miércoles, diciembre 07, 2011


Rüdiger Bertram. Dibujos de Heribert Schulmeyer,
Algar, 2011.


Kai tiene 11 años, va a la escuela y suele meterse en líos, aunque él no tiene la culpa. Eso no es ni novedoso ni interesante, podrá pensar el lector. Es algo que suelen hacer chicos y mayores, echar la culpa a otros. ¡Alto ahí! Lo que ignora el lector es que Kai tiene una particularidad especial: un amigo invisible. ¡Pues vaya cosa!, pensará más de uno. Eso del amigo invisible es tan antiguo como el mundo. Los niños, para crecer, a veces, acuden a un amigo invisible que, en cuanto cumple su función, desaparece y ya está. Kai desearía no tener ningún amigo “invisible” porque a Kai le fastidia profundamente vivir con Coolman. Coolman es una especie de héroe patoso, que se mete en problemas, aunque, como nadie lo ve, el que acaba enfangado es el propio Kai.
Coolman y yo, de Rüdiger Bertram e ilustrada por Heribert Schulmeyer, no es ni una novela ni un cómic, pero tiene algo de ambos, puesto que narra una historia e incorpora viñetas de algunos sucesos que vive Kai. Es más, el último capítulo, en forma de cómic, preludia una nueva entrega de las aventuras de Kai y de Coolman o de Kai instigado por Coolman, para ser más exactos.
Kai cursa 1º de ESO y no se siente muy feliz en el colegio, precisamente por culpa de Cooman, quien siempre va a su lado para hacerle meter la pata, para ponerlo en serios aprietos y comprometerlo delante de todos. A Kai le gustaría vivir su vida con tranquilidad, porque es un niño reflexivo y serio, pero no lo logra y siempre termina viviendo situaciones al límite y dando una imagen que no es la suya en realidad, aunque sí es la que todos ven. Por otro lado, la familia de Kai no es, precisamente, una familia al uso. Para empezar, sus padres, actores profesionales, tienen una manera de entender la vida muy particular y su hermana, Anti –Antígona- mantiene la estética gótica y acostumbra a no tener en cuenta las opiniones de Kai.
En primera persona, Kai escribe, dirigiéndose a los lectores como si fueran colegas, ya que emplea el “tú”, para explicarles su vida y tratar, al menos, de contar su versión de los hechos. ¿Por qué acaba en un contenedor de basura cuesta abajo?, ¿por qué se ve metido en una fiesta salvaje en su casa?, ¿por qué acaba en comisaría?, ¿por qué mete la pata con una chica que le gusta?, ¿por qué, por qué, por qué…? Siempre es Coolman la respuesta.
El libro se lee deprisa y se recorre con una sonrisa, puesto que Coolman y yo es una historia divertida, llena de ingenio e ironía. Es una historia para congraciarse con la lectura que demuestra que el humor no está reñido con la literatura. Cabe añadir que Laura Almiñana realiza una excelente traducción ya que es capaz de trasvasar las peripecias de Kai a nuestra propia realidad, con lo cual es proceso de asimilación e, incluso, identificación con el lector es más fácil y la lectura resulta mucho más amena también.
Son muchos los temas que se pueden observar en el relato, algunos ya se han mencionado, pero cabe señalar, por ejemplo, es acoso escolar. Kai sufre acoso escolar y, de alguna manera, acaba dándole la vuelta y cayendo en gracia a sus perseguidores, gracias a su hermana, quien siempre guarda un as en la manga. También aparece el tema de la vejez, en la fihura de Adolf Schmitz, un viejo gruñón que vive en una residencia de ancianos y que acaba llevándose bien con Kai porque él también ha soportado toda la vida a un amigo invisible, tan plasta como Coolman. Otro elemento divertido es cuando Kai decide escaparse de casa para escapar al enfado de sus padres por el destrozo de la casa en la fiesta que su hermana ha organizado y que, a la mínima contrariedad, decide volver.
A menudo las escenas de humor son tan disparatadas que chocan con el disparate. Un ejemplo lo tenemos es el momento en que Anti decide robar toda la compra en el super y, al no lograrlo, se hace pasar por ciega y, lo que es aún más rocambolesco, se sienta al volante del coche a conducir bajo la atenta mirada del encargado del súper que no parece extrañado ante el hecho de que una presunta ciega conduzca.
En suma, Coolman y yo es un libro fresco, divertido y muy ocurrente.

Primer capítulo

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