martes, agosto 30, 2011


La niña que podía volar
Victoria Forester,
Montena, Barcelona, 2010.


La niña que podía volar es un relato acerca de las diferencias y de lo difícil que es, a menudo, ser distinto en un mundo en el que se tiende a la homogeneidad. Parece que todos hubiéramos de seguir un dictamen y si alguien se sale de la fila está perdido o se le tacha de excéntrico o de imprudente o, lo que es peor, se le arrincona y ningunea. Por eso, novelas como la que estamos comentando, suponen una bocanada de aire fresco para los lectores. Piper es la protagonista y tiene un secreto enorme: puede volar. Es algo que ha descubierto sola, por sus padres, temerosos, no saben cómo enfocar el tema y es algo que le llevará a descubrir su talento y su potencial. Piper acaba ingresada en una escuela especial con unos chicos especiales y en unas condiciones especiales. La idea del centro, cuyas siglas son DEMENTE, es unificar a los seres vivos y quitar de en medio a aquellos que destacan por cualquier cosa. Lo dirige la doctora Hellion que, en principio, se muestra encantadora, pero que también esconde un secreto. Piper y sus compañeros preparan un plan de huida porque se dan cuenta de que lo que quieren hacer con ellos y no están dispuestos a renunciar a sus dones naturales que, bien mirado, pueden ser muy útiles para la sociedad.
La niña que podía volar está narrada en tercera persona de una manera ágil y directa. Su autora, Victoria Forester, escribe fluidamente, con sencillez, pero sin obviar ningún detalle. No pretende escribir una novela de fantasía, de magia o de aspectos sobrenaturales, sino una novela realista, que muestra lo positivo que es distinto y que, al fin y al cabo, todos somos distintos. Si Piper sabe volar y goza con ello. ¿Qué inconveniente hay? Para llegar a esta conclusión hace falta un largo camino lleno de escollos que solo las personas positivas, como Piper, son capaces de superar.
Interesa mucho destacar el friso de personajes que aparecen en el relato, desde los padres de Piper, una pareja entrañable, hasta los compañeros del centro –con seguridad Conrad es la mejor creación- pasando por la doctora Hellion y una serie de personajes más, como la intrigante del pueblo de Piper que goza sembrando chismes y que acaba, como se dice coloquialmente, con “dos palmos de narices”.
Por otro lado, en la novela también hay una clara crítica hacia los valores que predominan en la actualidad donde el tener es más importante que el ser y en donde las apariencias pueden ocultar mucho dolor y confusión. Lo que realmente es esencial para estos niños con dones es que los quieran y acepten, que se sepan parte de una familia. Eso es lo único que importa.
La niña que podía volar, está llena de momentos líricos, de gran fuerza literaria, como cuando un grillo, también especial, se pone a cantar con todas sus fuerzas y hace que muchas de las corazas se vengan abajo o cuando uno de los niños, el tímido Jasper, recuerda de repente cuál es su don y lo aplica con total vehemencia. La solidaridad, el saber parte de un grupo, el sentirse amparado, la autoestima y una serie de virtudes positivas presiden el relato y permiten que el lector, joven o adulto, pueda reflexionar acerca de sus propios comportamientos.
Es una novela coral que merecería una adaptación cinematográfica.
















jueves, agosto 25, 2011


Apariencias, Madeleine George,
Madrid, Editex, 2011, (Libros de Mochila)


 
Apariencias, de Madeleine George es un libro realista, a veces descarnado, que no disfraza los acontecimientos, sino que los enfrenta y los expone de una manera directa y, a menudo, demoledora. El título del relato, Apariencias, ya indica, de alguna manera que quiere huir de los estereotipos y que, como les ocurre a las protagonistas del relato, a menudo, por no decir casi siempre, la primera visión engaña. Se necesita observar muy de cerca y meditar despacio para hacerse cargo de lo que ocurre y de cómo son las personas y, aun así, nos podemos equivocar.
Las dos protagonistas de Apariencias son, en principio, dos chicas completamente antagónicas, condenadas, si nos dejamos guiar por los tópicos, a no entenderse, a ignorarse, incluso. Meghan Ball es una chica con una realidad difícil. Está llena de miedos, de angustias y de frustraciones. No sabe cómo canalizar esta ansiedad y acude a la comida. Solo comiendo, grandes cantidades de alimentos, nota que se apacigua su alma. Es una chica sin amigos que, pese a su corpulencia, pasa más bien desapercibida, aunque nadie le hurta los malos ratos ni las humillaciones. Meghan, además, es muy observadora y enseguida se ha dado cuenta de la presencia de una nueva alumna que acaba de llegar a clase: Aimee Zorn. Esta chica es lo opuesto a Meghan: apenas come y si lo hace, es de una manera simbólica. Aimee también arrastra un pasado emocionalmente difícil. Escribe unos poemas muy especiales y tiene problemas familiares. Las dos chicas se sienten solas y no encajan para nada en el ambiente escolar que les ha tocado vivir.
La autora, Madeleine George vive en Nueva York y, aparte de escribir, ha sido profesora de escritura y, en la actualidad, dirige un programa educativo en la prisión para mujeres de Manhattan. Demuestra conocer muy bien la realidad de un centro educativo medio, americano, puesto que las descripciones del ambiente, de la atmósfera escolar, de docentes y alumnos, son certeras e, insistimos, muy críticas. En este ambiente, en donde parece que solo pueden triunfar los que tienen éxito, los que son populares, Meghan y Aimee se sienten rechazadas y acosadas. Las situaciones que se describen son, en algún momento, duras y descarnadas. Las dos jóvenes acaban uniéndose por mera solidaridad y para consolidar su revancha. Las dos, como leemos al final, han inventado “una manera de ser invisibles”.
Apariencias está escrita en tercera persona y estructurada en 19 capítulos. Abundan las descripciones puesto que las dos protagonistas son muy observadoras y la autora ha querido dotar su relato con esta cualidad.
Es un libro destinado para lectores de 14 a 17 años, aunque pensamos que lo entenderán mejor los mayores, los de 4º de ESO e, incluso bachillerato. También es recomendable para los docentes ya que les ayudará a entender ciertas conductas que se pueden dar en las aulas (de cualquier lugar) y que, a veces, pasan bastante desapercibidas; aunque, por supuesto,  tampoco vendría mal que lo leyeran los padres y madres.
Apariencias no es un libro alegre, en absoluto, pero sí que propicia una buena reflexión acerca de los comportamientos que pueden darse en los centros escolares, de acoso y de desprestigio, que tanto daño causan a quienes los padecen. Es, en suma, un relato que lucha contra los tópicos y las “falsas apariencias”.

 Reseña de Apariencias en Pizca de papel

martes, agosto 23, 2011




Imaginarium, 2009.



            La editorial Imaginarium apuesta por el arte en este cuaderno dedicado al Museo del Prado que pretende acercar a los niños de 2 a 6 años seis pinturas emblemáticas de la pinacoteca madrileña. Concretamente se trata de:
-Venecia, desde la isla de San Giorgio, de Vitelli
-El quitasol, de Goya
-Las meninas, de Velázquez
-El jardín de las delicias (fragmento), de El Bosco.
-María Luisa de Parma, princesa de Asturias, de Antón Rafael Mengo
-El caballero de la mano en el pecho, de El Greco.
            La novedad del librito es que, en las páginas centrales, se incluyen dos hojas de adhesivos removibles irrompibles (como se lee en la portada) para que el niño o la niña las peguen en las pinturas oportunas y hagan los cambios que quieran una y otra vez, ya que de eso se trata. No en balde, en la contraportada se explica al niño, dirigiéndose a él en segunda persona: “Pega, despega, pega, despega y vuelve a pegar. ¡¡Serás todo un artista!!”. Y son las únicas palabras que encontramos en el cuaderno, ya que el resto son imágenes, reproducciones, como decíamos, de las seis pinturas mencionadas.
            “Hoy… al Museo del Prado” es un libro que agudiza la capacidad de observación de los niños y los pone frente a frente, acaso por primera vez, ante cuadros como “Las Meninas” para que les pierda el respeto, en el buen sentido de la palabra, y se atreva a mirarlos y desempolvarlos y, así, a amarlos. El arte, en definitiva, no es cosa de sesudos investigadores, sino que está al alcance de todos, de los pequeños de la casa, también.
           
             

lunes, agosto 22, 2011

La misteriosa fragua de Vulcano,
Jorge M. Juárez,
Bruño, Madrid, 2011, Paralelo Cero, 69


En una época tan convulsa y apasionante para el país como fue el periodo de Felipe IV y el conde-duque de Olivares se desarrolla la novela La misteriosa fragua de Vulcano, de Jorge M. Juárez. El autor tiene la habilidad de convertir en novela aquello que fue historia y viceversa, hacer historia de lo que solo está en la ficción. Así, logra un relato lleno de aventuras, de lances y de intrigas.
Esta primera novela del autor está cuajada de aspectos que merecen el comentario y nuestra atención. Para empezar, consigue crear en el lector una gran expectación que va aumentando conforme el relato avanza. La trama se inicia cuando el pintor Velázquez se dirige a Italia, acompañado de algunos de sus discípulos, entre ellos Juan Bautista Martínez del Mazo quien, con el tiempo, llegaría a ser un pintor reputado y el yerno del propio Velázquez, aunque ésta es ya otra historia. Viajan en una galera acompañados del gran Spínola, el héroe que logró pacificar Holanda. La travesía está al punto de fracasar por un abordaje que sufren y que los pone sobre aviso de ciertas maniobras pocos claras. Por si fuera poco, en España, el padre de Juan Bautista, herrero de profesión, es acusado ante el Santo Oficio por tener sueños premonitorios. De una manera rocambolesca consigue salir de la cárcel –el episodio está admirablemente resuelto- y acaba galopando, herido, hacia Italia para avisar a su hijo y al pintor de un complot que está al punto de acabar con la seguridad del país y la propia monarquía.
El lector irá, sin aliento, asistiendo a la resolución de distintos lances, aunque, pese a la rapidez del relato, el autor no deja de reposarse, en algún momento, para retratar a algunos personajes importantes, como el herrero o su mujer, que es una pieza indispensable para la resolución del conflicto. Por otro lado, hay una fina ironía a la hora de referirse a Felipe IV, más atento a sus veleidades que al gobierno. Baja, también, del pedestal a los grandes hombres, como a Velázquez a quien acusa de tacaño, aunque de una manera muy sutil. No menos importante es la figura de Diego Fernández de Córdoba.
La misteriosa fragua de Vulcano entremezcla, como hemos dicho, episodios reales con momentos de pura ficción, pero todos muy bien entrelazados. De alguna manera, la novela podría considerarse un viaje iniciático de Juan Bautista Martínez del Mazo, quien también tiene sueños premonitorios, y de sus compañeros, quienes, por su juventud, están formándose y creciendo gracias al sinfín de aventuras que vivirán y que pondrán en peligro sus vidas en más de una ocasión.
Finalmente, se desvela el porqué del título, La misteriosa fragua de Vulcano, en el último capítulo. En este momento, el lector disfrutará enormemente atando cabos y fijándose en la pintura para tratar de reconocer a los personajes reales, de carne y hueso.
La novela de Jorge M. Juarez, en suma, es un relato emocionante escrito por um buen conocedor de la historia que no busca solo aclarar algunos episodios, sino que quiere entrar, como diría Unamuno, en la “intrahistoria”, esto es, en los comportamientos de personajes anónimos que, son, en suma, quienes hacen la verdadera historia.
La misteriosa fragua de Vulcano se estructura en 41 capítulos y está escrita en 3ª persona narrativa por un autor omnisciente que disfruta enormemente con su trabajo. Abundan, no obstante, los diálogos y el léxico está muy ajustado a la época, así como la alimentación, la manera de vestir, la vida de los soldados, la rutina en alta mar y los usos un general. Es una obra muy documentada que no lo parece, ésa es su virtud, porque lo que domina es la intriga, la aventura, la lectura que nos deja sin aliento.












domingo, agosto 21, 2011



De Michael Grejniec, Kalandraka, 2009, Libros para soñar


            “¿A qué sabe la luna?” fue un libro muy adecuado para leerlo el año en que se conmemoró el 40 aniversario de la llegada del hombre a la luna, aunque la propuesta que hace Michael Grejniec, autor e ilustrador del texto, es distinta y mucho más lúdica. Es un texto que no necesita excusa, que se mantiene por sí solo.  La traducción de Carmen Barreiro está muy cuidada y, de alguna manera, logra que el texto se acerque a la poesía puesto que hay alguna rima asonante. De todas formas, es un relato que puede leerse en silencio, aunque pensamos que ganará si se hace en voz alta; incluso, pensamos, podría adaptarse como obra teatral sencilla.
 Un buen día, y ya pasamos al argumento, los animales se obstinan en llegar a la luna para morderla y saber cuál es su gusto, se ahí el título, no obstante no pueden solos y deciden unirse para formar una piña y solo así logran llegar a la luna. Los animales se estiran y no hay manera de alcanzar al satélite que parece reírse de sus esfuerzos, aunque con sonrisa plácida. Miles de ojos la contemplan y suspiran por alcanzarla.
            El texto se presenta como una concatenación de escenas. La tortuga es la primera en tratar de alcanzarla y la que señala el punto de partida, la montaña. Una vez allí, llama al elefante y, como no lo logran, acuden a la jirafa y así sucesivamente, un animal encima de otro, la cebra, el león, el zorro, el mono y el ratón. Uno se monta encima del otro, a manera de castillo animal y cada vez sienten que están más cerca, porque, bien claro es el mensaje, la unión hace la fuerza.
            El ratón, el más pequeño de todos, tiene el privilegio de tocar la luna, aunque ésta es esquiva y se ríe de sus esfuerzos. El ratón es, al fin, el que muerde la luna y le arranca un trocito y lo reparte entre todos los amigos que se sienten dichosos porque, y éste es el gran secreto, “la luna les supo exactamente a aquello que más les gustaba a cada uno”.
            El libro nos habla de los sueños, como indica la colección a la que pertenece, de la superación de las limitaciones y de la ayuda y la cooperación entre distintos seres que persiguen un mismo fin. Los animales se sienten contentos y esa noche duermen muy juntos; pero el pez, que lo ha visto todo, y ahí viene una nota de humor o de ironía, se pregunta a qué vienen tantos esfuerzos si él ve la luna que está en el agua. Al fin y al cabo, en este mundo, a menudo, todo depende de la perspectiva que uno tenga porque para el pez la luna del agua es más real que la del cielo.
            “¿A qué sabe la luna?” se presenta en formato álbum e incluye un medidor de regalo que hará las delicias de los pequeños porque ellos también tratarán de emular a los animales y con cada centímetro que crezcan estarán más cerca de la luna y… de ser mayores.
            Las ilustraciones son realmente mágicas ya que se centran en los colores de la luna y le dan total protagonismo, como señora de nuestro cielo nocturno.  Y es que la luna tiene muchas caras y… a cada uno nos ofrece aquello que buscamos. Como los sueños.






















viernes, agosto 19, 2011

Hace años escribí el relato "Ha sido en el pozo". En ese momento, la imagen poderosa de la luna de Lorca con un niño de la mano me impactó y presidió todo el relato. Lo incluyo en esta entrada como homenaje particular al poeta universal y añado el poema original, "Romance de la Luna Luna".



Romance de la luna luna

La luna vino a la fragua
con su polisón de nardos.
El niño la mira, mira.
El niño la está mirando.
En el aire conmovido
mueve la luna sus brazos
y enseña, lúbrica y pura,
sus senos de duro estaño.
Huye luna, luna, luna.
Si vinieran los gitanos,
harían con tu corazón
collares y anillos blancos.
Niño, déjame que baile.
Cuando vengan los gitanos,
te encontrarán sobre el yunque
con los ojillos cerrados.
Huye luna, luna, luna,
que ya siento sus caballos.
Niño, déjame, no pises
mi blancor almidonado.
El jinete se acercaba
tocando el tambor del llano.
Dentro de la fragua el niño,
tiene los ojos cerrados.
Por el olivar venían,
bronce y sueño, los gitanos.
Las cabezas levantadas
y los ojos entornados.
Cómo canta la zumaya,
¡ay, cómo canta en el árbol!
Por el cielo va la luna
con un niño de la mano.
Dentro de la fragua lloran,
dando gritos, los gitanos.
El aire la vela, vela.
El aire la está velando.




HA SIDO EL POZO, MADRE

 “Vivir es ver volver”
 Azorín
"Por el cielo va la luna con un niño de la mano”
F. García Lorca
      
“Ha sido en el pozo, ha sido en el pozo”. 
Juan, Anselmo y Jesús iban gritándolo por todo el pueblo. La noche estaba en calma y una luna grande y lechosa iluminaba sus rostros angustiados. 
“El pozo”. Un agujero oscuro y sucio. Nido de reptiles y alimañas. Tu tío y tu padre fueron los primeros, después llegaría la Guardia Civil y, al final, el silencio. Lo recuerdas con frío y dolor. Las mujeres del pueblo cosían sudarios blancos y la vieja nunca volvería a reír: el pequeño había muerto. Jesús regresó tiritando, de madrugada. La casa, desde entonces, es más pequeña y más triste. Me duele en el alma; pero hoy no debo ser cobarde. Tus ilusiones, tus esperanzas se fueron esa noche tras Juan, Anselmo y Jesús y murieron con el pequeño. Mi vientre concibió, mis desvelos lo arroparon y un mal aire me lo arrebató. Luego llegaron las lamentaciones, el sosiego, la paz. Tu madre está hecha de retazos mal cosidos. Tu madre no sabe vivir... Tu madre, tu madre. Mi madre permanece aún en los 30 años, llena de rosas y jazmines, abrumada por la soledad y la fatiga. Todos me han hablado del hermano, menos ella. Todos dicen que soy igual, menos ella. A veces la zarandearía, la golpearía para demostrarle que yo estoy aquí, que yo sí estoy vivo. Las flores no hay que enterrarlas.
La sirena sigue sonando. Hace 20 años de aquello. Ella se fue al pozo y no saldrá de él. Se reunió con el pequeño. Las mujeres aún recuerdan los sudarios blancos y los dientes amarillos de la vieja. No nos lo hubiéramos imaginado nunca; su madre tampoco pudo saberlo. Pero, ¿por qué esta noche?
No fracasarás de nuevo. Hace tiempo que lo llevo intentando. Juan, Anselmo y Jesús han ido a la ciudad; pero su grito se sigue oyendo en noches como ésta. Lo desempolvaré y saldrá de nuevo: limpio, rubio y grande. Mi niño buscando hierbas malignas para la hechicera. Mi niño hecho de espumas y nácares. Ahora veo esa luna redonda, blanca y letal. Ahora. “Ha sido en el pozo, madre. Ha sido en el pozo”. Por la mañana notamos su ausencia. Él nos dijo: “Está con el pequeño”. Todos nos miramos y asentimos. En la calle estaba lloviendo. Nadie se asomó al patio a recoger la ropa mojada. Apareció flotando entre sapos y algas, con el vientre hinchado y la cara morada. Tenía en las manos un mechón de pelo rubio. 
“Ha sido en el pozo, madre. Ha sido en el pozo”.  

(incluído en Relatario, Varios Autores, Librería Fuentetaja, 1992)

jueves, agosto 18, 2011


Tío Elefante,
Arnold Lobel, Kalandraka, 2011.



Tío Elefante es un libro imprescindible en cualquier biblioteca infantil. Es un acierto que Kalandraka apueste por este clásico esencial. Protagonizada por dos elefantes, tío y sobrino, la historia conmueve desde la última letra hasta la final. No es un cuento para pasar un buen rato, lo cual ya nos parecería un valor suficiente, sino que es un relato atemporal que entronca con lo más puro del ser humano, con aquello que aún no ha sido mancillado y que debemos conservar en el corazón. Tío Elefante es el relato de un cariño y de una pérdida. El pequeño elefante ha perdido a sus padres y su tío se hace cargo de él. Poco a poco, a base de paciencia, cariño y sensibilidad, la tristeza se va apaciguando y el elefante pequeño aprende a vivir con esa pena, pero sin que la pena lo hunda. Por suerte, los padres acaban apareciendo y el final es feliz, pero el tiempo que tío y sobrino pasan juntos ha quedado grabado en la memoria de ambos como un tesoro.
Tío Elefante presenta una estructura circular y podríamos decir que sigue la fórmula del viaje iniciático, puesto que los cuentos, las canciones y los juegos que el tío propone a su sobrino tienen una doble finalidad, que se entretenga, que se sienta bien, pero también que crezca, que aprenda. El texto se divide en nueve capítulos y está escrito de una manera cercana, pero muy trabajada puesto que tanto el léxico como la cadencia de las palabras son equilibradas y, sobre todo, están muy cuidadas. Hay que señalar la excelente traducción de Xosé M. González Barreiro.
Arnold Lobel, el autor del álbum, nació en Los Ángeles en 1933 y falleció en Nueva York en 1987. Su obra está muy valorada y, como decíamos al principio, se considera ya un clásico de la literatura infantil.
Cabe destacar el valor de las ilustraciones, realizadas por el propio autor, que, jugando con los claroscuros, resaltan la presencia imponente de los dos personajes quienes, gracias a la ternura de inspiran, nos dejan una imagen cálida y apaciguadora.
En suma, esta fábula moderna potenciará las relaciones familiares y hará que los niños despierten a la imaginación, gracias a la atmósfera con la que tío Elefante los envolverá desde el principio.


Publicado en Culturamas
















miércoles, agosto 17, 2011


Me`n torno al carrer Kieran,
 Barcelona, Barcanova, 2008, Narrativa nova, 124.


L`autora M. Lluïsa Amorós (Reus, 1954) ofereix aquest relat directe, molt ben escrit i ple de registres. Coneix molt bé la problemàtica del jovent d`avui i la reflecteix amb tota claredat i respecte.
En Bru és un jove de 18 anys amb un passat complicat. Orfe de pares, que van morir en un accident, fa cinc anys que viu amb una tia seva a Irlanda, encara que cada estiu torna a Reus a casa del Raimon, el seu millor amic. El darrer estiu que ens narra l`autora és diferent perquè no segueix res igual. Els pares d`en Raimon s`han separat, en Raimon té un nou amic, en Sesé, amb qui viu al límit i en Bru pensa que no té ja lloc a les seves vides, per això decideix tornar cap a Irlanda, al carrer Kieran on viu (i aquest és el sentit del títol del llibre). No ho fa perquè hi ha uns esdeveniments que li ho impedeix.
En Bru és un noi assenyat, massa reflexiu per la seva edat, que ha après a viure d`una manera diferent. La seva tia és una dona gran, que se l`estima molt, però no és el mateix que si visqués amb els pares. Com ja té 18 anys, ja és pot fer càrrec d`algunes coses i acaba tornat al pis familiar, on feia 5 anys que no posava els peus. Els records i la tristesa el surten a rebre. Ara bé, fa una descoberta important. Troba una sèrie de quaderns escrits per la seva mare, l`Eulàlia, qui, d`alguna manera, torna a estar als seu costat, perquè, amb els seus escrits li parla del passat, de la família, de com va conèixer al seu pare, dels pressentiments, de com s`estimava en Bru.
En Raimon, per la seva banda, acaba tenint un accident greu i això fa que la vida s`aturi i que tots els personatges reflexionin. És una parada necessària i un punt de trobada entre els diferents sentiments.
Me`n torno al carrer Kieran és un relat escrit amb agilitat, que es llegeix ràpidament. L`autora no fa massa descripcions i digressions. Narra d`una manera amena, molt acurada, això sí, i que connecta directament amb els lectors joves. Perquè la novel·la no és només el que hem explicat, ni molt menys. Al relat trobarem aspectes importants que fan referència al viatge iniciàtic d`en Bru, però també d`en Raimon. Ens parla també dels sentiments i hi ha un primer amor important per en Bru, amb la figura de la Cèlia, una noia que, en principi, sembla separar els amics, però que, finalment, sap posar en Bru en el seu lloc. Hi ha referències locals, però el missatge de la novel·la, sens dubte, no és local, sinó universal, podríem dir.
La lectura no només interessarà als joves, sinó als adults, perquè trobem personatges adults de prou pes com per reflexionar sobre els seus comportaments, en especial la Marta i en Josep, però també els pares d`en Bru, sobretot l`Eulàlia. Ens sembla un encert narratiu, per altra banda, incloure, en primera persona, fragments dels quaderns de la mare, encara que el relat estigui escrit en 3ª persona. La figura de la vella Àgata és també prou acollidora i important.
En resum, Me`n torno al carrer Kieran és un llibre que no ens deixarà indiferents i que té prou ingredients com per interessar a un públic lector ben ampli.

lunes, agosto 15, 2011

Sueños rotos,
Jordi Sierra i Fabra, Alzira, Algar, 2011, (Algar Joven, 48).


Elsa escribe un diario cuyos fragmentos abren y cierran este libro estremecedor de Jordi Sierra i Fabra, Sueños rotos. Elsa, desde el presente, recuerda un episodio que vivió, en su adolescencia, que la marcó profundamente. Y lo escribe en su diario.
No obstante, la historia la narra un narrador en tercera persona sin que le tiemble el pulso puesto que quiere llegar hasta el final y concienciarnos de que hay temas frente a los cuales no podemos permanecer ajenos. Nos jugamos mucho. La sociedad se juega mucho. Uno de ellos es el que trata el libro que estamos reseñando.
La casi niña Niaga está muy contenta porque, por fin, podrá ir a Gambia y conocer el país del que procede. No se puede creer que su padre haya conseguido el dinero y está pletórica. Niaga es una chica inteligente, que estudia en un centro español y que está casi del todo integrada, puesto que su padre y su entorno familiar no le dejan salir de casa, lo justo para estudiar; pero ella no se lo cuestiona y sigue con su vida. Muchos de los compañeros no acaban de aceptarla y la llaman con nombres ofensivos porque, a veces, lo que no se conoce da miedo.
Elsa es una joven española, que estudia y vive a buen ritmo. Ella sí se siente amiga de Niaga. Elsa está cansada de hacer siempre lo mismo, hasta su novio, un chico con pocas pretensiones y menos sueños, la aburre ya. Elsa quiere comerse el mundo y ser feliz.
Cuando Niaga le cuenta lo de su viaje, algo se enciende en la mente de Elsa y se disparan todas las alarmas. Empieza una lucha contrarreloj contra lo que ella cree que le podría pasar a su amiga. Piensa, y no se equivoca, que su familia quiere llevarla a Gambia para que le practiquen la ablación del clítoris. Y Elsa mueve todos los resortes que conoce hasta despertar las conciencias dormidas. Implica a sus amigos, a uno muy especial, Lorenzo; implica a sus padres y mejora así la relación que tiene con ellos; implica a su profesora de lengua e implica, en suma, a todos los compañeros de su centro escolar. Tanto es así que logran, en el último momento, parar el viaje que Niaga iba a hacer hacia su propia soledad y tristeza.
Jordi Sierra i Fabra pone el dedo en la llaga al hablar de esta practica ancestral, que nos negamos a llamar cultural y al demostrar, con cifras, que se sigue realizando. Hay que concienciar a las gentes y demostrarles que la ablación del clítoris no es nada necesario para la mujer, al contrario, menoscaba su autoestima y pone en peligro su salud. Sueños rotos así lo muestra, más aún al personificarlo en una joven que vive aquí desde hace más de 10 años y que, pese a todo, su familia, no sabe prescindir del lastre que los acompaña, al menos, hasta que alguien se lo hace ver claro.
Sueños rotos está escrito de una manera trepidante, luchando contra el paso del tiempo que es el enemigo de Niaga, pero también entrando en aspectos que tanto le gustan al autor barcelonés: la juventud vivida con autenticidad, el deseo de crecer, los sueños… la vida que ha de ser vivida sin que nadie nos lo cuente.
Interesa mucho el personaje de Elsa, la joven idealista, que lucha por lo que cree y que no se resiste a perder la confianza en los demás. Elsa es una de esas chicas que un buen día descubre que no le gusta cómo vive, que está harta de las cosas manidas y trilladas y que necesita volar; aunque también valora sus raíces.
Los prejuicios, en definitiva, nunca son buenos compañeros de viaje.


Publicado en Pizca de papel













domingo, agosto 14, 2011



Tu també ets una fada,
Beatrice Masini. Elena Temporin,
Castellnou, 2011, (Pícnic, 12)


¿Os habéis preguntado, a veces, por qué una persona os cae mejor que otra? ¿Sí? O... mejor aún, ¿por qué una persona os cae bien sin casi conocerla? Sobre todo, si pensamos en una mujer o en una joven o en una niña. Pues bien la respuesta, o una de las respuestas, la tiene Beatrice Masini y solo hay que leer este precioso libro para entenderlo. Y es que las hadas son seres mucho más asequibles de lo que nos pensamos y que están en todas partes. Simplemente hay que abrir los ojos como hacen algunas de las niña de Tu també ets una fada y dejarse llevar. Ahora bien, nunca hay que retenerlas en contra de su voluntad y hay ciertas reglas que debemos mantener para ser amigos de ellas.
Tu també ets una fada es un libro delicioso, ilustrado por Elena Temporin, que ha publicado Castellnou en su colección Pínic, destinado a niños de más de 8 años. No obstante, es tal la fascinación que el lector siente con cada uno de los relatos que forman el libro, que no hace falta plantearse la edad para disfrutar de él.
Y es que hay hadas para todos los gustos y de todo tipo, desde un hada madrina, hasta un hada un poco malvada, pero que no quiere avenirse con una bruja, pasando por todo tipo de criaturas gráciles, etéreas, simpáticas, pizpiretas, traviesas, pequeñas, más grandes, con varita y sin varita.
El misterio de las hadas ha fascinado al ser humano, sobre todo en la infancia, desde siempre. Todos tienen su versión, pero la de Beatrice Masini es, aparte de poética, ocurrente; está llena de vida, contacta el mundo de las hadas con el de los humanos y nos las hace más cercanas porque… ¿esa niña que está ahí o ahí o más allá… puede o no ser un hada?
Tu també ets una fada escribe acerca de la magia de lo cotidiano porque no hay que buscar demasiados prodigios a nuestro alrededor para creernos especiales. Eso nos cuenta la autora en el prólogo y se dispone a adentrarse en la vida de unos seres que están más cerca de lo que pensamos.
Los relatos que forman este libro son breves y chocan por su naturalidad llena de lirismo, ya que cada uno de ellos es una pequeña obra de arte.
Pensamos que los pequeños lectores, quizás sobre todo las pequeñas lectoras, por alusiones, pasarán un rato excelente leyendo el libro y aprenderán a contemplar y a observar mejor su alrededor… porque, quizá, más allá, en el jardín del vecino o en la maceta del balcón o debajo de una pastilla de jabón vive un hada. Nuestra hada.

sábado, agosto 13, 2011





Jardí de versos d`un nen, Robert Louis Stevenson,
Castellnou, 2011, Col·lecció Pícnic


Jardín de versos de un niño (Jardí de versos d`un nen) es acaso uno de los poemarios infantiles más conocidos por los pequeños lectores de habla inglesa. No obstante, hasta ahora era difícil encontrarlo en una buena traducción. Jaume Subirana nos ofrece una versión cuidada y muy asequible para los niños de 8 años en adelante. Es una manera excelente de acercarse a la poesía y de entender el universo infantil de Robert Louis Stevenson. Con seguridad el amplio público conoce las obras emblemáticas de Stevenson, pero acaso no se había parado a reflexionar acerca de su obra poética, la que ahora reseñamos.
La edición de Castellnou incluye además las ilustraciones originales de Jessie Willcox Smith, que constituyen, junto con los versos, un auténtico tesoro para la sensibilidad.
Stevenson fue un niño de salud débil y quebradiza. Pasó gran parte de su niñez en la cama bajo los cuidados de Alison Cunningham, a quien destina el libro y quien es también la protagonista de muchos de estos conmovedores versos. A ella, a Cummy, su niñera entrañable, dedica el libro y lo hace con un poema emotivo, lleno de agradecimiento. Gracias a Cummy, Stevenson descubrió el mundo de la magia y la fantasía. Aprendió con ella que los ojos del corazón no tienen por qué ver lo mismo que los de la cara y, gracias a eso, fue capaz de sobrevivir y escribir, tiempo después, este ramillete de versos.
Los poemas de Jardín de versos de un niño son amables y parecen escritos por un niño, por un pequeño que juega a ser marinero, que juega a vencer los miedos, que lucha contra los obstáculos y que, con el inmenso poder de la imaginación, viaja en el tiempo y en el espacio. Stevenson sabe de la lejana China; pero conoce también el poder del amigo invisible y entiende que sus juguetes cobran vida si él sabe mirarlos bien; aunque también disfruta con el juego real, con sus primos.
La selección que Jaume Subirana ofrece es amplia, más de la mitad de los poemas del original inglés pueden leerse en este pequeño libro que es una joyita literaria, sin duda. El traductor ha tratado de respetar, y creemos que lo ha logrado con creces, la rima y el ritmo de estos versos tan marcados. Son canciones divertidas, que quieren levantarse y jugar con nosotros. Los versos de Jardín de versos de un niño tienen el encanto de lo oral puesto que miles de generaciones los han aprendido de memoria para deleite de sus oyentes. Y hoy, en que, en los planes de estudio, la memoria parece que no ocupa el mínimo lugar, no estaría de más incluir en clase el recitado de alguno de estos poemas que nos hablan del mar, del viento, de la montaña, de los juegos, de los colores, de las sensaciones, de las estaciones, de los animales de granja… y, sobre todo, del placer de ser niño, uno niño que, si cierra los ojos, puede creer que su cama es un barco. Y a partir de aquí ya sobran las palabras. Dicen que la patria del hombre es la infancia. Stevenson lo demuestra y tiende la mano, desde su edad adulta, al niño que fue y que, de alguna manera, sigue jugando en el jardín. Su jardín de versos.

jueves, agosto 11, 2011

El faro de la mujer ausente,
David Fernández Sifres, Edelvives, 2011



El faro de la mujer ausente, del escritor leonés David Fernández Sifres, XI Premio Alandar, es un relato lleno de registros y de aciertos literarios. En primera persona, Hugo, de 16 años, narra una historia del pasado que habría de conmoverlo y cambiarle la vida para siempre.  Todo trascurrió en la localidad normanda de Bellemer donde Hugo pasó un verano más que distinto o emocionante, lleno de experiencias enriquecedoras que lo harán crecer y madurar. Y es que El faro de la mujer ausente es también el relato de un viaje iniciático que arranca con un Hugo escéptico, inseguro, y termina con otro chico, ni mejor ni peor, aunque sí más solidario y humano.
Hugo resultó ser el ganador de un curso intensivo de francés. De ahí que se trasladara solo, en avión, a París. Todo es nuevo para él, aunque sabe encajarlo bastante bien. Conoce a los que serán sus compañeros de grupo e, inicialmente, parece que todo va a ser normal. Hasta que un día, desoyendo las advertencias de un viejo pescador, se interna por un camino solitario y asiste a lo que él cree que es el asesinato de una mujer por un soldado. Una mujer quien desea entregarle un papel que aparece misteriosamente en sus bolsillos. Hugo sufre un desmayo y despierta en el hospital, atendido por una simpática enfermera. No obstante, ya nada será lo mismo. Poco a poco, con la ayuda de algunos de sus compañeros, Gabriella, sobre todo, va encontrando nuevas pistas que lo conmueven hasta lo más hondo y lo llevan al abismo porque Hugo, en más de una ocasión, cree que se ha vuelto loco.
El relato, por lo tanto, mezcla dos líneas narrativas. Por un lado, la actual, con el curso de francés y todas las actividades docentes y lúdicas. Por el otro, el episodio del asesinato que se remonta a la Segunda Guerra Mundial y que une al viejo farero, Bernard, con el pescador, la joven asesinada y un misterioso soldado alemán. Para solucionar ese episodio que aún no ha cicatrizado, Hugo y sus amigos tendrán que abrir aún más las heridas y removerlas hasta llegar al fondo y poder, así, cerrar un capítulo más de la guerra, uno de esos momentos que mezclan lo más sublime del ser humano con lo más abyecto, porque las situaciones límite, y una guerra lo es más que nada, ponen a prueba a las personas.
El faro de la mujer ausente es un relato antibelicista que clama contra todas las guerras y el dolor y la perdición que suponen para las buenas gentes que se ven abocadas a ellas sin haberlo pedito. En esta ocasión, se centra en el desembarco de Normandía, pero podemos aplicarlo a cualquier guerra. Dos de los compañeros de Hugo, uno alemán y otro inglés, que no cesan de criticarse mutuamente por esos orígenes, acaban, gracias a dos excombatientes de ambos bandos, aceptando que son más los puntos que los unen que los que los separan.
La novela también nos habla de sentimientos y alude a lo que podemos llamar el primer amor de Hugo, que no sería para toda la vida, no, pero que le dejó un poso importante. También lo enfrenta a la muerte, con el personaje entrañable de Klara. Y, sobre todo, permite que el lector reflexione sobre unos hechos que nunca debieron de haber ocurrido y que sembraron el dolor por doquier.
El faro de la mujer ausente recoge es una novela de amplios registros puesto que, siendo una novela histórica de base,  contiene elementos de novela de misterio, con otros, como ya dijimos, de viaje iniciático y aún de novela sentimental. Todo forma un entramado narrativo muy sugerente. David Fernández Sifres maneja con destreza la descripción de sensaciones y sentimientos y emplea, para ello, imágenes y metáforas muy impactantes y con gran potencia emocional. En cuanto a la descripción de personajes logra introducirnos en la psicología de Hugo y, poco a poco, en la de los principales actores del relato. Muchos son personajes ancianos, lo cual es un ingrediente básico para la novela, porque son los ancianos quienes tienen la memoria de lo que ocurrió en la guerra.
La novela se divide en veintitrés capítulos y un epílogo y arranca de un presente, la muerte del viejo farero, que permite destapar todos los hechos que Hugo rescata para el lector, puros y frescos, como están grabados aún en su mente. Un relato, en suma, redondo, que gustará a los jóvenes, pero también a los adultos.

Publicado en Pizca de Papel

miércoles, agosto 10, 2011




Ya la edicióm digital de "Voces de Cuenca" recoge esta conferencia, que reproduzco íntegramente a continuacíón. Fue pronunciada en la Iglesia San Julián de Cañete (Cuenca) el día 3 de agosto de 2011. Mi agradecimiento a todo el pueblo de Cañete, a los asistentes y mi presentador, de excepción, Miguel Romero Sáiz.


Jorge Manrique: “Paces de lo temporal con lo eterno”
(introducción general a su obra)

Anabel Sáiz Ripoll
Doctora en Filología

LOS MANRIQUE, UNA FAMILIA INFLUYENTE

El poeta Jorge Manrique es la figura cultural más destacada del reinado de Enrique IV. En toda su obra, incluso en sus poemas, considerados menores, se observa una constante preocupación por la muerte y el consiguiente desprecio de la vida. De alguna manera resulta premonitorio puesto que el poeta murió muy joven. De ahí que entre Manrique y Garcilaso de la Vega hayan querido verse paralelismos, ya que los dos murieron luchando y los dos escribieron una obra madura e importante.
Jorge Manrique pertenece a una familia castellana de abolengo. Los Manrique no solo estaban relacionados con los Lara sino también con la casa real. Muchos de ellos –hombres ambiciosos y guerreros-  lucharon en las distintas guerras que se dieron en los reinados de Juan II y Enrique. Acaso el Maestre de Santiago don Rodrigo fue uno de los más famosos, inmortalizado, además, por su hijo en las “Coplas”.

JORGE MANRIQUE, POCOS DATOS BIOGRÁFICOS

Jorge Manrique, el poeta, también siguió los pasos de sus antecesores, aunque se dejó prender también por las letras. De ahí que represente la figura del cortesano, tan importante en el Renacimiento. Nacido en Paredes de Nava (Palencia), hacia 1440, de la vida de Jorge Manrique se tienen pocos datos. La primera aparición en documentos escritos se produce en 1465. Pese a la importancia de su padre, Jorge Manrique fue comendador de Montizón, caballero de la Orden de Santiago y capitán de la Hermandad del reino de Toledo.
El poeta vivió, a los 13 años, uno de los acontecimientos más importantes y dramáticos de la época: la decapitación del valido Don Álvaro de Luna, enemigo de los Manrique. De todos es sabido cómo alude a este hecho en sus “Coplas”:
“Pues aquel gran Condestable
maestre que conocimos
tan privado,
non cumple que dél se hable,
mas sólo cómo lo vimos
degollado.
Sus infinitos tesoros,
Sus villas e sus lugares,
Su mandar.
¿Qué le fueron sino lloros?
¿Qué le fueron sino pesares
al dejar?” (Copla XXI)
Jorge Manrique, como su padre y su tío, el poeta y dramaturgo Gómez Manrique, siguió el partido del infante Alfonso contra Enrique IV y, a su muerte, la causa de Isabel, la futura Reina Católica, de la que fue siempre un ferviente seguidor y defensor. Del mismo modo combatió contra el marqués de Villena en el campo de Calatrava y colaboró con su padre en el Cerco de Uclés.
Su poesía amorosa sigue los tópicos cancioneriles del momento y no se sabe cuánto tiene de verdad o de ficción en cuanto al tema amoroso. Lo cierto es que se casó con doña Guiomar de Castañeda, hermana menor de su segunda madrastra, doña Elvira. Cabe señalar que su padre se casó tres veces. El poeta, aunque dedicó algunas composiciones a su esposa, no parece que tuviese un matrimonio muy feliz, debido, en parte, a la influencia de su padre o a su propio carácter. Sea como sea, tuvo un hijo, Luis, que murió, parece, sin descendencia.

UNA OBRA BREVE PERO INTENSA

De Jorge Manrique, como ya hemos dicho, se conservan pocos datos. No tuvo, como su padre, la suerte de aparecer reflejado en las crónicas de la época y, a menudo, su fama como escritor ha eclipsado al hombre de carne y hueso. Como escribe Azorín en “Al margen de los clásicos”: “¿Cómo era Jorge Manrique? Jorge Manrique es una cosa etérea, sutil, frágil, quebradiza. Jorge Manrique es un escalofrío ligero que nos sobrecoge un momento y nos hace pensar. Jorge Manrique es una ráfaga que eleva nuestro espíritu más allá, hacia una lontananza ideal”.
Augusto Cortina, en el prólogo a la edición del “Cancionero”, de Manrique, publicada por Espasa Calpe, en 1966, comenta tres aspectos importantes acerca del mismo:
-ligereza mundana (gentil en los versos amatorios y grosera en los burlescos)
-reflexión serena y profunda (expresada en las Coplas)
-valor personal
Enlazando con este último aspecto, Jorge Manrique murió en 1479, peleando contra el marqués de Villena, defensor de La Beltraneja, frente al castillo de Garcimuñoz. Su cuerpo fue enterrado en la iglesia del convento de Uclés, aunque hoy se  ignora el paradero de sus restos.
La obra de Jorge Manrique no es demasiado  extensa, lo cual resulta explicable dada la brevedad de su vida y su profesión militar. Pudo también, y no sería descabellado pensarlo, haberse perdido algún poema. Sea como sea, los estudiosos de Manrique suelen coincidir cuando afirman que su obra puede desglosarse así:
-44 poemas amorosos
-3 poemas satírico-burlescos
-2 poemas didáctico-morales (uno atribuido y otro, sin duda, el que le ha dado fama y renombre, las “Coplas”).
Suele leerse que, de no haber escrito las “Coplas”, Manrique sería considerado un poeta menor. No todos opinan lo mismo. Así, Ildefonso Vega Fernández, en el prólogo a su “Obra poética”, considera que “Las canciones de Manrique poseen una gran técnica, a pesar de que casi todas ellas se muevan dentro del tópico y no revelen una “música nunca oída”. El mérito del poeta está en el tratamiento de los temas –usados ya por otros poetas- y en las imágenes que emplea…”.
A la hora de escribir su poesía amorosa, Jorge Manrique, como todos los poetas del S. XV, recibe la influencia trovadoresca y la italiana, con Dante y Petrarca como influencias destacadas.
Jorge Manrique, en sus poemas amorosos, escribe sobre el amor cortés que él parece dominar perfectamente, al menos en su vertiente alegórica.
Manrique, como se ha dicho, también escribió alguna composición cercana a las cantigas de escarnio y maldecir, que se tiñen, en algunos momentos, de sarcasmo hacia su propia familia; aunque no entremos en estos aspectos porque la obra a la que queremos dedicar mayor espacio es a las “Coplas”.
En noviembre de 1476 moría en Ocaña (Toledo) el Maestre don Rodrigo Manrique. Su hijo, llevado por la piedad filial y la admiración, le escribió 40 estrofas en pie quebrado, 480 versos, con el intento de inmortalizar a su padre, aunque, por supuesto, la posteridad lo ha inmortalizado a él mismo.

LAS “COPLAS A LA MUERTE DE SU PADRE”, ELEGÍA UNIVERSAL

Los “Coplas” pertenecen al género de la elegía, cuyos precedentes medievales inmediatos están en el “Libro de Buen Amor” (el planto de Trotaconventos), en el “Diálogo de Bías contra Fortuna”, del marqués de Santillana, en el “Debate de la Razón contra la Voluntad”, de Juan de Mena o en el “Plancto de las Virtudes” de Gómez Manrique, tío del poeta. Ahora bien, son muchas las huellas literarias que encontramos y que nos llevan a fuentes bíblicas, a la patrística e, incluso, a los autores italianos ya citados, Dante y Petrarca; sin olvidar textos más cercanos al poeta, como pueden ser las vidas de santos de Berceo o las “Danzas de la muerte”.
No solo habla de la muerte en las “Coplas”, sino del paso del tiempo y de la Fortuna, siempre mudable y cambiante. Aparte muestra distintos tópicos literarios, como veremos, entre los que el “ubi sunt” y el “homo Viator” son los más frecuentes. El tono alegórico recorre todas las “Coplas” y las dota de esa especial emoción que, sin duda, siguen manteniendo.
La obra puede dividirse en tres partes:
1. Coplas I-XIII: Consideración general sobre la fugacidad de la vida. Así, en la copla III se lee:
“Pues si vemos lo presente
Cómo en un punto se es ido
Y acabado,
Si juzgamos sabiamente,
Daremos lo non venido
Por passado”.
2. Coplas XIV-XXIV: ejemplos de la historia pasada y reciente que prueban el dominio devastador de la muerte. Aparece el tópico literario “Ubi sunt?”, pregunta a la que la muerte responde con el silencio más absoluto:
“¿Qué se hicieron las damas,
Sus tocados e vestidos,
Sus olores?
¿Qué se hicieron las llamas
De los fuegos encendidos
De amadores?” (Copla XVII)
3. Coplas XXV-XL: en éstas los temas son las Muerte y el Maestre. Es la parte principal en cuanto a la intención del autor: elogio y panegírico del padre muerto. Tras la enumeración de los muertos del ayer, concluye con el muerto más reciente y querido y explica el porqué de su poema. Como escribe Pedro Salinas: “El caballero muere en paz; en paz acaba la elegía, en honda y serena paz. Paces de la vida con la muerte, paces de lo individual con lo universal, paces de lo temporal con lo eterno. El final de don Rodrigo es, y debía ser, el final del poema en nuestro ánimo para dechado de nuestros actos y pacificación de nuestra alma”.
En cuanto a la estructura de las “Coplas”, siguen, como se ha comentado comúnmente, la estructura de pirámide invertida, en cuya base estaría la vida, seguiría la muerte, los muertos y culminaría, estrechándose, con el muerto, su padre,
El poeta reflexiona sobre la fugacidad de la vida y lo hace de una manera equilibrada y armónica, sin aspavientos. Destaca la vanidad de las grandezas humanas que no sirven, a la hora de la verdad, para nada y comenta cómo las personas, de forma equivocada, persiguen los  bienes y las glorias mundanas. Acaba, por supuesto, poniendo por encima el ejemplo de su padre, quien acepta con entereza la llegada de la muerte. Jorge Manrique no se revela contra esta llegada, sino que dibuja la escena de la muerte del padre de una manera esperanzada, calmada y serena. Surge, de esta manera, la idea de la gloria y la fama. Por eso, las “Coplas” pueden considerarse una obra puente entre dos épocas, la medieval y la renacentista. Así, siguiendo la cultura medieval, concibe la vida humana como provisional y pasajera,
“Nuestras vidas son los ríos
Que van a dar a la mar
Que es el morir”. (Copla III)
Ahora bien, la impronta renacentista la vemos en la idea importante y novedosa de considerar la fama y la gloria como formas superiores de vida:
“No se os haga tan amarga
La batalla temerosa
que esperáis,
pues otra vida más larga
de la fama y gloriosa
acá dejáis” (Copla XXXV)
Todos los versos de las “Coplas” están escritos en la llamada sextilla manriqueña o copla de pie quebrado (8a8b4c/8a8b4c; 8d8e4f/8d8b4f) lo cual imprime al poema un ritmo lento y solemne, como se advierte ya en la primera copla:
“Recuerde el alma dormida,
Avive el seso y despierte
Contemplando
Como se pasa la vida,
Como se viene la muerte
Tan callando”
El poeta no escribe de manera complicada, sino asequible, lo cual aún dota de mayor trascendencia al poema, puesto que cualquier lector, con una mínima sensibilidad, se siente traspasado por el mensaje de Jorge Manrique.  Ahora bien, Jorge Manrique maneja con destreza y habilidad las figuras retóricas, como la metáfora o el símbolo y varias más. Forma y contenido, en suma, se acoplan perfectamente en esta obra.
Las “Coplas” nos ofrecen una lección ética y moral imperecedera y atemporal. Sin duda, las reflexiones que nos podemos hacer al leer los versos de Manrique entroncan con la parte más vulnerable del ser humano, la de la vida y la muerte. Suponen, las “Coplas” una lección de vida, aunque hablen de la muerte, porque nos indican los aspectos más importantes que tenemos que tener en cuenta a la hora de vivir. Las “Coplas” son también una gran lección de humildad porque,
“Las mañas e ligereza
E la fuerza corporal
De juventud,
Todo se torna graveza
Cuando llega al arrabal
De senectud” (Copla VIII)
Sin duda, las “Coplas” de Jorge Manrique constituyen una obra literaria de gran calado emocional, pero también artístico. Ahora bien, como sucede a menudo, por desgracia, tuvieron que ser conocidas a la muerte del poeta. Hoy en día las “Coplas” son consideradas la mejor elegía de la literatura española y su mensaje sigue emocionando a los lectores. Las influencias de Manrique son importantes. Valga, por ejemplo, citar otra gran elegía, “El llanto por Ignacio Sánchez Mejías”, de Federico García Lorca, en donde el retrato del torero bebe directamente en el que Manrique hiciera a su padre.
Y es que, como Don Antonio Machado, en sus “Soledades”, escribió:
“Nuestras vidas son los ríos,
que van a dar a la mar,
que es el morir. ¡Gran cantar!
     Entre los poetas míos
tiene Manrique un altar.
     Dulce goce de vivir:
mala ciencia del pasar,
ciego huir a la mar.
     Tras el pavor del morir
está el placer de llegar.
     ¡Gran placer!
Mas ¿y el horror de volver?
¡Gran pesar!”
Nuestro objetivo, por último,  ha sido introducir brevemente la obra de Jorge Manrique, aunque, por supuesto, son muchos y brillantes los estudios que se pueden consultar. Sirvan las anteriores líneas de pretexto o de trampolín para aquellos lectores que, por los motivos que sean, aún no se han acercado a su obra. Los más avezados acaso podrán releen conceptos que ya conocían y reflexionar nuevamente acerca de los mismos.

BIBLIOGRAFÍA
.Ediciones de la obra de Jorge Manrique:
ALDA-TESÁN, Jesús Manuel
Jorge Manrique, Poesía, Ed. Cátedra, Madrid, 1992 (15ª ed.).
CARAVAGGI, Giovani
Poesía, Jorge Manrique, Ed. Taurus, Madrid, 1988 (2ª reimpresión).
MERCKENS, Olivia:
Jorge Manrique, Recuerde el alma dormida, Mitos poesía nº 30, Grijalbo Mondadori, Madrid, 1999.
PÉREZ PRIEGO, Miguel Ángel:
Jorge Manrique, Poesías completas, Austral nº 52, Espasa Calpe, Madrid, 1999.
SANTAELLA LÓPEZ, Juan:
Jorge Manrique, Poesías completas, Editorial La Vela, Granada, 2000.
SANTIAGO, Miguel de:
Jorge Manrique, Poesía Completa, Ediciones 29, Barcelona, 1989.
TROYA MÁRQUEZ, Francisco:
Jorge Manrique, Poesía, Editorial Casals, Barcelona, 2000
VEGA FERNÁNDEZ, Ildefonso:
Jorge Manrique, Obra poética, Arbolí Didacta nº18, Ediciones Tárraco, Tarragona, 1983.
Varios autores:
Jorge Manrique, Coplas a la muerte de mi padre y otras poesías, Poesía y prosa popular, Ediciones Busma, Madrid, 1982.
.Otros:
AZORÍN:
Al margen de los clásicos, Publicaciones de la Residencia de Estudiantes, Madrid, 1915.
SALINAS, Pedro:
            Jorge Manrique o tradición y originalidad, Barcelona, Seix Barral, 1974.

.Algunos documentos en línea: