martes, diciembre 20, 2011

Laura Gallego,
Madrid, SM, 2011.


Viana, la heredera del duque de Rocagrís, estaba destinada a ser feliz y a vivir un cuento de hadas. Nada hacía presagiar que su mundo y su vida iban a cambiar. La joven Viviana había sido educada con esmero y estaba prometida a Robian, el amor de su vida. Soñaba con esa boda y se sentía la mujer más dichosa cuando llegó, como todos los años, a celebrar el aniversario de la coronación del rey de Nortia, la víspera del solsticio de invierno. Ahora bien, esa vida muelle y tranquila, sin preocupaciones, se resquebraja con la invasión de los bárbaros que sacuden los cimientos de Nortia y hacen que ya nada sea igual. Viviana pierde a su padre en la batalla y asiste, estupefacta, a la humillación de Robian, que no se rebela ante la situación y acepta a los nuevos jefes bárbaros. Vivian es dada en matrimonio a uno de esos jefes, como sucede con todas las mujeres de Nortia, doncellas o no. Las penalizaciones y los quebrantos pasan a ser el nuevo panorama vital de la joven. Viana, no obstante, sale adelante y se convierte en toda una leyenda, al dar muerte a su propio marido y huir al bosque, en donde conocerá a otro ser legendario, el caballero Lobo, quien la cuida, la protege y le enseña a sobrevivir y, lo que es más importante, a cambiar su sistema de valores. Viana forma parte de la resistencia y, como rebelde, tiene un papel importante que jugar que no se corresponde en nada al que le habían asignado al nacer. Gracias a su espíritu indomable se interna en el bosque, buscando respuestas, y allí conoce a Uri, un joven extraño, que va a formar parte de su vida de una manera perenne.
Donde los árboles cantan, de la escritora Laura Gallego, es un libro que combina el aliento épico con el romanticismo de la historia, porque, al lado de las escenas bélicas, aparecen momentos reposados, de una ternura increíble.
Destacan algunos personajes, excelentemente trazados por la autora. Viana es el más importante con su evolución, de una joven melindrosa a una chica fuerte, justa y capaz, con ese punto de intrepidez que nunca la abandona. El caballero Lobo, un noble renegado, es otro punto importante en la narración. Un hombre fuerte, de sólidos principios, con un código del honor y de la lealtad muy estrictos. Uri, el extraño muchacho del que se enamora Viviana y que sufre un proceso que el lector tendrá que averiguar, con el alma en vilo y el aliento entrecortado, porque Uri no es lo que parece, sino un ser especial, mágico.
En torno al bosque que señala la frontera de Nortia hay muchas leyendas y los juglares las entonan, tanto es así que Viana siente una curiosidad por conocer qué hay de verdad en ese bosque, que ocultan sus árboles y realiza dos visitas. En la primera conoce a Uri, a quien va a proteger a partir de entonces. Y, en la segunda, descubre el secreto de los árboles que cantan y de su savia vivificante. Viana, al final, se convertirá ella misma en objeto de leyenda que el viejo juglar Oki, muy importante en el relato, sabrá contar mejor que nadie.
Dos mundos se enfrentan en Nortia, el de los nobles y el de los bárbaros, el de la justicia y el de la intolerancia, el de la cultura y el de los bajos instintos. Viana asiste a esta lucha y toma partido a favor de los oprimidos y de los que sufren. Eso le pasa factura y pierde a su padre, a su mejor amiga, pierde todo lo que quiere, pero conserva la dignidad intacta.
Hay varios símbolos en el libro, como las joyas de la madre de Viana que ésta conserva en su castillo y quiere recuperar, le cueste lo que le cueste; o las enseñanzas de Lobo en torno a cómo perdió su oreja (un tema recurrente que nunca explica igual), o la magia de los árboles que son capaces de dar la vida a quien los tala.
Donde los árboles cantan, es una amplia novela, escrita en tercera persona y que sigue el esquema de los cuentos tradicionales, por eso se lee con esa creciente emoción, porque sabe insuflar en sus personajes y en la trama que plantea ese aliento épico del que hablábamos hace un momento. Ambientada en la Edad Media, recrea un mundo en donde los ideales del honor y el valor eran muy importantes.
Es un libro completo, redondo, un texto bien trabajo, sin resquicios. Una obra que, sin duda, consolida a Laura Gallego como una autora imprescindible en nuestra literatura actual. Y conste que no hablo de literatura juvenil, sino de LITERATURA.

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