, que muestran el minucioso trabajo de la autora.

La fórmula funciona porque, mientras, por ejemplo, un adulto va leyendo el texto central, el niño aguarda su intervención y, con cada exclamación y cada aplauso, se introduce más y más en el texto hasta lograr que niño y adulto vayan a un mismo son. Es más, el poema es idóneo para su memorización por su sonoridad y su estructura que encadena unos elementos con otros.

Si Gloria Sánchez, con su obra, logra un clima de libertad absoluto y una implicación total del niño, Pablo Otero, con sus ilustraciones, de aire abstracto, consigue algo más: favorecer ese lazo invisible entre lo sonoro y lo visual. El rojo y el negro se dan la mano para recrear unas situaciones tan estrafalarias que, gracias a la abstracción de los trazos, se pueden acabar entendiendo o aceptando al menos.

En suma, bienvenida sea La reina de Turnedó y gloria a los que la protegen y guardan su jardín porque de ellos será la imaginación. Y una advertencia: no se podrán leer solo los primeros versos... ya que el poema atrapa de tal manera que no se puede parar hasta el final y, aun entonces, hay niños -mi hija de seis años, por ejemplo- que me pide empezar de nuevo porque le fascina esa posibilidad que ofrece el poema de interacción.

Y... "Este es el jardín/ de la reina de Turnedó".Aplaudan, por favor.

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