viernes, abril 29, 2011






Isabel Allende (Lima, 1942) es una escritora prestigiosa, que no hace falta presentar. Se dio a conocer con “La casa de los espíritus” (1982) y desde entonces no ha parado de sorprendernos con su magia y su talento literario.
Isabel Allende cuenta que siempre empieza a escribir una nueva novela un 8 de enero. El 8 de enero de 1981 empezó a escribir “La casa de los espíritus”. El 8 de enero de 1998 empezó “Hija de la Fortuna” y dos años después lo hizo con “Retrato en sepia”. Y así sucesivamente.
Entre 1981 y 1999 Isabel Allende escribió y publico “El Plan infinito”, “Eva Luna”, “Cuentos de Eva Luna”, “De amor y de sombra”... y, sobre todo, “Paula” (1994) dedicada a su hija fallecida a causa de la porfiria. Es ésta una obra desgarradora y una larga confesión de amor. Después, para tratar de salir adelante, nuestra escritora publicó su recetario erótico “Afrodita” (1998). En 2003 apareció su obra de reflexiones “Mi país inventado” y este mismo año, 2005, acaba de publicarse una biografía muy atractiva, con la que pocos se hubieran atrevido, “El zorro” y que, sin duda, será leída con avidez también por el público juvenil.
En este pequeño análisis nos dedicaremos a tratar la trilogía que Isabel Allende dedica al público juvenil “La ciudad de las Bestias” (2002), “El Reino del Dragón de Oro” (2003) y “El bosque de los pigmeos” (2004).
Cuando a Isabel Allende le preguntan por los temas de su obra contesta: “Hay varios temas que se repiten en mis libros: amor, muerte, solidaridad, violencia. También temas políticos y sociales, sueños, coincidencias, elementos históricos.”
Pues bien todos estos temas, y alguno más, son los que veremos en la trilogía. Decíamos que está dedicada a los jóvenes, aunque, bien mirado, como sucede siempre con la buena literatura, sus lectores no tienen edad. Lo que ocurre es que los protagonistas son dos chicos, Alexander Cold, de 15 años, y Nadia, de 12 o 13 años. No obstante, todo lo que Isabel Allende narra, toda la peripecia humana que se concentra en estos tres libros atañe a cualquiera de nosotros porque habla de la aventura en estado puro, pero no sólo es, sino que habla de la dignidad de los seres humanos, del valor de la libertad y de la importancia que tiene la amistad y la familia para salir adelante y superar las adversidades. A ellos habría que añadir una vertiente más mágica, la propia del realismo mágico hispanoamericano, que atañe a lo que no se ve, al mundo de lo onírico, a las percepciones, a los sueños. Y es que no hay mucho descanso en la vida de Isabel Allende porque “Sus noches no son tiempo de descanso total, porque lleva la cuenta de sus sueños y apenas despierta los anota. “Saco mucha información de los sueños que me sirve para resolver problemas de la escritura, aprender sobre mí misma y manejar mejor mi realidad” . Sin ir más lejos “La ciudad de las Bestias” empieza con un sueño, más bien una pesadilla.



ALEXANDER COLD

Alexander Cold ve que su familia se desmorona por la enfermedad de su madre y lo canaliza a través de los sueños: “Alexander Cold despertó al amanecer sobresaltado por una pesadilla. Soñaba que un enorme pájaro negro se estrellaba contra la ventana con un fragor de vidrios destrozados, se introducía a la casa y se llevaba a su madre” (pág. 9). Alexander no entiende por qué su madre debe enfermar y genera dentro de sí una rabia que no sabe cómo resolver: “Alex sintió ira contra su padre, sus hermanas, Poncho, la vida en general y hasta contra su madre por haberse enfermado” (pág. 11).
La figura de la madre, de Lisa Cold, es esencial en toda la obra, aunque apenas tiene un protagonismo real; es, por así, decirlo el motor que mueve a Alex a hacer lo imposible para conseguir su salvación puesto que está enferma de cáncer. Para Isabel Allende, igualmente, la figura de su madre fue esencial –es esencial- en su vida, le ha dado seguridad y amor y ella así lo cuenta: “Tal vez me resulta fácil querer a otros porque mi madre me ha querido tanto. De tanto recibir, aprendí a dar, dicen que eso se adquiere en la infancia” .
La serie, pues se inicia, cuando el padre de Alexander considera que es mejor enviar a sus hijos con las abuelas porque él debe atender a su mujer. Envía a las niñas (las dos hermanas) a casa de la madre de Lisa y a Alexander lo envía a Nueva York, a casa de su propia madre, Kate Cold, una mujer poto típica, una abuela que no ejerce de tal y que no despierta las simpatías de su nieto, aunque esto, con el tiempo, irá variando.
Alexander es un chico tímido, que enrojece por cualquier cosa, pero que, poco a poco, va creciendo y va haciéndose fuerte. Su propia abuela le explica por qué lleva ese nombre: “Alexander es un nombre griego y quiere decir defensor. (...). Hay muchas víctimas y causas nobles que defender en este mundo, Alexander. Un buen nombre guerrero ayuda a pelear por la justicia” (“La ciudad de las Bestias”, pág. 249).
Alexander vuelve a casa, tras la primera aventura, y su madre está mucho mejor, pero ya no perderá el contacto con su abuela y querrá ir con ella en su nuevo viaje, al Reino del Dragón de Oro. En este segundo libro ya tiene 16 años y no sabe muy bien qué siente por Nadia, aunque se escriben todos los días y cuando se encuentran para ir juntos de nuevo su alegría no tienen límites.
En el libro que cierra la trilogía asistimos a un avance en Alex: “Alexander dio un estirón de potrillo y alcanzó la altura de su padre. Sus facciones se habían definido y en los últimos meses debía afeitarse a diario” (pág. 12). Con Nadia ya se comunica por correo electrónico y son inseparables.
Alex sigue siendo un muchacho tierno y amable que sigue aprendiendo y nunca se siente superior, aunque como es lógico acusa su adolescencia: ha crecido, se siente a disgusto con su cuerpo, está de mal humor, cambia de estados de ánimo y mira a Nadia de distinta manera, aunque muy bien no sabe definirse. Es Nadia quien lo hace y le dice, tranquilamente, que algún día se casarán (pág. 171, “El bosque de los pigmeos”).

KATE COLD

Kate es periodista especializada en viajes y emprende, con Alexander, un primer viaje hacia un lugar recóndito del Amazonas. Ésa es la primera aventura. La segunda nos traslada a otro lugar, muy alejado de los escenarios habituales de Isabel Allende, al Nepal, concretamente a un reino olvidado y desconocido, del Reino del Dragón de Oro. Y la tercera se desarrolla en otro continente, en África. Con lo cual vemos que el paisaje, los personajes, los hechos, la magia todo va a irse combinando para ofrecernos un admirable friso de tres lugares mágicos de nuestro mundo. El paisaje, los misterios, los habitantes, los ritos, las costumbres todo enriquece la narración y la dota de una plasticidad increíble.
Kate Cold, viuda de un reputado músico, tiene 64 años cuando empieza la serie y es una mujer excéntrica, como ya hemos advertido hace un momento. Trabaja para la revista “International Geographic” y está acostumbrada a hacer siempre su santa voluntad. Pero mejor que acudamos a la descripción que nos da la propia narradora: “Kate Cold tenía sesenta y cuatro años, era flaca musculosa, pura fibra y piel curtida por la intemperie; sus ojos azules, que habían visto mucho mundo, eran agudos como puñales. El cabello gris, que ella misma se cortaba a tijeretazos sin mirarse al espejo, se paraba en todas direcciones, como si jamás se lo hubiera peinado. Se jactaba de sus dientes, grandes y fuertes, capaces de partir nueces y destapar botellas; también estaba orgullosa de no haberse quebrado nunca un hueso, no haber consultado jamás a un médico y haber sobrevivido desde a ataques de malaria hasta picaduras de escorpión. Bebía vodka al seco y fumaba tabaco negro en una pipa de marinero. Invierno y verano se vestía con los mismos pantalones bolsudos y un chaleco sin mangas, con bolsillos por todos lados, donde llevaba lo indispensable para sobrevivir en caso de cataclismo. En algunas ocasiones cuando era necesario vestirse elegantemente, se quitaba el chaleco y se ponía un collar de colmillos de oso, regalo de un jefe apache” (“La ciudad de las Bestias”, págs. 37-38).
Es una mujer estrafalaria que tiene el apartamento lleno de toda clase de objetos extraños: “Había un par de cráneos humanos traídos del Tíbet, arcos y flechas de los pigmeos de África, cántaros funerarios del desierto de Atacama, escarabajos petrificados de Egipto y mil objetos más. Una larga piel de culebra se extendía a lo largo de toda una pared. Había pertenecido a la famosa pitón que se tragó la cámara fotográfica en Malasia” (“La ciudad de las Bestias”, pág. 37).
Kate es una mujer que se ha hecho a sí misma y que no pretende ser la niñera de su nieto, es más, lo primero que hace es no ir ni a recogerlo al aeropuerto y lo segundo es regalarle la flauta que había pertenecido a su marido. Por lo demás, Kate, aparentemente se desentiende de él: “La escritora era de pocas palabras, pasaba el día leyendo o escribiendo en sus cuadernos y en general lo ignoraba o lo trataba como a cualquier otro miembro de la expedición. Era inútil acudir a ella para plantearle un problema de mera supervivencia, como la comida, la salud o la seguridad, por ejemplo. Lo miraba de arriba abajo con evidente desdén y le contestaba que hay dos clases de problemas, los que se arreglan solos y los que no tienen solución, así es que no la molestara con tonterías” (“La ciudad de las Bestias”, pág. 50). Sin embargo, poco a poco va acercándose a su nieto y deja de lado la indiferencia, por ejemplo, cuando le pica una hormiga por ir descalzo y le provoca fiebre. Kate, en realidad, quiere mucho a su nieto, pero no quiere demostrarlo, aunque a veces se le escapan muestras de afecto.
Al principio de la siguiente novela, “El Reino del Dragón de Oro”, encontramos a Kate enfrascada, al cuidado de los tres huevos que encontró Nadia y que en realidad eran tres diamantes. Kate crea la Fundación Diamante, con Ludovic Leblanc al frente, para proteger y ayudar a los pueblos en peligro. Cuando Kate reencuentra a su nieto para iniciar el siguiente viaje, algo ha cambiado en ella, ya que sonríe con ternura, cosa inusual en ella.
Entre Alex y su abuela se crea un vínculo de camaradería. Ella no quiere que se le llame abuela y él insiste en que lo llame Jaguar.



NADIA

Nadia es la niña que va a significar el conocimiento de otro mundo para Alexander. La conoce en su primera aventura y ya se convertirán en grandes amigos porque juntos pasarán por experiencias difíciles de narrar. Nadia siempre va con su monito Borobá y se nos describe de esta manera: “Tenía el cabello crespo y alborotado, desteñido por el sol, los ojos y la piel color miel; vestía shorts, camiseta y unas chancletas de plástico. Llevaba varias tiras de colores atadas en las muñecas, una flor amarilla sobre una oreja y una larga pluma verde atravesada en el lóbulo de la otra” (“La ciudad de las Bestias”, pág. 54).
Nadia evoluciona poco a poco y en la segunda novela, la vemos en Nueva York, en casa de Kate, causando el asombro entre las gentes: “Adonde fueran llamaban la atención. Un mono que se portaba como un ser humano y una niña con plumas en el peinado eran un espectáculo en esa ciudad. La gente les ofrecía dulces y los turistas les tomaban fotos” (“El Reino del Dragón de Oro”, pág. 69).
En la tercera entrega, “El bosque de los pigmeos”, Nadia vive con Kate en Nueva York porque está estudiando allí y ha crecido y ya es casi una mujercita.

EL JAGUAR Y EL ÁGUILA

Alex, en esta evolución personal que emprende, va a descubrir muchas posibilidades en él mismo y va a crecer como persona. De hecho las novelas, sobre todo la primera, son iniciáticas; muestran el camino que sigue este chico, su evolución personal que lo lleva a aceptarse a sí mismo y también a entender muchas cosas que antes ignoraba. Así, por ejemplo, en “La ciudad de las Bestias”, frente a un jaguar, nota algo especial y acaba transformado en ese felino porque, como le indica Nadia, es su animal totémico: “Vio que el felino abría las fauces, donde brillaban sus grandes dientes perlados y con una voz humana, pero que parecía provenir del fondo de una caverna, pronunciaba su nombre: Alexander. Y él respondía con su propia voz, pero que también sonaba cavernosa: Jaguar” (“La ciudad de las Bestias”, pág. 83).
Esta capacidad de transformarse en Jaguar va a ser decisiva en todas las novelas; así como la capacidad que tiene Nadia de convertirse en águila (su animal totémico) y de poder desaparecer completamente: “Nadia se elevó al cielo y por unos instantes perdió el miedo a la altura, que la había agobiado siempre. Sus poderosas alas de águila hembra apenas se movían; el aire frío la sostenía y bastaba el más leve movimiento para cambiar el rumbo o la velocidad del viaje” (“La ciudad de las Bestias”, pág. 171.
La explicación a este enigma, que puede resultarnos chocante, la da Nadia de la manera más sencilla: “Todos tenemos el espíritu de un animal, que nos acompaña. Es como nuestra alma. No todos encuentran su animal, sólo los grandes guerreros y los chamanes, pero tú lo descubriste sin buscarlo. Tu nombre es Jaguar” (“La ciudad de las Bestias”, pág. 86).
El poder de la mente es poderosísimo puesto que, en algún momento, Lisa, en plena quimioterapia, siente la presencia de Alex, un Alex que sueña, en pleno delirio.
Nadia y Alex, el águila el jaguar, viven aventuras juntos, increíbles. La primera es cuando, llevados por las Bestias y por sus propias visiones y la ayuda del Chamán, llegan al Dorado, al mítico Dorado, y allí, a la manera de las pruebas de los cuentos, Nadia consigue los tres huevos de cristal y Alex el agua de la salud, para su madre. La siguiente aventura, la del Reino del Dragón de Oro, le reporta muchas angustias a Nadia, quien está a punto de morir y también a Alex. Éste, en pos de conseguir la salud de su madre, recibe del maestro Tensing “excremento de dragón” que, parece ser, tiene poderes curativos, contra lo que a nosotros nos pueda parecer.
En la tercera aventura, se sienten transformados porque han vivido juntos la experiencia de ver los espíritus africanos, de sentirlos cerca. Eso les ha dado fuerza, les ha hecho ver lo que hay más allá e, incluso, han perdido el temor a la muerte. Se sienten, pues, más unidos que nunca.

MOTIVO DE LOS VIAJES

El primer viaje, está financiado por la revista para la que trabaja Kate y consiste en una expedición a la selva amazónica, a lo más profundo, entre Brasil y Venezuela para tratar de encontrar y fotografiar a una ser, humanoide, que se había visto en la zona y que tenía aterrorizada a la población. Una especie de yeti, pero en otro continente. Un antropólogo prestigioso, Ludovic Leblanc, iba al mando de esta expedición; aunque sus ideas y teorías chocan siempre frontalmente con las de la periodista.
El segundo viaje, al Reino del Dragón de Oro, es con objeto de realizar un reportaje sobre la naturaleza de ese reino, que está muy cuidada; sin embargo, se disparan las alarmas y, como siempre, se superan las expectativas iniciales.
El tercer viaje, a África, tiene otro motivo, el de realizar un reportaje sobre el primer safari en elefante que existía en África, aunque también se truncan los planes iniciales.

PAISAJES Y ESCENARIOS

El tiempo parece no tener importancia puesto que se viaja a lugares en donde parece haberse detenido. La vegetación es distinta, el mundo parece ser otro y eso, a los lectores, nos asombra y nos inquieta, puesto que está hablando de lo desconocido. Por ejemplo, mientras llegan al corazón del Amazonas: “... la vegetación se volvía más voluptuosa, el aire más espeso y fragante, el tiempo más lento y las distancias más incalculables. Avanzaban como en sueños por un territorio alucinante” (“La ciudad de las Bestias”, pág. 53). El lugar por el que atraviesan está lleno de maravillas que Isabel Allende trata de describirnos: “En cambio la flora y la fauna eran maravillosas, los fotógrafos estaban de fiesta, nunca habían tenido al alcance de sus lentes tantas espcies de árboles, plantas, flores, insectos, aves y animales. Vieron loros verdes y rojos, elegantes flamencos, tucanes con el pico tan grandes y pesado, que apenas podían sostenerlo en sus frágiles cráneos, centenares de canarios y cotorras” (“La ciudad de las Bestias”, pág. 95).
“El Reino del Dragón de Oro” transcurre en oriente, en un escenario distinto u exótico para nosotros. Lo mismo ocurre en “El bosque de los pigmeos” donde la naturaleza es salvaje y los sonidos nada tienen que ver con los de la civilización, ni siquiera la naturaleza sigue el menos criterio, llueve, sale el sol, hay humedad. Todo es nuevo, real, primitivo, cercano a los orígenes: “Había una algarabía de aves en el aire y una fiesta de diversos peces en el agua; vieron hipopótamos, (...) y cocodrilos de dos clases, unos grises y otros más pequeños color café” (pág. 90).



OTRAS COSTUMBRES, OTRAS CREENCIAS

Isabel Allende es muy respetuosa con las creencias de los distintos pueblos a los que describe y está en contra de cualquier presión que pretenda hacerlos cambiar. De ahí que, por ejemplo, cuando se habla de los indios si deberían o no ser cristiniazados, uno de los personajes, el padre de Nadia, comenta: “Explicó que eran muy espirituales, creían que todo tenía alma: los árboles, los animales, los ríos, las nubes. Para ellos el espíritu y la materia no estaban separados. No entendían la simpleza de la religión de los forasteros, decían que era una sola historia repetida, en cambio ellos tenían muchas historias de dioses, demonios, espíritus del cielo y la tierra” (“La ciudad de las Bestias”, pág. 66).
En “El Reino del Dragón de Oro” Isabel Allende nos habla del Budismo y nos ofrece distintos elementos para que podamos entenderlo: “La base del budismo es la compasión hacia todo lo que vive o existe. Dijo que cada uno debe buscar la verdad o la iluminación dentro de sí mismo, no en otros o en cosas externas. Por eso los monjes budistas no andan predicando, como nuestros misioneros, sino que pasan la mayor parte de sus vidas en serena meditación buscando su propia verdad” (“El Reino del Dragón de Oro”, pág. 122).
Es un momento emocionante, por ejemplo, cuando Dil Bahadur, el sucesor e hijo del Rey, escucha el mensaje del Dragón de Oro y lo reproduce como si fuera un oráculo y esto es lo que le dice la piedra: “Mi karma es ser el penúltimo monarca del Reino del Dragón de Oro. Tendré un hijo, que será el último rey. Después de él el mundo y este reino cambiarán y ya nada volverá a ser como antes” (pág. 304).
En “El bosque de los pigmeos” también se respeta el trabajo de los curanderos africanos, así leemos: “En África los médicos han comprendido que en vez de ridiculizar a los curanderos, deben trabajar con ellos. A veces la magia da mejores resultados que los métodos traídos del extranjero. La gente cree en ella, por eso funciona. La sugestión obra milagros. No desprecie a nuestros hechiceros” (pág. 31).
Como dice Angie, la piloto guía en África, “los dioses africanos son más compasivos y razonables que los dioses de otros pueblos. No castigan como el dios cristiano. No disponen de un infierno donde las almas sufren por toda la eternidad. Lo peor que puede ocurrirle a un alma africana es vagar perdida y sola. (...). Los espíritus, en cambio, son más peligrosos, porque tienen los mismos defectos que las personas, son avaros, crueles, celosos. Para mantenerlos tranquilos hay que ofrecerles egalos. No piden mucho: un chorro de licor, un cigarro, la sangre de un gallo” (pág. 159).
Los pigmeos creen en un hueso que tiene poderes mágicos y ese hueso les ha sido arrebatado por un brujo y lo tiene un reyezuelo, Kosongo, quien los domina y somete a su voluntad.
Ahora bien, Isabel Allende trata con cariño y comprensión a los misioneros y sacerdotes. Tanto al sacerdote que trabaja en el Amazonas como al misionero que vive en África. Los respeta porque son gentes que han ido a allí a ayudar, no a imponer nada.
No obstante dice que: “El catolicismo no me atrae y tampoco otras religiones. He descubierto que mientras más dioses tiene una religión, más tolerante es. Los peores crímenes contra la humanidad se han cometido en nombre de un dios único. El budismo sería atractivo si no tan machista como todas las religiones tradicionales”


SERES ENIGMÁTICOS Y PRODIGIOSOS

Los tres libros que estamos comentando nos muestran a personajes distintos, dentro de la esfera de lo anímico, personajes que son puro espíritu, que son la esencia. Pero también personajes exagerados, criaturas de otro tiempo, irreales, prodigiosos. Uno de ellos, el primero que nos encontramos, es Walimai, el Chamán que “habla a través de sueños y visiones. Puede viajar al mundo de los espíritus cuando desea” (“La Ciudad de las Bestias”, pág. 69).
En el primer volumen, ya en medio del Amazonas, son encontrados por un pueblo de seres que tienen la capacidad de hacerse invisibles: “Estaban desnudos, pintados de rayas y manchas, con plumas y tiras de cuero atadas en los brazos, silenciosos, ligeros, inmóviles. A pesar de encontrarse a su lado, era difícil verlos; se mimetizaban tan perfectamente con la naturaleza, que resultaban invisibles, como tenues fantasmas” (“La ciudad de las Bestias”, pág. 125).
Y llegamos a la aparición de la Bestia, que no es ni maligna ni violenta, sólo pertenece a otra especie, una especie antiquísima, que recoge en su memoria cada uno de los avatares del ser humano: “Era una criatura de forma humana, erecta, de unos tres metros de altura, con brazos poderosos terminados en garras curvas como cimitarras y una cabeza pequeña, desproporcionada para el tamaño del cuerpo” (“La ciudad de las Bestias”, pág. 139).
Nos encontramos ante los yetis en “El reino del Dragón de Oro”, son unos seres extraños, pero que simplemente buscan sobrevivir: “Estaban en medio de una horda de seres repelentes, de un metro y medio de altura, cubiertos enteramente de pelambre blanco, enmarañado e inmundo, con lagos brazos y pernas cortas y arqueadas, terminadas en enormes pies de mono” (pág. 23).
Tensing, el Lama, el maestro del heredero al Reino del Dragón de Oro, es un personaje que nos transmite equilibrio, que nos habla del poder de la mente, del equilibrio entre ésta y el cuerpo.
En África se encuentran con Mama Bangesé, una especie de médium, que intuye qué será de ellos en ese país y le da este consejo a Alex: “Se puede hacer daño y se puede hacer el bien. No hay recompensa para hacer el bien, sólo satisfacción en tu alma. A veces hay que pelear. Tú tendrás que decidir” (“El bosque de los pigmeos”, pág. 19).
Los pigmeos también se nos describen, como es lógico dada su importancia en la tercera novela, con detalle: “A los pocos minutos surgieron cautelosamente de la espesura unas figuras humanas tan pequeñas como niños; el más alto n alcanzaba el metro cincuenta. Tenían la piel de un color café amarillento, las piernas cortas, los brazos y el tronco largos, los ojos muy separados, las narices aplastadas, el cabello agrupado en motas” (pág. 95).
Kosongo, el rey que tiraniza a los pigmeos, es un personaje negativo, claro está, pero aparece en esecena de manera apabullante. Transcribimos parte de esa descripción: “Kosongo iba ataviado con un manto enteramente bordado de conchas, plumas y otros objetos inesperados como tapas de botella, rollos de película y balas. El manto debía pesar unos cuarenta kilos además llevaba un monumental sombrero de un metro de altura, adornado con cuatro cuernos de poro, símbolos de potencia y valor” pág. 103).
En África, entran, Alex y Nadia, en contacto con el espíritu de la última reina de los pigmeos, Nana-Asante y es ella quien fortalece a la pareja protagonista y les hace actuar para acabar con la opresión de su pueblo. El fragmento que transcribimos es épico, por así decirlo, porque une a todos los espíritus benéficos que han estado protegiendo a nuestros chicos: “... venía la reina Nana-Asante, soberbia en su desnudez y sus escasos harapos, con el cabello blanco erizado como un halo de plata, montada sobre un enorme elefante, tan antiguo como ella, marcado con cicatrices de lanzazos al costado. La acompañaban Tensing, el lama del Himalaya, quien había acudido al llamado de Nadia en su forma astral, trayendo a su banda de horrendos yetis en atuendos de guerra. También venían el chamán Walimai y el delicado espíritu de su esposa, a la cabeza de trece prodigiosas bestias mitológicas del Amazonas” (pág. 239-240).

CHOQUE DE INTERESES

Los viajes que, en principio, iban a resultar entretenidos y sin demasiados riesgos se convierten, de pronto, en una peripecia sin fin porque surgen problemas por todas partes. Fallan los medios de transporte, sufren emboscadas y lo que es peor están al punto de morir en varias ocasiones. A menudo las personas en las que confiaban se convierten en seres malvados que sólo quieren conseguir sus objetivos a costa de lo que sea. Es el caso de la dotora Torres, que en combinación con Mauro Carías, vacuna a los indígenas y lo que hace es inyectarles el propio virus del sarampión, con lo que estas pobres criaturas mueren sin duda. Con ello se pretende “limpiar el Amazonas dando paso a los mineros, traficantes, colonos y aventureros” (“La ciudad de las Bestias”, pág. 264).
Cuando llegan a Delhi, antes de viajar al Reino del Dragón de Oro, sufren una conmoción al ver la diferencia que existe entre unas clases y otras: “El contraste entre la opulencia del hotel y la absoluta miseria de aquella gente produjo en Alexander una reacción de furia y horror. Más tarde, cuando quiso compartir sus sentimientos con Nadia, ella no entendió a qué se refería. Ella poseía lo mínimo y el esplendor de aquel palacio le resultaba agobiante” (“El Reino del Dragón de Oro”, pág. 77).
En esta misma novela, la Secta del Escorpión emprende una operación de secuestros de niñas a gran escala que choca con Nadia y sus poderes y también con otras ayudas, como la del Lama y los yetis. Aparte hay puesto en marcha otro plan que es apoderarse del Dragón de Oro para vendérselo a un coleccionista y secuestrar al Rey quien, por una desgracia, acaba muriendo de verdad.
El pueblo cree que su fuerza le viene de ese Dragón, que sin él no son nada, cuando, el verdadero Dragón resulta que no es la figura llamativa llena de pedrería, sino la peana, la base. Por lo tanto, no han robado nada: “Se llevaron una estatua muy bonita, pero en realidad el oráculo sale de la piedra. Ése es el secreto de los reyes, que ni los monjes de los monasterios saben. Ése es el secreto que me entregó mi padre y que ustedes jamás podrán repetir” (“El Reino del Dragón de Oro”, pág. 301). Aunque Kate manda fabricar otro dragón para que el pueblo siga teniendo su símbolo.
En “El bosque de los pigmeos” el interés reside en el exterminio de los elefantes para traficar con sus colmillos, con el marfil. El reyezuelo ha sometido a los pigmeos y les hace trabajar para él, mientras se enriquece y los atemoriza fingiendo tener poderes inexistentes. Son Nadia y Jaguar, por descontado, quienes desmantelan esta trama y devuelven la libertad a los pigmeos y a los elefantes.

FINAL

El tercer libro contiene un epílogo que nos sitúa a los personajes, dos años más tarde de la última aventura. Obvio es decir que las tres aventuras suceden en nuestros días, pero lo más cercano es el epílogo en donde Alex es ya un joven que ha acabado sus estudios y Nadia una hermosa mujer quien lo espera en la casa de Kate para ir al baile de graduación. Son felices y se sienten a gusto en la casa de la abuela, rodeados de todos los recuerdos. A lo lago de “El bosque de los pigmeos” Alex nos ha contado que estaba recogiendo sus aventuras por escrito:”No pretendo ser escritor, sino médico. Se me ocurrió la idea cuando se enfermó mi mamá y lo decidí cuando el lama Tensing te curó el hombro con agujas y oraciones. Me di cuenta de que no bastan la ciencia y la tecnología para sanar, hay otras cosas igualmente importantes” (pág. 170). Pues bien, al final de la trilogía es Kate quien ha escrito el libro, con los apuntes de su nieto: “Mira, hijo, los tres libros ya están publicados. Cuando leí tus notas comprendí que nunca serás escritor, no tienes ojo para los detalles. Tal vez eso no sea un impedimento para la medicina, ya ves que el mundo está lleno de médicos chambones, pero para la literatura es fatal” (pág. 249).
En suma, como estamos viendo, los libros forman una unidad porque hay constantes referencias del anterior en el siguiente y así sucesivamente, aunque pueden leerse por separado. No obstante forman un tríptico cerrado que contempla, de manera muy acertada, tres realidades desconocidas y muy distantes entre sí.
La narración está siempre en tercera persona, con abundancia de descripciones y un cierto diálogo (no demasiado) que contribuye a acercarnos más a los personajes quienes, por otra parte, no son entes planos, sino redondos ya que, como acabamos de ver, evolucionan a la largo de las novelas. Toda la trama, todas las aventuras se enriquecen con la prosa deslumbrante de Isabel Allende que nunca pierde de vista el humor, incluso en las situaciones más desesperadas, hay un matiz cálido y lleno de ingenio. Como bien dice: “... comprendí temprano que casi todo se puede decir mejor con irreverencia” .
Como vemos, de modo muy general y breve, muchos son los aspectos que trata Isabel Allende en esta trilogía. Hay en sus páginas una denuncia hacia el poder omnipresente del dinero y una apuesta por los valores de la tolerancia y la igualdad. Isabel Allende escoge a unos personajes jóvenes, que aún están haciéndose, para situarlos como ejemplo de comportamiento ético, de entrega, de ayuda hacia los demás; aparte insertarlos en un clima de misterio y aventura que envuelve cada una de sus novelas. Aunque la acción domina el relato, hay también momentos, como hemos visto, de reflexión que dar mayor hondura a la trilogía que hemos tratado de analizar, al menos en sus aspectos más generales. Ahora, como siempre, es el turno del lector que hará bien, si no lo ha hecho, en leerse las tres novelas o en releérselas porque, seguro, que descubrirá aspectos en los que aún no había reparado.

BIBLIOGRAFÍA

-Isabel Allende: La ciudad de las Bestias, Barcelona, Plaza y Janés, 2002

-Isabel Allende: El Reino del Dragón de Oro, Barcelona, Plaza y Janés, 2003.

-Isabel Allende: El bosque de los pigmeos, Barcelona, Círculo de Lectores, 2004.

-Celia Correas Zapata: Isabel Allende. Vida y espíritus, Barcelona, Plaza y Janés, 1998.



"LA ATRACCIÓN DEL ABISMO ES DEMASIADO PODEROSA"


José María Latorre (Zaragoza, 1945) es, pensamos, en la actualidad, el mejor escritor de novela de terror dirigida al público juvenil que escribe en castellano o, como a él le gusta decir, en un término suyo, es el mejor escritor de terror de la literatura adulto-juvenil.

A los amantes de la literatura fantástica y de terror, la producción de este autor aragonés, de más de 30 títulos, no les va a dejar indiferentes. Aparte de novelista es guionista y crítico de cine. Ha dirigido la revista “Dirigido por…” y la colección de libros “Programa doble”. Sus artículos de literatura, cine o música pueden leerse en la revista ya citada y en “Camp de l`arpa”, “El viejo topo”, “Quimera”, Andalán” y varias más.

José María Latorre es también un escritor premiado y reconocido con:
• Premio Literario Villa de Benasque por el cuento “Número ausente” (publicado en el libro La noche de Cagliostro y otros relatos)
• Premio "Degeneración de los 80" por la novela School Bus
• Premio Gigamesh por el ensayo El cine fantástico
• Premio "Ciudad de Barbastro" por la novela El hombre de las leyendas
• Premio San Pancracio, Extremadura, a la mejor labor crítica
• Premio Gran Angular, de Ed. SM, por la novela La mirada de la noche
• Premio a la Crítica, Festival de Astorga
• Finalista al Premio Literatura Joven Ciudad de Toledo por la novela Osario
• Finalista al Premio Edebé por la novela La incógnita del volcán
En las siguientes líneas comentaremos algunas de sus novelas y trataremos de centrar sus características más comunes, así como sus rasgos de estilo. El autor se caracteriza por la contención y la sobriedad narrativa; esto es, por una prosa correcta, precisa en donde nada es gratuito. Sus relatos tienen un ritmo que va aumentando hasta llegar al clímax final que suele centrarse en una noche que es cuando llegamos al desenlace de la historia.

PERSONAJES EN PRIMERA PERSONA

Los relatos de José Mª Latorre suelen estar escritos en primera persona y de forma retrospectiva. Ya al principio de la narración, el personaje principal, que suele ser un hombre, deja claro que lo que sucedió lo marcó para siempre, pero también abre la puerta al misterio porque impulsa las ganas de leer. Por ejemplo, La mirada de la noche empieza así: “Nunca había creído en fantasmas, aparecidos y vampiros hasta que vi cómo el cuerpo de mi abuelo se movía dentro de su ataúd” (pág. 7) o Visita de las tinieblas que se inicia con estas palabras: “Yo estaba lejos de sospechar que el día que abandoné el seminario, en una soleada mañana de noviembre que no parecía anunciar la inminencia del invierno sino la del estío, mis días de tranquilidad habían llegado a su fin” (pág. 11). A veces el comienzo del relato viene marcado por las premoniciones negativas del personaje como en La isla del resucitado: “Desde el momento en que puse los pies a bordo del Nathaniel intuí que el viaje acabaría mal. Esa sensación se fue apoderando poco a poco de mí hasta que llegué a sentir un profundo malestar” (pág. 9).

En Los ojos en el espejo, pocos párrafos después de haber iniciado la narración, John Hadley, el protagonista que ha decidido cambiar de aires para ver su supera la muerte de su esposa, explica: “…sin saberlo, el viaje que emprendía para alejarme de la obsesión por la muerte iba a sumergirme en un mundo macabro” (pág. 13). En otros relatos, casi al final de la historia, su protagonista principal tiene un momento que podríamos llamar de clarividencia como ocurre en La mano de la momia: “Mi fatalismo, más que justificado por los sucesos de los últimos días, me decía que no íbamos a poder impedir la consumación del ritual…” (pág. 201).

En varios libros de José Mª Latorre se repite un rasgo interesante que unifica a sus personajes. Estos jóvenes, que recuerdan ya de adultos el episodio motivo del relato, suelen estar solos, es decir, no tienen familia cercana, son huérfanos, pero sus padres habían sido aficionados al ocultismo o, de alguna manera, su infancia estuvo presidida por estos elementos (En el abismo, Codex Nigrum…). Normalmente les acompaña una mujer con la que acaban viviendo de forma intensa esa pesadilla. Por supuesto, hay también mujeres protagonistas, como La profecía del abad.

Los personajes positivos que se enfrentan al mal o a fuerzas desconocidas experimentan el terror de manera directa y espeluznante, pero no por eso dejan de actuar como ocurre en Visita de tinieblas, casi en el desenlace: “Con el miedo golpeándome en el pecho como el cincel del escultor sobre el mármol…” (pág. 186).
Ralph Benson describe así su miedo en La isla del resucitado: “Era para volverse loco: la angustia y el miedo estaban acompañados por un intenso sentimiento de soledad, como si en el universo no hubiera nadie más aparte de nosotros y del monstruoso resucitado” (pág. 151).

Brandon, en La mirada de la noche, siente auténtico pánico y combina el miedo del pasado con el del presente y quizá el del futuro: “Todo el horror de los días pasados, añadido al de mi infancia, no fue nada en comparación con el que me esperaba. Estuve un rato tumbado, llorando y jadeando por el esfuerzo…” (pág. 184).
Algunos de sus personajes son expertos en ocultismo que quieren investigar algún fenómeno anormal o bien egiptólogos que conocen a fondo el mundo de las momias.
ESCENARIOS
En cuanto a los escenarios que maneja son dispares y alejados de la geografía española, en su mayoría, salvo algunas excepciones. De todas formas cuando escoge España, como en Pueblo abandonado o en Visita de Tinieblas se centra en zonas determinadas de Galicia, de la Galicia profunda, donde el misterio campas a sus anchas. Le gustan, por lo tanto, los lugares enigmáticos, con una gran huella histórica, como puede ser Egipto o las tierras de influencia céltica (Galicia, por supuesto, pero también Irlanda). No obstante, aún va más lejos y acude a escenarios exóticos como Madagascar o Sumatra. De todas formas, el autor parte de una minuciosa documentación, no de un conocimiento real de la zona, lo cual, creemos, no resta mérito al texto.
En La profecía del abad negro, situada en Stoney, se nos cuenta que: “En este país no hay un lugar donde no se cuenten historias extrañas. Al parecer, hace unos ciento cincuenta años se celebraban en el antiguo Stoney rituales ocultistas e invocaciones malignas; hubo una abadía, cuyas ruinas todavía se conservan, si bien a duras penas se tienen en pie, que era el centro de la vida de la ciudad. Con el paso de los años y con la muerte de los viejos habitantes, todo se fue trasladando a la zona nueva…, nadie quería vivir allí” (pág. 41). Los cementerios son uno de los escenarios idóneos para que surja el miedo. A José María Latorre le atraen poderosamente los osarios. Así, en el mismo libro, se nos habla de un cementerio abandonado: “…cuyas tumbas se hallaban semiocultas bajo la vegetación que, con el paso del tiempo, había ido creciendo con ellas, formando una maraña vegetal que nadie se había tomado la molestia de podar” (pág. 49). Más adelante, frente a la abadía abandonada, la protagonista reflexiona: “Nunca había visto un lugar tan aterrador y, a la vez, tan romántico, como esa abadía en la que todo, incluso la vegetación, parecía muerto desde hacía más de un siglo” (pág. 109).
Anteira, un pueblo abandonado por sus habitantes, es el escenario de Pueblo fantasma. La culpa de semejante huida la tuvo también la presencia demoníaca como leemos: “La pobre gente de este pueblo tuvo que marcharse dejando en él a sus muertos… Es una de las cosas más tristes de los abandonos de los pueblos: dejar atrás a la fuerza la propia memoria familiar. Pero ellos no tuvieron la culpa, el Ser de las Tinieblas es astuto.” (pág. 75).

En Visita de tinieblas un hecho terrible hace que se disparen las alarmas en la zona, en Galicia, como ya dijimos. En un convento han muerto todas las monjas a la vez de una manera brutal, presas del más puro miedo. El protagonista reflexiona al respecto y piensa que: “La muerte de las monjas de Santa Rosalía era otro aviso –tal vez el más inquietante- que salía a mi encuentro para hacerme sentir la amenaza de una situación extraña y peligrosa” (pág. 80). El cementerio del convento es aterrador puesto que se oye continuamente un llanto de niño: “Las cruces se alzaban entre la niebla y la luna arrancaba de ellas hermosos destellos plateados. Para mí, pisar esa niebla era casi como pasear por encima de una seda inmaterial. Volví a percibir claramente el llanto, que sirvió para orientarme entre las sepulturas” (pág. 131).

Un manicomio ya cerrado, Balckdawn, era el principal centro para las prácticas demoníacas de una secta satánica que no dudaban en matar a los pacientes para sus ritos, tal como leemos en Los ojos en el espejo.

Los fenómenos de la naturaleza se alían muchas veces para agrandar aún más esa sensación de terror oscura y pastosa que invade a los personajes. Así, por ejemplo, lo leemos en La isla del resucitado: “El viento se notaba más allí: arremetía contra nosotros como si fuera un aliado del ghoul, empeñado en devolvernos al suelo” (pág. 171).

EL PERSONAJE MALIGNO

Si nos centramos en los personajes malignos, veremos que José María Latorre acostumbra a aludir al mal en estado puro; eso es, al demonio; aunque también aparecen vampiros muy ligados con las fuerzas demoníacas. Un vampiro cruel es el abad negro, en La profecía del abad negro. Un anciano, experto en ocultismo, es el único que se da cuenta de los planes del abad, que quiere convertirse en inmortal: “La única forma de inmortalidad que conozco, a no ser que alguien ponga remedio a tiempo, es el vampirismo. [..] Me atrevo a predecir que el abad está a punto de convertirse en una de esas criaturas y por ello habla de inmortalidad” (pág. 82). A veces se apela a la experiencia para tratar de entender qué pasa, aunque es difícil: “Se afirma que el abad negro se transformó mediante un pacto diabólico en un vampiro, en un ser de las tinieblas. Sabemos que en el siglo diecinueve se dieron casos semejantes en algunos países de Centroeuropa… Se podían considerar como una enfermedad moral que coincidió con la decadencia de la aristocracia” (pág. 139). Lucilla, la bella esposa, enigmática del padre del protagonista de Visita de tinieblas resulta ser, como imaginábamos, un engendro del mal, alguien maléfico, una hembra vampiro, pero distinta a las demás porque mezcla el vampirismo con el satanismo:”… esa clase de vampiro satánico tiene que reposar en lugares sagrados que hayan sido profanados…” (pág. 147). Otro engendro demoníaco es la fuerza malvada en Codex Nigrum. En La isla del resucitado, es un ghoul la criatura que causa estragos: “… una criatura monstruosa que se alimenta de cadáveres…, de un ser que vive debajo de los sepulcros, en las galerías y en las criptas.” (pág. 80). Así lo describe José Mª Latorre al final del relato: “…lo más repugnante no era el muñón en que se había convertido su mano, sino sus dientes puntiagudos, largos y amarillentos.” (pág. 231). Una momia es el desencadenante del horror en La mano de la momia: “la momia había echado a andar hacia nosotros, acompañada siempre por su repugnante séquito de moscas” (pág. 204).

EL DEMONIO

Las alusiones al demonio, a los ritos satánicos, al culto al diablo son recurrentes. Ya en Codex Nigrum es la fuerza demoníaca quien provoca los distintos asesinatos. Siempre su presencia viene precedida por un intenso hedor. En Los ojos en el espejo nos habla de las prácticas de una secta satánica, heredera de otra aún mayor, la Black Star. Estos iluminados creían que “…existía una especie de puerta de comunicación con un subsuelo habitado por seres demoníacos, encerrador allí desde la noche de los tiempos” (pág. 217). Es obvio decirlo, pero se trata de personas muy peligrosas porque son auténticos fanáticos del mal que piensan que con lo que llaman la Gran Invocación conseguirán despertar al demonio. Encuentro en el abismo es otra de sus novelas que alude al demonio y a las distintas maneras de regresarlo. Es particularmente escalofriante el pasaje en el que Beshi, una especie de chamán de la isla, logra, junto a Fritz vencer la presencia del maligno. En esos momentos el ritmo narrativo se ralentiza y podemos casi escuchar la respiración de los personajes. El Mensajero, en Pueblo abandonado es otro ser de las tinieblas que está al punto de abandonar el submundo y pasar a éste, aunque, por fortuna, el sortilegio que le lanza Patricia acaba cerrando la grieta.

OBJETOS RECURRENTES

Muchos son los objetos o símbolos a los que se alude en la particular lucha contra el mal, desde crucifijos hasta estacas, conjuros, dibujos o señales. Por ejemplo, en Codex Nigrum el personaje principal, quien narra la historia, nos habla de un particular crucifijo invertido, que frecuentemente aparece en las historias que recrean elementos satánicos, que tanto interesan a José Mª Latorre. A menudo estos símbolos se mezclan con el nazismo, como también vemos en ésta y otras obras del autor zaragozano. ). El crucifijo, combinado con una estaca, aparece en el extraño esqueleto que se encuentran en la isla los personajes de La isla del resucitado. El mismo crucifijo, combinado con el agua bendita y los círculos protectores, son las defensas de los personajes de En el abismo y en La mirada de la noche.

El pentágono que emplean las sectas satánicas para sus ritos es analizado y descrito por José Mª Latorre en varios de sus libros, en especial en Los ojos en el espejo: “…una sala iluminada con media docena de velas negras, presidida por un altar de piedra y un crucifijo invertido, en cuyo suelo había trazados un pentágono del mismo color y el dibujo de un macho cabrío. Negra era también la cruz gamada pintada en la pared” (pág. 196. Encuentro en el abismo alude a otro objeto ansiado por los Nazis, el llamado bastón de mando. Cabe recordar la relación que mantuvo Hitler con los grupos esotéricos y su ansia por hacerse con ciertos objetos considerados sagrados como la lanza de Longinos.

José María Latorre es un gran melómano, así la música, en especial la clásica, es motivo recurrente en su obra.



LIBROS DE OCULTISMO

Nuestro autor es aficionado a mencionar libros de ocultismo. En La profecía del abad negro leemos, procedente de un antiguo manuscrito: “El que convive con monstruos corre el peligro de convertirse en monstruo, pues el ser humano esconde en su interior una inagotable mina de miedos que le pueden hacer perder la humanidad” (pág. 75).Los libros son importantes como fuente de documentación o de consulta, ya sean tratados de demonología, diccionarios de artes oscuras o libros raros como este Codex Nigrum, al que también se alude en Los ojos en el espejo. Son varios los títulos que aluden a diarios, a escritos que han dejado otras víctimas para aconsejar a los que vendrán.

José Mª Latorre se documenta muy bien y es uno de los autores que maneja mejor las fuentes bibliográficas a la hora de hablarnos del miedo. Muchos son los personajes que salen de su pluma que atesoran libros raros y de temas oscuros, como es el caso del Diccionario infernal, de Collin de Plancy que tiene el padre Bernardi en Codex Nigrum. También, en este mismo libro, se nos habla de un congreso de demonología, por lo tanto, se trata el tema, si no científicamente, porque es imposible hacerlo así en un aspecto tan extraño, al menos de forma elaborada. Hans Richte, el personaje protagonista, quiere presentar una ponencia para negar la existencia del diablo, ya que no cree en él. “En contra de lo que usted cree- nos dice-, no todos los asistentes son demonólogos convencidos, hay quienes lo hacen por fetichismo…, por coleccionismo de objetos, de libros y hasta de anécdotas” (pág. 97

HISTORIAS ABIERTAS

Normalmente, tras la muerte o la desaparición del ser maligno que causaba estragos y dolor, viene una gran calma, un momento, diríamos, de silencio en que los personajes pueden, por fin, dar rienda suelta a los sentimientos que han tenido congelados mientras ha durado la batalla con esos seres. A veces, incluso, la novela queda abierta y se insinúa la posibilidad de que el monstruo está suelto y puede atacar de nuevo. Como ocurre en Pueblo abandonado, la destrucción del Ser de las Sombras no supone una victoria definitiva porque: “Esos seres necesitan seiscientas sesenta y seis puertas; es el número que los alimenta, el número que les da fuerza, y, por tanto, si ésta ha desaparecido no tardarán en construir otra para sus tentativas de acceso.” (pág. 167).

Mucho más podríamos escribir acerca de José María Latorre, pero queremos terminar con unas palabras suyas acerca de una pregunta que le formulamos sobre, si al escribir, pensaba en transmitir determinados valores. Así nos contestó de manera clara: “Cuando escribo una novela de terror o de aventuras, y no sólo en
el ámbito de la literatura llamada juvenil, a la que denomino
adulto-juvenil, sino también en la adulta, nunca pretendo transmitir un
mensaje o una cadena de mensajes; lo que sí hago es insertar en ellas
cuestiones que me atraen o me interesan, siempre vinculadas con la
realidad, porque no me gusta que el terror, el misterio y la aventura sean
gratuitos sino que tengan una base, digamos, humanista, filosófica, ética,
sin que eso se haga notar demasiado para los lectores: está como fondo,
aunque a veces pase a primer término”.

En suma, José María Latorre es autor de una atractiva obra, seria, bien escrita y documentada, que gusta –o gustará- mucho a todos los amantes del género de terror y de fantasía. Garantizamos momentos de auténtico pánico y una lectura intensísima.


ALGUNOS LIBROS

-Latorre, José María: La profecía del Abad Negro, Madrid, Alfaguara, 2006, (Alfaguara Juvenil).
-Latorre, José María: Visita de Tinieblas, Barcelona, Alba, 1999, (Joven, 23).
-Latorre, José María: Codex Nigrum, Madrid, Edelvives, 2004. (Alandar. 51).
-Latorre, José María: La isla del resucitado, Barcelona, Edebé, 2003, (Periscopio, 101).
-Latorre, José María: La mirada de la noche, Madrid, SM, 2002. Premio Gran Angular, 2002. (Gran Angular, 230).
-Latorre, José María: Los ojos en el espejo, Barcelona, Edebé, 2008, (Periscopio, 38).
-Latorre, José María: Encuentro en el abismo, Madrid, SM, 2004.
-Latorre, José María: Pueblo fantasma, Madrid, Bruño, 2000, (Paralelo Cero, 29).
-Latorre, José María: La mano de la momia, Madrid, Bruño, ( 6 2007), (Paralelo Cero, 40).



http://www.fantasymundo.com/articulos/2355/fantasymundo_entrevista_jose_maria_latorre

jueves, abril 28, 2011


miércoles, abril 27, 2011



(Angelus, de Millet)

“Vivir es ver volver”
Azorín
Por el cielo va la luna con un niño de la mano”
F. García Lorca

“Ha sido en el pozo, ha sido en el pozo”.
Juan, Anselmo y Jesús iban gritándolo por todo el pueblo. La noche estaba en calma y una luna grande y lechosa iluminaba sus rostros angustiados.
“El pozo”. Un agujero oscuro y sucio. Nido de reptiles y alimañas. Tu tío y tu padre fueron los primeros, después llegaría la Guardia Civil y, al final, el silencio. Lo recuerdas con frío y dolor. Las mujeres del pueblo cosían sudarios blancos y la vieja nunca volvería a reír: el pequeño había muerto. Jesús regresó tiritando, de madrugada. La casa, desde entonces, es más pequeña y más triste. Me duele en el alma; pero hoy no debo ser cobarde. Tus ilusiones, tus esperanzas se fueron esa noche tras Juan, Anselmo y Jesús y murieron con el pequeño. Mi vientre concibió, mis desvelos lo arroparon y un mal aire me lo arrebató. Luego llegaron las lamentaciones, el sosiego, la paz. Tu madre está hecha de retazos mal cosidos. Tu madre no sabe vivir... Tu madre, tu madre. Mi madre permanece aún en los 30 años, llena de rosas y jazmines, abrumada por la soledad y la fatiga. Todos me han hablado del hermano, menos ella. Todos dicen que soy igual, menos ella. A veces la zarandearía, la golpearía para demostrarle que yo estoy aquí, que yo sí estoy vivo. Las flores no hay que enterrarlas.
La sirena sigue sonando. hace 20 años de aquello. Ella se fue al pozo y no saldrá de él. Se reunió con el pequeño. Las mujeres aún recuerdan los sudarios blancos y los dientes amarillos de la vieja. No nos lo hubiéramos imaginado nunca; su madre tampoco pudo saberlo. Pero, ¿por qué esta noche?
No fracasarás de nuevo. Hace tiempo que lo llevo intentando. Juan, Anselmo y Jesús han ido a la ciudad; pero su grito se sigue oyendo en noches como ésta. Lo desempolvaré y saldrá de nuevo: limpio, rubio y grande. Mi niño buscando hierbas malignas para la hechicera. Mi niño hecho de espumas y nácares. Ahora veo esa luna redonda, blanca y letal. Ahora. “Ha sido en el pozo, madre. Ha sido en el pozo”. Por la mañana notamos su ausencia. Él nos dijo: “Está con el pequeño”. Todos nos miramos y asentimos. En la calle estaba lloviendo. Nadie se asomó al patio a recoger la ropa mojada. Apareció flotando entre sapos y algas, con el vientre hinchado y la cara morada. Tenía en las manos un mechón de pelo rubio.
“Ha sido en el pozo, madre. Ha sido en el pozo”.

(Incluido en “Relatario”, Varios Autores, Librería Fuentetaja, 1992)

(Glosas Silenses)



Cuando en el S. V cae el Imperio Romano de Occidente podemos afirmar que aún se habla latín; pero en el S. VI-VIII ya no se habla; en esos años algo ha ocurrido, pero no podemos fijar la fecha exacta porque cada lengua románica ha seguido su propia evolución.
Los sacerdotes serían los primeros en darse cuenta del problema. Se predicaba en latín hasta que el pueblo ya no los entendía. Y, poco a poco, los oradores empiezas a adoptar la lengua del pueblo -así se dice en el Concilio de Tours en el año 813-. Eso en cuanto a la lengua hablada, porque para escribir se seguía adoptando el latín que era la lengua de prestigio. Así, los textos escritos en lenguas románicas son muy posteriores a la aparición de la lengua hablada.
Los primeros documentos latinos que tenemos en los que se manifiestan formas romances son documentos jurídicos y documentos eclesiásticos (las Glosas Emilianenses y Silenses que son, en palabras de Dámaso Alonso, el primer vagido de la lengua española).
En los años 570-676, San Isidoro y otros intelectuales llevaron a cabo un renacimiento lingüístico; así el romance hispánico no siguió la evlución que siguieron lenguas vecinas, como el francés. El renacimiento isidoriano frenó esta evolución porque el latín de la península está más apegado a sus orígenes.
Según Menéndez Pidal surge, aparte de las diversidades históricas, jurídicas y literarias, una discrepancia lingüística del castellano respecto al leonés y respecto a otros dialectos peninsulares es que el castellano se distancia y se aparta de esas lenguas. El león, por ejemplo, era muy respetuoso con el latín, en cambio el castellano lo rechaza y avanza sin vacilaciones. Las soluciones que da el castellano chocan para los leoneses, aunque son las que se acaban imponiendo.
En el S. IX-X la situación lingüística de la Península comprendería las siguientes lenguas:
-mozárabe
-gallego
-leonés
-vasco
-navarro-aragonés
-castellano
-catalán.
Castilla nace como un pequeño condado al este de León. En el “Poema de Fernán González” leemos: “Entonces era Castilla un pequeño rincón”. Así, como la zona del gallego, la de León y las demás zonas eran amplias, Castilla ocupaba un territorio pequeño. Era la lengua menos representativa de las peninsulares y era lógico que no tuviera éxito, pero ocurrió lo contrario. Esta lengua con un número pequeño de hablantes y con una fuerza mínima ante León se acaba imponiendo. Es se logra aprovechando su fortalecimiento político y su expansión que sigue tres direcciones: al sur, al este y al oeste. Por un lado arrincona el dialecto navarro-aragonés, por el otro al leonés y hacia abajo, al mozárabe. La influencia castellana hace desaparecer a sus vecinas. Es lo que se conoce, en terminología de Ramón Menéndez Pidal, como la “Teoría de la Cuña Lingüística”. El castellano actúa como una cuña que se introduce entre los diversos dialectos latinos que se hablaban en la Península.
La fuerza expresiva del castellano tiene un límite. Así, el gallego-portugués y el catalán imponen también sus soluciones.
El castellano rompe la unidad lingüística peninsular, pero eso no quiere decir que no haya ningún rasgo común con las otras lenguas hermanas, da soluciones más innovadoras, pero sigue hermanado con las lenguas vecinas. Así, asume términos del leonés y del riojano, así como del navarro-aragonés y de los otros idiomas incipientes. Cuando se habla de castellano, en sus orígenes, quizá deba hablarse de español porque, por ejemplo, las glosas no son un texto específicamente castellano, sino que, al nacer en la zona de la Rioja, tienen elementos propios del riojano.
En suma, para terminar y siguiendo al profesor Alarcos Llorach:

-en el S. X coexisten diversas modalidades del habla romance como consecuencia de los hechos históricos, culturales y lingüísticos.
-todas esas mondalidades eran consideradas por sus hablantes y ninguna se sitúa por encima de las demás. No hay un modelo común.
-las repoblaciones posteriores y el avance del castellano originan una serie de mezclas lingüísticas. El avance lingüístico castellano va parejo con su avance político; de ahí que se impongan sus normas lingüístoicos sobre las demás variantes. La norma que se impone es la de Toledo.
-el influjo toledano no anula las propuestas burgalesas y la prueba es que terminan su hegemonía en el S. XVI con la revolución lingüística en que se suprimen pares fonéticos, de los que tal vez podamos hablar en otro momento y en que el castellano se aleja, definitivamente, de sus lenguas hermanas.

Pueblos prerromanos

“Al Dr. Santiago Mollfulleda. In memoriam”

Nuestro idioma, herramienta común que nos hermana, a veces es empleado con pocos miramientos y, como ente vivo que es, precisa mimo y atención. Para amar un idioma hay que apreden a conocerlo y eso nos permitirá ser más plurales y más generosos con las lenguas que nos rodean porque nos mostrará los puntos de unión que hay entre unos idiomas y otros.

ELEMENTOS PRERROMANOS (SUSTRATO)

El castellano -el español- está formado por dos grandes grupos lingüísticos:
1- el latín vulgar, como elemento básico.
2-otros idiomas: árabe, germánico, lenguas prerromanas...
Las lenguas prerromanas son aquellas que se hablan en la Península Ibérica antes del desembarco de los romanos en Ampurias el año 218 a. C.
Parece que en la Península se hablaban lenguas diversas, resumiendo mucho, como el ibérico en la zona este, el vasco en una zona más amplia que la actual, el tarteso en la zona suroeste y el resto de la Península estaba ocupado por pueblos que hablaban lenguas de procedencia indoeuropea (el ligur, el celta...).
Del pueblo tarteso sabemos que logró una civilización pujante. En cuanto a los íberos era un pueblo de cultura no tan elevada como la tartesa, pero también muy civilizado. Había en sus costas colonias griegas que se instalaron con el ánimo de comerciar, no para ocupar el territorio, y el pueblo íbero, que carecía de alfabeto, adoptó el alfabeto griego y eso nos ha creado problemas porque son dos sistemas fonéticos distintos: el silábico y el alfabético.
Todas estas cuestiones nos llevan al término sustrato que sería la primera capa lingüística de la que tenemos noticias; es decir, el poso prerromano. Así, estas lenguas dejaron influencias en la latina. Vemos, a vuela pluma:
-restos de la lengua ibérica en el castellano (a través del latín): perro, barro, manteca, carrasca, chaparro...
-en cuanto al vasco -que no es una lengua indoeuropea- ha dejado también su impronta en el castellano: izquierdo, pizarra, gorrión...
-otros restos prerromanos son las del celta como vera, cerro, losa, greña...
Los restos del sustrato, para acabar, dependen de varios factores, entre ellos el mayor o menor parentesco lingüístico entre las dos lenguas (primitiva y la que se sobrepone). La influencia no es igual si están emparentadas o si son distintas, eso es evidente.

LATÍN (ESTRATO)

El latín vulgar es el elemento fundamental sobre el que se desarrollan las lenguas románicas. En el año 218 a. C. desembarca en Ampurias un ejército romano bajo el mando de Cneo Escipión, con motivo de la II Guerra Púnica. A partir de aquí, soslayando las cuestiones históricas, se inicia la conquista en dos direcciones básicas:
-desde el Este hasta el Oeste
-desde el Sur al Norte
Esta conquista provoca una serie de levantamientos, sobre todo de las tribus menos civilizadas (celtíberos y lusitanos, el caso de Numancia, por ejemplo).
Hispania quedará dividida en dos provincias:
-Hispania Citerior
-Hispania Ulterior
Ambas gobernadas por pretores. Tras muchos esfuerzos, se pacifica toda la Península -salvo el Norte-. La romanización se produce con mucha rapidez en las zonas más culturizadas: el levante y el sur (la Baetica). En general, los romanos tienden a respetar las instituciones de los pueblos que conquistan, aunque son los propios pueblos conquistados los que abandonan sus costumbres por las otras que consideran superiores.
Las ciudades no eran muy populosas, pero disponen de todos los elementos de la ciudad romana: teatro, circo, foro, tiendas... Así se produce el florecimiento de una serie de personalidades y se condede el derecho de ciudadanía romana a los hispanos. Nombres como Trajano, el primer emperador no romano, Marcial, Lucano, Quitiliano, etc. han de ser recordados por su procedencia hispánica.
El latín sobre el que se desarrolla el castellano no es el latín culto, sino el latín vulgar, el que hablaban los legionarios, los conquistadores. De la evolución del latín, más los otros elementos comentados surge el primitivo castellano; surgen también las lenguas románicas o romances o neolatinas. Al pueblo romano no sólo debemos el idioma, sino una actitud cultural, una influencia notable que ha llegado hasta nuestris días.
El latín del Imperio no era uniforme porque el territorio del Imperio Romano era extensísimo y no resultaba fácil establecer las conexiones con los distintos territorios; así, posteriormente, cada sector se iría diferenciando de Roma y se irían perdiendo los lazos con el latín. El proceso se acelera con la caída del Imperio Romano de Occidente.

ELEMENTOS GERMÁNICOS (SUPERESTRATO)

En el S. V d. C. al sustrato latino se sobrepone otra capa lingüística, que recibe el nombre de superestrato. En el año 409 se produce la invasión germánica; suevos, alanos y vándalos invaden la Península. Poco después, entra otra invasión, la de los visigodos, que es quien deja los restos lingüisticos más singulares. Era un pueblo muy romanizado. Así, se mantuvo el latín como lengua dominante y común en toda la Península. Los invasores fueron abandonando su lengua materna a cambio del latín, aunque aportan algunos rasgos, dentro del aspecto militar (guerra, heraldo, espía, yelmo...), en la toponimía (Godino), en la antroponimía (Álvaro, Fernando, Rodrigo, Elvira...- y otros.

ELEMENTO ÁRABE (SUPERESTRATO)

El latín, con los elementos germánicos, fue evolucionando hasta que el 711 se produjo la invasión por parte de los árabes y la Península quedó ocupada por otra capa lingüística. La influencia lingüística del árabe es fundamental para el castellano. Según Américo Castro, el español es el resultado de la confluencia de tres factores: lo hispanoamericano, lo árabe y lo judío. El pueblo árabe era un pueblo vivo, con ideas, que ocupa pronto la Peníncula, llega a los Pirineros y en Potiers son detenidos por Carlos Martel, aunque el dominio de la Península, salvo el núcleo del Norte, es total. En el 756 un Omeya lleha a España, huyendo de la matanza de su dinastía, y se erige como emir independiente. Es Abderramán I, que se establece en Córdoba. En 912 ABderramán III se proclama Califa y se mantiene el califato hasta principios del S. XII. Poco después se produce la dispersión en los Reinos de Taifas, pero eso ya es otra historia.
El pueblo árabe, en principio, respetaba al pueblo dominado, el pueblo mozárabe, que eran los súbditos hispanos, romano-visigodos. Progresivamente, conforme se organiza la resistencia del norte, hay miedo y se presiona sobre los núcleos mozárabes. El pueblo y la lengua mozárabe quedó eliminada y sólo tenemos unos restos: las jarchas.
La influencia del árabe en el castellano es, salvo algún rasgo morfológico y fonético como “ojalá” que es un giro curioso. Significa “Quiera Alá” y llama la atención quye lo siga empleando un pueblo, el español, que, al invocar a Dios, lo haga con Alá, o los indifinidos “zutano, fulano o mengano” o el sufijo en “i” (alfonsí); bien, salvo estos elementos, la influencia del árabe en elementos léxicos es impresionante: entre cuatro y cinco mil arabismos conserva el castellano. Términos que se incorporan a todos los ámbitos de la vida: terminología militar (adalid, alférez, atalaya), vida pública (alcalde), agricultura (acequia, noria, alcachofa, azafrán, azúcar, naranja...), comercio -almacén, aduana, maravedí...), vida urbana (arrabal,...), ciencia (álgebra, algoritmo..), toponimia (Guadalquivir, Gualajara, medina...) y un largo etcétera de términos, muchos de los cuales se inician con “al” que es el artículo árabe.

OTROS ELEMENTOS CONSTITUTIVOS DEL CASTELLANO

Otros idiomas han influido en la formación del castellano: los galicismos, provenzalismos, catalanismos, americanismos... Sion embargo, no han sido una capa estable, sino que se han ido incorporando por oleadas. Hoy en día una de los idiomas que más peso tiene es el inglés. Hay que tener cuidado con los anglicismos, ya que la mayoría no son necesarios porque en el idioma contamos con términos afines que deberían ser utilizados.

martes, abril 26, 2011


Cáliz de la Catedral de Valencia (Posible Santo Grial)


Hablar del Santo Grial es hacerlo de nuestras propias raíces, de nuestra cultura, de nuestra tradición, de nuestras creencias y de nuestra capacidad de ser mejores porque el Santo Grial no es sólo una reliquia; es LA RELIQUIA; de ahí que su origen y custodia se encuentren rodeados de misterios y de claroscuros.
En las siguientes líneas no vamos a descubrir nada –ni lo pretendemos-; sólo trazaremos algunas líneas acerca del origen del Santo Grial y su peripecia geográfica; aunque también daremos algunas pinceladas de literatura. Hemos escogido unos títulos de novelas actuales que, de alguna manera, se centran en la búsqueda del Santo Grial. Somos conscientes de que no aportamos nada que no se sepa, pero quizá a algún lector le va a poder la curiosidad y comience a leer y a enriquecerse mental y espiritualmente. Ojalá ocurra eso. Como asegura Juan G. Atienza: “No existe documento alguno que acredite esta convicción, pero ni los más escépticos se atreven a dudar, si no de su estricta autenticidad, sí de la sacralidad profunda que rodea a la reliquia, envuelta desde sus oscuros orígenes en el halo de un misterio que la hace tan venerada como inasible, a pesar de su estricta materialidad...”.
El Santo Grial, esto es, el Santo Cáliz donde Cristo bebió en la Última Cena no es sólo una reliquia, puesto que su presencia se vincula a la caballería y a la tradición cultural de Occidente. Escritores, pintores, trovadores... todos han cantado los loores de la vasija santa. Podemos hablar de Christian de Troyes, Joanot Martorell, Wagner y tantos otros. No cabe duda, que el Santo Grial inspiró los ideales de la Tabla Redonda y de las Cruzadas.
El Grial entronca también con leyendas paganas y se confunde con el origen de los tiempos; es más, ha adoptado distintas formas como piedra, bandeja, copa, caldero, mesa o piedra preciosa. Incluso, parece que la forma del “vaso” puede relacionarse con los cultos a la diosa, con la matriz femenina. Son muchas las leyendas, muchas las posibilidades que nos encontramos y largo el camino. Todo el que quiera puede empezar a recorrerlo. Grandes prodigios le aguardan. Sin duda.
Sabemos, por una de las tradiciones, que San Pedro lo llevó a Roma y así lo podemos leer en la bellísima novela de Thomas B. Costain, “El Cáliz de Plata”. “El cáliz de plata” es una novela histórica que recrea uno de los episodios más hermosos de la humanidad: el intento de guardar el cáliz que sirvió a Cristo en su Última Cena. Es, por así decirlo, el origen de la búsqueda del Grial.
Thomas B. Costain, su autor, canadiense de nacimiento, murió en 1965; por lo tanto la novela tiene más de 40 años, aunque no ha perdido una pizca de su belleza; es más, se incrementa conforme pasa el tiempo porque lo que narra nunca resultará caduco o extraño a nuestra cultura o, lo que es mejor, a nuestra alma.
El libro supera las 500 páginas y se divide en capítulos, aunque estos se organizan en secuencias, lo cual favorece la lectura y el perspectivismo, puesto que nos pone al tanto de lo que hacen los distintos personajes a la vez.
Se inicia la trama en Grecia, en la ciudad de Antioquia, cuyo sólo nombre evoca en nosotros un pasado esplendoroso. El niño Basilio es vendido por su padre a un rico comerciante para que siga con su vocación de escultor. Esta práctica era común en la antigüedad y algunos padres sin hijos solían adoptar a otros de esa manera tan curiosa. Basilio es adoptado siguiendo las leyes de las Doce Tablas. No obstante, cuando muere el padre adoptivo, Basilio es vendido como esclavo por el hermano del difunto y empieza una vida de penalidades, a las órdenes de un matrimonio, cuya mujer es una auténtica mala persona. Ahora bien, el destino de Basilio es otro. Así, Lucas, el apóstol y evangelista, consigue su libertad y lo encamina hacia Jerusalén, a la casa de José de Arimatea, para que realice un busto del santo hombre y para recibir el encargo que cambiará su vida: ha de realizar un molde en plata para el sagrado cáliz, que está en manos de José, que contenga las caras de los apóstoles y las de Cristo.
Basilio, así, inicia una peripecia vital que le lleva a conocer a distintos apóstoles, a Juan, a Marcos, a Pedro o a Pablo; pero también en personajes sanguinarios como Nerón, quien se encapricha, durante un tiempo, del arte de Basilio o Simón el Brujo, que quiere emular los milagros de Cristo, aunque es sólo un hechicero o la bella Helena, que quiere conquistar, con malas artes, el amor de Basilio.
La novela combina personajes reales con imaginarios y crea un friso especial, en donde el alma humana aparece muy bien retratada, con sus luces y sombras. Basilio se casa a la nieta de José, Deborah, y ha de crear su propio camino hasta amarla sobre todas las cosas.
El telón de fondo de “El Cáliz de Plata” es el origen de las primitivas comunidades cristianas que, se intuye, van a ser perseguidas en breve, pero esa sería otra historia.
Basilio lleva a cabo, por distintos pueblos y lugares, su tarea, a la vez que va perfeccionando su espíritu y realizando un proceso de encuentro con los valores más sublimes que tiene el hombre, como son la piedad o el amor filial, y todo ello en un periodo histórico convulso, lleno de decadencia.
Finalmente Basilio logra de nuevo que se le reconozca como el hijo adoptivo que fue y recupera, aunque diezmadas sus propiedades, mientras que demuestra una generosidad sin límites al liberar a los esclavos.
En definitiva, una novela hermosa, bien escrita y de contenido espiritual que cautivará, sin duda, a muchos lectores.
El episodio literario que narra “El Cáliz de Plata” resulta verosímil. Ya tenemos el Cáliz en Roma, gracias a San Pedro, como hemos dicho. Sixto II se ve obligado, por la persecución de Valeriano, a entregarlo a San Lorenzo. San Lorenzo era el primer diácono de Roma y el encargado por Sixto II de los tesoros de la Iglesia. Lorenzo, que presiente que su martirio está muy cerca, se lo entrega a un soldado hispánico, para que se lo lleve a sus padres, Orencio y Paciencia. Estuvo con ellos hasta el año 533 en que el obispo de Huesca erigió las iglesias de San Pedro y San Lorenzo. En la primera depositó el Grial, la segunda guardó una reliquia importante, el pie de San Lorenzo. De ahí va a la Catedral de Huesca y, a raíz de la invasión árabe, lo ocultan en los Pirineos. Se sitúa en distintos lugares hasta que llega a San Juan de la Peña en 1071, pasando por Yebra, el cenobio de Siresa y la pequeña iglesia mozárabe de San Juan de Sasabe, cerca de Jaca.
Este cáliz fue a parar, en 1399, a Martín el Humano, el cual lo demandó al abad de San Juan de la Peña. Tal hecho se puede leer en un documento que se guarda en el Archivo de la Corona de Aragón, fechado el 209 de agosto de 1399. En San Juan de la Peña hay una copia de la reliquia que siguió su periplo y pasó a la Aljafarería de Zaragoza. Durante el reinado de Alfonso el Magnánimo se cambió de ubicación. Fue Benedicto XIII, el Papa Luna, quien dio la orden de entrega. Así, desde 1437 puede venerarse en la Catedral de Valencia, donde se encuentra en la actualidad. Parece ser, según cuentan los estudiosos, que el templo y la capilla de Valencia tienen forma de llave, lo cual puede simbolizar la eternidad.
Se hallan replicas del Santo Grial en varios de los lugares por los que pasó. Es más, hay ya un “Camino del Santo Grial” por tierras aragonesas y valencianas que persigue fines espirituales e, incluso, culturales, como los del Camino de Santiago.
Hay otras versiones orientales y centroeuropeas acerca de la suerte que corrió el Santo Grial. Una nos habla de que, efectivamente, fue José de Arimatea el primer custodio, aunque no se lo entregó a San Pedro; puesto que, según cuenta una leyenda, San Felipe envió a José de Arimatea a Inglaterra como misionero. Allí se estableció en Glastonbury o Avalon, donde fundó una iglesia dedicada a la Virgen y que conservó el Grial. Parece ser que José de Arimatea recogió en el Cáliz la sangre brotó del costado de Cristo cuando el centurión, Longinos, le asentó la lanzada del costado.
Otras tradiciones nos hablan de que quedó depositado en la cima del monte Muntsalvach o Monte de la Salvación. Wagner divulgó esta localización en su ópera “Lohengrin”. En la actualidad, hay quien identifica este monte con San Juan de la Peña, el Mont-Saint-Michel de Francia y Montserrat.
También se relaciona el Santo Grial, como dijimos, con los caballeros de la Tabla Redonda y el rey Arturo. Muchos de estos caballeros, Lanzarote, Gawain, Bors, Perceval Galahad, partieron a la búsqueda del Grial; pero sólo tres de ellos lo consiguieron, ya que mantuvieron a salvo la pureza, la inocencia y la humildad. Son Galahad, Perceval y Bors.
La leyenda del Santo Grial inspiró a Christian de Troyes en su obra “Perceval”, hacia 1215, que divulgó el tema y le añadió nuevos elementos. Parsifal o Perceval se lanzó a la búsqueda del Santo Grial, gracias a las indicaciones que le ofreció un ermitaño. Y es aquí cuando éste le habla de unos valientes caballeros, los templarios, que vivían en el Castillo de Montsalvage, en otra versión fonética distinta de la que hemos transcrito unos párrafos antes. Cabe decir que el significado de este monte es “Monte de la Salud” o “Monte de la Salvación”.
Se ha hablado también de que los Templarios poseyeron la custodia del Santo Grial y que, por eso, tuvieron tanto poder. La literatura también especula con ello, como estamos viendo. José Manuel González Cremona, citando la obra de C. de Troyes, escribe que: “cualquiera que sea el resultado del combate, gloria o humillación, ellos (se refiere a los templarios) lo aceptan con corazón sereno, en expiación de sus pecados. Todos sus alimentos les vienen de una piedra preciosa que, en esencia, es toda pureza. Ellos la llaman lapis exilis. Es por el poder de esta piedra que el fénix se convierte en cenizas, pero de estas cenizas renace la vida. Esta piedra da al hombre tal vigor que sus huesos y su carne recuperan su juventud. Se llama el Graal”.
Recordemos también, aunque resulte repetitivo, que el Santo Grial es la Copa donde bebió Cristo durante la Última Cena y en la que que José de Arimatea recogió su sangre. Esto le permite a Nicholas Wilcox (quien esconde el nombre de Juan Eslava Galán) lanzar una hipótesis fantástica: en pleno S. XX se está clonando a Cristo para instaurar otro orden en la Iglesia (en “La sangre de Dios”).
En algún momento también se habla de la vinculación de Cristo con María Magdalena y se la identifica como la portadora del Grial, pero de manera física, como intentó desvelar Dan Brown en “El Código Da Vinci”, tan leído, comentado y reiterado.Jacques Saunière, el último Gran Maestre de una sociedad secreta –el Priorato de Sión- que entronca con los Templarios, acaba de morir asesinado, en el Louvre, museo del cual era conservador reputado. Antes puede transmitir a su nieta, Sophie con quien estaba enemistado, una clave que es la que dará la primera pista de salida en esta aventura. Y es que Saunière y sus predecesores –Newton, Da Vinci y otros muchos- custodian un secreto que puede cambiar la historia de la humanidad. Ellos saben bien qué se esconde tras el Santo Grial y no es, exactamente, el cáliz de la Última Cena, sino una persona, María Magdalena, Sangre Real; pero eso lo descubrirá el lector.
Sophie, con la ayuda de Robert Langdon, un experto en simbología, inicia la búsqueda de este secreto en una aventura que nos deja sin aliento y que entremezcla elementos de novela negra con reflexiones actuales acerca de la Iglesia o el Opus Dei. Poco a poco se van desvelando los mensajes secretos y el lector, cada vez más boquiabierto, se da cuenta de que la historia sagrada acaso tenga más de una lectura, acaso sea verdad que en “La última cena” de Da Vinci no sólo se retraten los Apóstoles... pero, para desentrañarlo, habrá que abrir el libro y empezar a leerlo porque no es el cometido de este reseña desvelar el final: ahora bien garantizamos que no nos dejará indiferentes.
El autor, Dan Brown, une ciencia y religión y monta un monumental rompecabezas que se remonta hasta casi los orígenes de la religión cristiana. La novela contiene pues elementos que nos harán pensar, que nos harán reflexionar, al lado de notas sobre simbología –la gran diosa está presente en toda la obra- y a poco curiosos que seamos nos hará avanzar en una búsqueda que será fascinante porque cada uno, ésa es la verdad, puede tener su propio Grial. Se trata de iniciar el camino que nos lleve a nuestro propio conocimiento; aunque se puede o no estar de acuerdo con sus teorías: ésa sería otra cuestión.
Hay también, en la actualidad, varias novelas que relacionan estos objetos sagrados con el nazismo puesto que Hitler quiso conseguirlos para aumentar su poder. En “La puerta de Agartha”, de César Mallorquí, sin ir más lejos, desde un principio, el misterio es el aliado principal. Aquí se habla de una supuesta Sociedad Nazi, la Sociedad Vril que perseguía fines escalofriantes. César Mallorquí, no obstante, apuesta aún mucho más por el lector y alude a elementos legendarios como son la Caldera de Bran, el Santo Grial o la Lanza de Longinos como desencadenantes para abrir la Puerta de Agartha, la Puerta de la Ciudad enigmática que dará poder al elegido. Con ello consigue una mezcla fascinante y estremecedora también puesto que nos plantea muchas preguntas y dudas que no se resuelven del todo.
“El mapa del Creador”, de Emilio Calderón, también se relaciona con lo que estamos comentando. La novela se desarrolla en los años convulsos que nos llevan desde nuestra Guerra Civil hasta la posguerra pasando por la Segunda Guerra Mundial. Emilio Calderón se ha documentado de manera exhaustiva para dar verosimilitud al relato, aunque inventa el motivo principal que es el supuesto “Mapa del Creador”, deseado por los dirigentes más destacados del Tercer Reich. Sabemos ya que el nazismo deseaba conquistar el mundo y para ello no dudó en emplear todos los medios a su alcance, entre los que destacan los medios esotéricos; así, trató de hacerse con una serie de objetos mágicos entre los que, realmente, se cuentan la lanza de Longinos o el Santo Grial y, ahora, en la ficción que nos cuenta Calderón, el “mapa del Creador”, esto es, un objeto que les daría toda la fuerza que necesitaban puesto que, como leemos en la novela, “los nazis están convencidos de que existen en el mundo una docena de “objetos sagrados” capaces de otorgarle un poder ilimitado a quienes los posean”.
El Grial que se custodia en Valencia es un pequeño vaso, de oro, con dos asas y un pie. Mide, como bien leemos en “Guía de la España Encantada”diciesiete centímetros de alto y lleva incrustaciones de cornerina oriental, lo que viene a corroborar que fue labrada en un taller de Palestina o quizás de Egipto, entre el sglo IV a. C. y el primero de nuestra era.
Sin duda, el Graal o Grial se ha convertido en un símbolo al que cada uno, según sus creencias y cultura, le dará el valor personal que desee o pueda. Bien dice Juan G. Atienza cuando afirma “Curiosamente, al surgir el mito griálico, de la mano de trovadores iniciados como Boron, Chrétien de Troyes o Wolfang von Eschenbach apareció con él una geografía sagrada, un mundo simbólico que los caballeros recorrían y en el que vivían sus aventuras espirituales en pos de aquella reliquia ideal que habría de transformar su existencia: un mundo de luchas y duelos en los que lo externo e inmediato se confundía con la aventura interior y le daba sentido”.
En definitiva, mucho se ha escrito y se escribirá acerca del Santo Grial o Santo Cáliz. No es un aspecto que pueda ser tratado en unas pocas líneas. No obstante, sólo hemos querido ofrecer algunas visiones de su origen, las hemos querido comentar y contrastar con algunas novelas. Ahora queda la lectura y la investigación que cada uno pueda aportar y, sobre todo, la idea de que el Santo Grial, más allá del objeto sagrado que se venera, puede ser un tesoro, aquel que sólo las personas de corazón limpio pueden hallar.

MÍNIMA BIBLOGRAFÍA

-Andolz, Rafael: “Leyendas del Pirineo”, Huesca, Pirineo, 2004
-Brown, Dan: “El Código Da Vinci”, Umbriel, Barcelona, 2003
-Costain, Thomas B.: “El Cáliz de Plata”, Barcelona, Styria, 2006
-Eslava Galán, Juan: “Los templarios y otros enigmas medievales”, Barcelona, Planeta, (9 1994)
-González Cremona, José Manuel: “El gran libro de los Templarios”, Barcelona, Mitre, 1985.
-Mallorquí, César: “La puerta de Agartha”, Barcelona, Edebé, 2005
-Recio, Carlos: “El Camino del Santo Grial”, Zaragoza, Delsan, 2003
-Varios: “Guía de la España encantada”, Madrid, ABC, 2000 (aquí se cita a Juan G. Atenza)
-Wilcox, Nicholas: “La sangre de Dios” (Trilogía Templaria III), Barcelona, Planeta, 2001.

domingo, abril 24, 2011





"Solo la lectura logra que un individuo piense y vuele con cabeza propia."


DATOS BIOGRÁFICOS: AQUELLOS TIEMPOS QUE NO VOLVERÁN

Jorge Luis Peña Reyes es un joven escritor cubano (Puerto Padre, 1977). De él dice el crítico, poeta y narrador cubano Carlos Esquivel Guerra que: Hoy es a mi entender el más sobresaliente cultor de ese género (literatura para niños) en Cuba. Su estilo contagioso, crea adicción, tal vez porque e interpreta, o reinterpreta el discurrir de las falsificaciones de lo solemne. Celebración y reflexión parecen las claves para traducir un yo desbordante y desbordado. La oralidad y la mística son, también, ilustraciones esenciales de este impar poeta.”
No obstante, su vocación literaria surgió ya de joven y él mismo nos lo explica con detalle: “Mi vocación literaria no fue visible hasta que cursaba el tercer año de la carrera de Pedagogía, en la especialidad de biología. Nada tenía que ver entonces con las letras aunque sentía de vez en cuando algunos golpecitos en el hombro por redactar bien o darle cierto toque distintivo a mis notas de clases. Mis lecturas de formación estuvieron inclinadas a las ciencias y no a textos de literatura clásica, que leo ahora como un redescubrimiento de aquellos tiempos que no volverán. Por eso siento que me falta mucho por leer y conocer. Recuerdo de niño mi avidez por los libros de zoología y revistas científicas que mi padre compraba por cantidades como premio al terminar cada curso, así que escribir poesía no estuvo ni siquiera durante la adolescencia cuando mis contemporáneos copiaban libretas completas de canciones o poemas de Neruda, José Ángel Buesa y de otros románticos sin nombres, pero genialmente cursis.
Durante una clase de redacción y estilo en el año 1998 la profesora nos dio la tarea de escribir ciertos textos con distintos tipos de narradores o tendencias, y mi narración le hizo sugerir mi participación en un taller literario que existía como extensión de la Casa Iberoamericana de la Décima (por ser Las Tunas, tierra donde vivió el poeta bucólico cubano más importante del siglo XIX) así que frente a los especialistas leí lo único que tenía a mano: un terrible y fatal texto que en un arranque poético había escrito en coautoría de un amigo, años antes. Me lo sabía al dedillo, y lo recité como quien mostraba un prenda de lujo y claro me lo despalillaron con un alto grado de generosidad, luego me sugirieron revisar la obra de algunos grandes, lo que constituyó mis primeras lecturas poéticas de peso y me hablaron de un tal César Vallejo, tal vez por el tono existencial de aquella primera pieza compartida. Cuando leí al autor de Trilce, me llegó todo el bochorno de un golpe para entender que me faltaba mucho si quería continuar escribiendo poesía. Y continué reuniéndome con aquellos amigos que visitaban el centro con periodicidad, opté debido a la circunstancias, por una de las estrofas poéticas más cerradas, pero a la vez más popular que existe en Cuba, la Décima o espinela (en honor al músico Vicente Espinel) Desde ella aprendí los rudimentos, el recurso de la síntesis y los artificios de la rima.”
Jorge Luis es lLicenciado en Educación y periodista de la Emisora Radio Libertad, es miembro de la AHS, de la UNEAC, del grupo Iberoamericano Amigos de la Décima Espinel-Cucalambé y del taller de formación literaria Onelio Jorge Cardoso en su cuarto curso. Actualmente es periodista cultural en la Emisora de Radio Libertad en Puerto Padre donde reside y en donde imparte la docencia como profesor de Cine cubano en la Universidad. Está casado y es padre de dos niños pequeños.
Aparte, Jorge Luis Peña es también profesor de Biología. Asimismo, trabajó como asesor literario y promotor literario, escribió guiones para la televisión en un programa de crítica artística y literaria. Asimismo, impartió literatura hispanoamericana, Antropología y Taller de redacción y estilo.

OBRA Y PREMIOS: EL GRITO EN EL CIELO

En cuanto a su faceta de escritor, en verso y en prosa, que es la que aquí nos interesa, ha publicado diversos libros para niños: “Avisos de bosque adentro” (2003), “Donde el jején puso el huevo” (2004), el cuento “La Corona del Rey” (2005), “¿Oíste hablar del miedo?” (2007), “Las doce migajas” (2007) y Vuelo Crecido (2008). Realizó la edición de la antología de poesía de inspiración cristiana Como el fuego que está siempre 2010. Tiene en proceso de edición su libro de poesía Éxodo para dos mitades. A Jorge Luis Peña también se le puede leer en diversas antologías: Árbol de rimas (2000); Antología de da Décima Cósmica en las Tunas, (2001); Antología Los Parques, (2002).
Jorge Luis Peña es también un escritor premiado. No obstante, la opinión que le merecen los concursos no siempre es positiva y merece un amplio paréntesis, antes de comentar algunos de sus premios, en el que el propio poeta hace las siguientes consideraciones. El contenido de sus declaraciones es lo suficientemente importante como para que no resumamos: Concursar implica un sometimiento voluntario a censuras, valoraciones prejuiciadas y excluyentes de acuerdo a jurados más o menos conservadores, sin juzgar a esa permanente y fija tríada de miembros, que aunque escritores maduros, muchas veces están ajenos a los rumbos del complejo panorama de las letras para los pequeños.
Los concursos vienen a ser amigos cuando aportan de manera previa al pago por derecho de autor o purgadores inquisitoriales que establecen normas para ubicar libros en las actuales condiciones de mercado.
A raíz de la crisis en el sistema editorial cubano, las bases de estos coincidieron en aumentar considerablemente la extensión de las obras.
Más que estimular como en décadas anteriores, los concursos se dirigen en la actualidad a garantizar la publicación de un “libro campeón” del año y gracias a las editoriales o a instituciones que auspician, en norma o especie de manual con certeras fórmulas de cómo afrontar una literatura funcional para niños, con una tendencia marcada de ubicar ante todo a estos especializados y escogidos lectores jueces.
Es preocupante que un Certamen literario nacional en el que se ha incluido piadosamente la literatura infantil, considere al género de igual a igual en cuanto a la extensión de las obras, no así en la cuantía del premio, y termine por englobar en un solo punto, a golpe y porrazo:
¡Sesenta cuartillas como mínimo!
Es ahí cuando los poetas para niños ponemos el grito en el cielo.
¿Cómo concebir un volumen de tal magnitud en un contexto donde los libros son cada día más orgánicos y engranados?
¡Cuánto oficio exige un libro de poesía con esas dimensiones para que no sea una píldora contra insomnios!
¿Cuántos buenos libros se malograrán en el camino por las ínfulas de llegar a tamaña meta?
Los Concursos sirven al inicio, de estímulo para los que tienen buen pie, creo que fui un cazador desenfrenado en los primeros cinco años, luego me servían para establecerme en otra instancias nacionales o internacionales, son un paliativo en mi país a lo mal remunerado que es el oficio de hacer libros donde no existen pagos de acuerdo a las ventas y se fija una tarifa sin pagos adicionales, pero soy consciente de los hilos que pueden determinar los triunfos.
Los Concursos, en estas circunstancias que vive Cuba, están sujetos a un proceso de análisis que dura más de ocho meses y por el momento son prohibitivos de acuerdo con los subsidios estatales que implica mantenerlos, por otra parte contribuyen a la banalización de la literatura porque al más pinto se le ocurría un concurso de sonetos sobre hongos y eso se arrastraba de año en año según los presupuestos y la planificación de la economía cubana, por tanto considero prudente hacer un alto en el lanzamiento de tantos concursos y detenernos a pensar cómo estimular con intencionalidad a los que de veras apuestan por la literatura. Con una economía tan sensible es una necedad mantener ese flujo de Certámenes que no prestigiaban a nadie y que tampoco garantizaban un respaldo promocional. Era una culta lotería con demasiados mediadores. “
Y ahora, sí, ahora, mencionaremos algunos de estos premios (una mínima parte):
Premio Regino E. Boti. 2004
Primera Mención en le concurso Nacional Ismaelillo de la UNEAC 2004
Premio en el Concurso Nacional de Glosas Canto Alrededor del Punto 2005
Premio Abril de literatura para niños y jóvenes (poesía para niños). 2005
Premio Décima joven de Cuba. 2006
Premio Nacional Villa Azul. 2007
Finalista en Concurso Iberoamericano Cucalambé 2001.
Mención en Concurso Iberoamericano Cucalambé 2003.
Finalista en el concurso de Relatos Constantí 2005.España
Finalistas en el Concurso Internacional Julio C. Coba. Ecuador 2006
Sería muy larga la lista, pero hay que decir que no se acaba aquí, ya que ha sido también premiado en concursos provinciales y nacionales.

LECTURAS: LOS MOLDES DE LOS ANTIGUOS

Acerca de sus primeras lecturas, comenta: “Mis primeras lecturas fueron sobre todo, poemas de Miguel Hernández, Lorca, Machado, César Vallejo, José Martí y Jorge Luis Borges, además de Dulce María Loynaz, Raúl Hernández Novás, Witman y tantos otros que descubría con asombro.” Considera que no es muy buen lector –lo cual seguro que le podríamos rebatir-, pero mantiene, como tantos otros buenos poetas, que para escribir hay que tener, primero un buen bagaje de lecturas: “Aunque no fui un gran lector –dice-, y creo que aún no lo soy, creo que es imposible escribir sin tener la dieta de la lectura diaria y comparativa; se exige revisar, contrastar y nutrirse de otros que ya trataron los temas que nos inquietan. Y como no existen temas nuevos es imprescindible fijarse en el tono, las maneras y los moldes que usaron los antiguos para decir hoy lo que para ellos resultó interesante. Cuando un libro me prende soy capaz de sumergirme hasta el fondo, pero el factor tiempo impone sus reglas, por eso creo que he leído más poesía que narrativa. Si un hábito me interesa formar en mis hijos es el de la lectura, nadie que lea como una práctica diaria será un ignorante en un mundo que exige la ligereza como aptitud. Solo la lectura logra que un individuo piense y vuele con cabeza propia.”

LITERATURA INFANTIL: LOS LECTORES MÁS AGRADECIDOS QUE EXISTEN

Jorge Luis Peña escribe para niños, pero huye de los encasillamientos ya que considera que en la vida todo es un proceso y que no se puede limitar a nadie a un solo género. De esta manera comparte con nosotros sus temas y su manera de plantearse la creación literaria: “Escribo con la ansiedad de que lo que hago tal vez no sea lo definitivo, pero me interesa sentarme a maquinar proyectos y una vez que los tengo, me fluyen más rápidos los poemas o los cuentos. Como vivo opuesto a las etiquetas, me molesta mucho que me circunscriban a un género, escribo para niños porque siento que me falta mucho por decir para ese público; luego dedicaré etapas al cuento, la poesía para adultos, o a la crítica. Apuesto que los niños son los lectores más agradecidos que existen y trato de acercarles a mi mundo desde la fabulación porque como un espejo, ellos serán capaces de entender. Un amigo decía que yo disfrutaba en mi literatura burlarme de lo solemne y es cierto, me gusta romper con lo tradicional y sumergirme en lo que tiene fórmulas establecidas, para crear un discurso propio o con cierta novedad, tal vez respiro ese deseo que tienen muchos de palpar cambios sociales endógenos y no empujados por la política internacional. Trato de fabular sobre mi realidad social que es una manera de hacer universal mi experiencia en la aldea, tal como lo hizo Horacio Quiroga y tantos otros. Prefiero la poesía aunque ella siga siendo la cenicienta de la literatura para niños, mientras la novela y el cuento barran en el mercado. Tengo una tendencia a trabajar definiendo conceptos como lo hice en el poemario Vuelo Crecido, otras veces asumo el humorismo con cuidado, no vaya a ser que me deslice en la risa por la risa, y deje a un lado la búsqueda de imágenes polisémicas por asumir un discurso directo y efectista. Soy amante de la rima y prefiero el verso octosilábico por su musicalidad y ritmo. Algunos temas como el alcoholismo, la emigración, la muerte, el miedo, las rupturas familiares y el tiempo, son recurrentes en mi obra. En la narrativa he trabajado el tema de los sistemas totalitarios, la mentira como recurso de supervivencia y el de las sociedades en crisis y todo lo que eso genera.”

TEMÁTICA: LE ESCRIBO AL NIÑO PARA QUE NO ACEPTE NADA AJENO A SU EXPERIENCIA

Jorge Luis Peña defiende que los temas de su obra no son solo para niños, ya que se trata de temas universales y en eso estamos de acuerdo. O hay buena poesía o no hay nada, con independencia de la edad. Así, afirma tajante, en una entrevista realizada en “Mundo Cultural Hispano” por Carlos Téllez Espino, el 4 de noviembre de 2006: “Los temas no me aparecen, los temas están, uno solo tiene la posibilidad de verlos con claridad en algunos momentos y acomodarlos en moldes precisos. No hay temas para niños que no sean los profundamente humanos, así que cuando les escribo a ellos no siempre voy a mi infancia, a veces fabulo y hago que mi realidad sea accesible a la de los niños. Ellos creen que mientras más crecemos más libres somos, pero eso es solo un producto de su ingenuidad. La libertad entonces es un tema que vive ante nosotros para cuestionarnos”.
Si dirige sus poemas a los niños es con una finalidad y un objetivo concretos que así expone en otra entrevista, esta vez realizada por Frank Castell González: “Le escribo al padre para que no tenga vacía su gaveta de respuestas, una de las primeras motivaciones de los niños son las preguntas, esas que hacen sin temor: ¿qué es la luz, por qué yo tengo cinco dedos y no seis?
Le escribo al niño para que no acepte nada ajeno a su experiencia. Escribo para buscarme respuestas diferentes o para volver a la de siempre: ¿qué hago yo en medio de tantas interrogantes?”
Jorge Luis Peña escribe con rigor, con honestidad y con mucho respeto hacia sus lectores. En la entrevista realizada por Raúl Martes González, “En el horizonte de niñas y niños, está el poeta”, acerca de sus lectores, comenta, vehemente: “Ellos no viven en una burbuja y creo entender la complejidad de su mundo, por eso insisto en la necesidad a tiempo y a destiempo de responder las preguntas que nacen en su lógico andar por la vida; esto implica afrontar una doble literatura que va dirigida a niños sin reparar demasiado en sus edades sicológicas y, por supuesto, a los adultos que son en definitiva los primeros consumidores de la literatura para niñas y niños; estos dependen del poder adquisitivo e intereses de sus padres; por tanto es importante incluirlo en el diapasón de lectores que ha de consumir la literatura que hago y que trato de proteger, sin hacer concesiones ni perderme.”
Y sigue añadiendo: “Creo absolutamente en que los niños son buscadores de respuestas y si no acertamos, ellos mismos se responderán sus cuestionamientos desde sus límites, estoy comprometido en hacer una literatura ni escapista ni enajenante, sobre todo persigo estimularlos a un compromiso ético con su realidad y aunque no todos mis libros tienen fórmulas similares, se impone en ellos un tono irónico y reflexivo, a veces, humorístico, y otras veces triste, porque le escribo al niño en su plenitud y no solo a niños alegres, lamentablemente, hay más niños sufridos en este mundo que ebrios de gozo”. Y concluye: “Tengo fe en lo que hace falta decir, en algún momento lo expresé con claridad, así que la creación de toda una vida, no es más que una búsqueda constante para cumplir las múltiples expectativas de mis lectores, con el interés de construir un discurso que trascienda las barreras locales e incluso que se torne interesante, pese al curso de los años. Esa es mi meta personal, tal vez ambiciosa, pero no hablo de libros sino de huellas, y el tiempo dirá la última palabra.”

DONDE EL JEJÉN PUSO EL HUEVO: COMIENZAN LAS VACACIONES

Acerca de este su primer libro, Jorge Luis Peña comenta que “Es un libro de décimas para niños que incluye algunas cuartetas y redondillas a modo de descanso, es mi primer libro publicado obediente al Primer premio nacional de poesía para niños, Regino E. Boti 2003, si tenemos en cuenta que Avisos de Bosque, adentro anterior a éste es solo un capitulo que mereció el premio provincial Principito y que está incluido en Donde el jején...Es hasta ahora el libro que más satisfacción me brinda debido al visus humorístico que tiene, es un homenaje a Samuel Feijoo y por ello el libro más cubano que tengo, es también uno de los más técnicos debido a su variedad con el trabajo de la décima desde sus variantes métricas y estilísticas.”
Diusmel Machado, otro poeta cubano opina sobre su forma clásica de componer: “La décima también, empinada entre otras estrofas poéticas, protagoniza Donde el jején puso el huevo. ¡Su autor enseña, en su empleo, una temprana maestría! Los versos octosílabos (así como los pentasílabos, en un par de “decimillas”, y los dodecasílabos, en una décima “de arte mayor”) discurren ligeros, con la fluidez que su destinatario exige, y las estrofas por lo general resultan de una factura notablemente eficaz: títulos ingeniosos, de sugerente ironía (“Extremismo”, “Alerta sobre peligros inminentes”, “Tiempos modernos”, “Respuesta mínima de doña Porcina a Verraco por su vulgaridad e interés malvado”); versos sugerentes que dan pie a disímiles asuntos, muy pícaros también; y los sorprendentes finales, que rematan las estrofas con un sabor feliz, repetible en la próxima lectura… Son muy buenas décimas, que vienen de la mejor tradición espineliana y, en varios ejemplos, también acusan las ganancias de una renovación que –desde el discurso decimístico cubano en las últimas décadas– ha dignificado la estrofa con el más profundo rigor de su escritura.
Exquisita y rara es aquí la décima “irregular”, que enfrenta todos los riesgos: versos largos (dodecasílabos), con rimas asonantes y… ¡esdrújulas! En el poema “Amor imposible”, la ironía se da la mano con la pura lástima, ante un conmovedor “amor ciego” del abejorro por la rosa plástica… No menos armoniosos, pero más hilarantes, son los esdrújulos “Breve historia del mosquito accidentado” (una duodécima antológica que, por cierto, ha sido publicada ya fuera de Cuba) y “El súbito caso del perro del vecino.
La inquisición a las normas del idioma, a sus palabras y el uso acuñados (en especial, al acto de nombrar las cosas, tan relevante para los humanos), ofrece a este poemario mucha más cercanía a la perspectiva y psicología del niño: pues mira por sus propios ojos, con su mirada desprejuiciada siempre, pero crítica, y no complaciente hacia las cosas del mundo, incluyendo de modo especial al lenguaje que se le enseña, alcanza o impone.”
Si empezamos a leer el libro, ya nos sorprende la afirmación del “Próloco” como lo califica el autor, en donde leemos, en forma de versos, estas afirmaciones:
“Así no se enseña.
Así no se escribe
Así no se vive
Así no se sueña.”
Y más adelante nos advierte el poeta sobre el contenido del libro:
“Advertencia
Prohibida esta información para todos los menores.
Prohibida para mayores que muestren alteración
(nerviosa o del corazón).
De todas formas ¡cuidado!, No vaya a ser que atrapado en la lectura le entre una molestia en el vientre por reírse demasiado”.
El ingenio y los juegos de palabras aparecen por doquier y hacen que el lector piense y llegue a algunas conclusiones:
“¿Qué son la prueba y el pruebo?
¿Qué son el caso y la casa?
¿Qué son el trazo y la traza?
¿Dónde el jején puso el huevo?”
Los animales son los protagonistas de este libro en el que resuenan los ecos de las fábulas, aunque modernizadas, con otras actitudes y sin moralinas caducas, puesto que Jorge Luis Peña crea palabras, les da otro aire, juega con los versos, maneja los esdrújulos (tan difíciles en poesía) y busca la complicidad y aun la ironía:
“Un día de mar estático
sobre la arena muy pálida,
soplaba una brisa cálida
que trajo a un mosquito errático.
Pasó un cangrejo lunático
ensimismado y atlético.
Lo vio el mosquito esquelético
y se lanzó el muy tiránico...
Quedó del impacto estrábico,
alicaído y anémico
con problemas ortopédicos
y tratamiento psiquiátrico.” (Breves historia del mosquito accidentado).
Estos animales viven experiencias raras, a veces conmovedoras como la que leemos en “Amor imposible”:
“Era un abejorro que en amor dinámico
se lanzó un buen día a un jardín poético.
Admiró a la rosa con su tallo espléndido
y le dijo bella con su voz de cántico.
Alistó en sus alas otro vuelo mágico
porque la creía la rosa fantástica.
Mas la vanidosa se mantuvo estática
tan indiferente, que pensó tristísimo:
“Esta no es mi rosa”, y en su vuelo mínimo
se olvidó por siempre de la rosa plástica.”
Pese a la métrica tradicional, lo que les ocurre a estos animales es actual, como leemos en “Empleo”, en donde una garza y una chiva se alían formando una sociedad bien curiosa:
“Una garza agricultora
fundó una cooperativa.
Puso de jefa a una chiva
con una computadora.”
Tampoco olvida el poeta los viejos estereotipos acuñados en la literatura y, entre ironías y veras, lanza sus críticas a una sociedad muy a menudo hipócrita, como leemos en “Extremismo”:
“Por malicia de la gente,
por acusarla de un vicio,
lanzaron al precipicio
a una cigarra inocente.”
Jorge Luis también se hace preguntas, en apariencia inocentes, pero que encierran un planteamiento serio, como en “Curiosidad”:
“Si los hombres tienen pies
Y los animales patas:
¿por qué se dice ciempiés
y no se dice ciempatas?”
A veces, ocurren accidentes en el mundo animal, debidos… a la “Fatalidad”:
“Ayer murió de repente
un pulgón, intoxicado.
Se montó por accidente
en un perro fumigado.”
En el mundo de los animales más pequeños, los niños son un serio peligro, como leemos en “Alerta sobre peligros inminentes”:
“Comunico a los reptiles
y a los pájaros también,
que deben cuidarse bien
de palos y proyectiles.
Para que no mueran miles
hay que extremar precauciones.
Deben mudar provisiones
a los árboles esbeltos.
Ya los niños están sueltos
(comienzan las vacaciones).”
Mucho más podríamos comentar acerca de este libro ingeniosísimo, pero acudimos al poema final, “Último mensaje” en donde Jorge Luis Peña sugiere que los casos que ha contado no son tan “animales” como pudiera parecer y pide disculpas, jocoso, si a alguien ha ofendido:
“Querido lector: Ya sé que está en la
hoja final, pero le aclaro: hace mal
en decir que lo engañé. Si a veces
lo defraudé, doy mis disculpas.
Si puede, cierre este libro y no quede
convidado a la venganza,
porque cualquier semejanza
o coincidencia es adrede.”


LAS DOCE MIGAJAS: PULGARCITO DECIDIÓ ALGO DIFERENTE

Jorge Luis Peña explica la gestación de este libro: “De un libro de epigramas para niños que aún tengo inédito y a solicitud de Enrique Pérez Díaz, ahora director de la Editorial Gente Nueva, escogí unos cuentos muy breves, que intentan dinamitar esas historias clásicas tantas veces repetidas, pero con elementos que no soportan la lógica más común y actual. De ello me aproveché para cuestionar aquellas y crear las propias. Para defender el proyecto que me asumiría la colección de minilibros de dicha editorial, creí pertinente usar a pulgarcito de acuerdo al concepto estructural, las mínimas piezas narrativas y a la inquietud del personaje de usar migajas para encontrar el camino y como creo que el arte cuestionador puede ayudar en ese empeño (más que el pan) a partir del clásico personaje, tejí estos doce cuentos que el caricaturista Ares me ilustró con acertada mano. Esta publicación en cuanto a la promoción es muy importante para mí, pues tiene una tirada de 10 000 ejemplares y se vende mucho, tanto como parte de un paquete de minilibros como en solitario. Así lo corroboró la Feria Internacional del Libro Habana 2007.”
“Las doce migajas”, escrito en prosa, es también un libro hecho con ingenio y audacia narrativas, en el que partiendo de un cuento tradicional, “Pulgarcito”, escribe doce pequeños relatos:
“En medio del bosque, Pulgarcito decidió algo diferente.
Algo le dijo que esas migajas de pan, lanzadas por todas partes para encontrar el camino, podrían atraer a las aves. Luego de mucho pensar, escribió doce cuentos de su misma estatura que fue dejando por todo el trayecto porque la cuestión era no solo encontrar el camino. Lo importante era que el camino se alumbrara a su paso.” Algunos de los pequeños cuentos están protagonizados por animales, otros recrean episodios de la cuentística tradicional. Lo curioso es el manejo narrativo del autor, que, de una forma limpia, sin demasiados accesorios, logra sugerir más que explicitar. Jorge Luis Peña, por lo tanto, está muy cerca del conceptismo:
“La verdad
El espejo mágico le dijo a la madrastra
maligna y vanidosa, después se rompió tranquilo.”
O este otro ejemplo, tan cercano a Monterroso, que esconde mucho más de lo que parece:
“Higiene
Cuando el Ratoncito Pérez se cayó a la olla
hubo que hacer la sopa de nuevo.”

VUELO CRECIDO: EL NIETO QUE FUI AYER

De este volumen afirma que “es hasta ahora el libro que prefiero, con él aprendí lo que debía o no hacer para el público infantil, es mi libro de formación aunque Donde el jején puso el huevo me dio y me da muchas satisfacciones. Vuelo crecido es más lírico, no persigue la risa sino la mirada escrutadora, hurga en la sensibilidad de una familia fragmentada en la que el abuelo asume la paternidad de un niño que pregunta mientras crece, los discursos poéticos se entrelazan y confunden.”
Es, como dice el autor, su libro más maduro, más meditado y de más calado lírico. En él los poemas son pequeñas obras de arte que pretenden estimular la imaginación, el mundo de los sueños, la fantasía, porque sin ella el mundo sería distinto, como nos dice en el poema “Sin la fantasía”:
¿qué fuera la mar?
Agua, sal, arena,
sol… y nada más.
Sin la fantasía,
¿qué será una estrella?
Una luz distante,
un seco planeta,
una luz prestada
moribunda, muerta.
No fueran las nubes
palomas de pan
ni espumas inquietas
ni potros de cal...”
Este poema, mirándose en el espejo, en una apuesta lúdica muy ocurrente, origina qué es el mundo “Con la fantasía”:
“uedes ser la mar.
Ir a las estrellas
en su luz de sal.
Decir que las nubes
son ese disfraz
que la lluvia tiene
antes de ser mar
o que las estrellas
que en el fondo están
son las que cayeron
por su vanidad,
(sintieron envidia
del blanco coral
y ahora ya no pueden
volver a brillar).

Sin la fantasía
quedará vacía
nuestra inmensidad.”

El tono irónico, epigramático cede su lugar al registro más lírico, como leemos en “La noche y el mar”:
“—¿Quién le puso al día broche?
—La noche.
—¿Y quién la va a enamorar?
—El mar.
—¿Es un vivero de llamas?
—De escamas.
Si cuando a la noche llamas
sientes la voz de los peces,
no te asombres, porque a veces:
La noche es un mar de escamas.”
El poeta echa mano de todos los recursos de la retórica y enriquece sus versos con metáforas, personificaciones, juegos de palabras y varias imágenes más:
“Debajo de aquella foto
el tiempo duerme
vestido de telarañas
y de nieve.
Al Señor todos le nombran
el durmiente.
Usa traje y los bigotes
se le mueven
al compás de mil relojes
impacientes.
Lleva siglos esperando
que lo besen,
pero reinos y princesas
no se atreven,
porque luego,
¿qué será de las paredes,
de la calle, de la vida
de la gente? (¿El tiempo?)”
El libro está organizado en distintas secciones, a manera de preguntas y respuestas en donde aprendemos qué es la nada, dónde están los sueños, qué es la risa, por dónde andan los sentimientos. La figura del abuelo, sabia y paciente, llena de experiencia, preside el libro, puesto que, como leemos al final:
“Este es el libro del abuelo que seré.
Lo hice a retazos con abuelos que encontré.
Yo soy el nieto, ese niño que tal vez
hizo preguntas que yo mismo contesté.
Envejecí y vuelvo a ser
casi tan niño como el nieto que fui ayer.” (“Cancioncilla del final de viaje”)


OTROS LIBROS: LA CORONA DEL REY Y ¿OÍSTE HABLAR DEL MIEDO?

Cabe aún mencionar, aunque sea de manera rápida, otros dos libros del poeta cubano, “La corona del Rey” y “¿Oíste hablar del miedo?”. El primero mereció el premio Principito 2004 y “es – sigue el poeta- mi primer volumen de cuentos para niños, aborda la temática de lo regímenes totalitarios en ambientes cerrados, lo publicado es solo una selección de los tres cuentos con que participé en el certamen y que consta de sesenta cuartillas. Satisfecho con el resultado final, planeo publicarlo íntegro pero las condiciones que vive el país no lo permitirían por ahora.”
En cuanto a “¿Oíste hablar del miedo?”, Jorge Luis Peñas nos explica su génesis: “Partió –empieza el autor- de un romance en el que pretendo personificar el miedo a través de varias vivencias desencadenadas por la aparición un gato oscuro y de todas las creencias asociadas a esos animales. Habíamos encontrado, Helier y yo, una convocatoria de ilustración en España, pero luego de iniciar el proyecto nos dimos cuenta que era casi imposible acceder debido a las exigencias del mismo. (Pocos recursos como siempre)
La de Ecuador tenía otras características y muchas más posibilidades, así que la emprendimos y luego de estudiar bien el concepto del libro álbum en el que texto e ilustración se complementan, trabajamos 9 meses, tiempo en el que tuvimos que adecuar texto e ilustraciones para no reducir al texto y a la vez dar otras miradas desde la plástica. Así aprovechamos para describir gráficamente algunos elementos que atemorizaban al niño y como el miedo es también universal, creímos estar en el camino.
Con el libro (logramos ubicarnos entre los seis finalistas y discutir hasta el final entre los tres primeros puestos).
Participaron 84 obras de 13 países. Es hasta ahora el libro que más se parece al ideal que tiene todo autor para niños.
Para que un niño adquiera un libro es vital el colorido y pocas veces un autor cubano tiene esas posibilidades, aunque ya comienza a recuperarse este elemento en las editoriales nacionales.
En Europa cualquier autor puede tener publicado 40 volúmenes y cuando penetramos, concluimos que un solo cuento o una decena de poemas es suficiente para conformar un libro. Es un fenómeno de mercado, generalmente los libros profusamente ilustrados son caros. Nosotros vivimos otra realidad. Pocos colores, pocos ejemplares, pero cualquier concurso exige de 40 a sesenta cuartillas. El poemario que mereció el premio Abril y que saldrá por esa editorial tiene 80 cuartillas. No siempre uno puede hilvanar un libro así y que sea ameno, a lo mejor no funciona, pero tuve que estudiar mucho para darle períodos de descanso y ubicar casi 25 ilustraciones que hizo también Helier Batista.
Al menos aquí se garantiza cierta calidad, aunque aparejado a la mejor literatura se promueve otra de dudosos matices, casi siempre en concomitancia con muy buenas ilustraciones.”

CONEXIÓN A INTERNET: UN CANAL MÁGICO E INFERNAL, PERO NECESARIO

“La red –asevera- vino a ser para mí una realidad hace muy poco cuando comencé a trabajar como periodista y sentí esa necesidad de rastrear información, eventos y tener contactos con homólogos de otras partes del mundo y cuando comencé en la Unión de escritores y artistas de Cuba, que da la oportunidad, cerrada a su membresía de revisar la red luego de pagar una cuota establecida con los límites y la angustia de una conexión lenta y parpadeante. Me adapto a bajar documentos Word, Pdf y algunas imágenes no muy pesadas, imposible: videos, cursos y otras potencialidades. Por otra parte como periodista no tengo asignada la conexión en casa, aunque sí prometida, con las ansias de aprovechar este canal que tiene de mágico e infernal, pero que resulta necesario. No hay posibilidades de pagar por el servicio en mi país, ni resulta costeable para un ciudadano común. La red está restringida a instituciones de obligado contacto con el exterior y bajo estrictas normas de seguridad.”
No obstante, la obra de Jorge Luis sí circula por Internet y se puede leer, para disfrute de los ciudadanos de cualquier latitud.

HACIA EL FUTURO: UN ESCRITOR COHERENTE

Jorge Luis Peña es un escritor, joven en edad, pero con una obra rica y sazonada por sus lectoras, su habilidad estilística y su experiencia. Valdría la pena que se conociera de manera más amplia para que todos los lectores, pequeños y adultos, gozarán de esta peculiar manera de entender la escritura, tan ingeniosa, ocurrente y pensada.
En definitiva, como afirma el poeta en la entrevista que realizó Carlos Téllez Espino, “La misión del intelectual es ser coherente consigo mismo, no plegarse al bagazo ornamental que tanto abunda, no fundirse aunque se una y no perder de vista la palabra anuncio luego de otra fundamental: denuncia. Ser un intelectual en estos tiempos no es una pose sino una forma de vida, sacrificada y lejos de los oportunismos que hacen dormir en paja caliente.



BIBLIOGRAFÍA DE JORGE LUIS PEÑA REYES

-“Avisos de bosque adentro” (Editorial Sanlope, 2003),
-“Donde el jején puso el huevo” (Editorial El mar y la montaña. Guantánamo, 2004, reeditado recientemente en la Editorial Sanlope, 2008, y en Gente Nueva, 2009),
-“La Corona del Rey” (cuento) (Editorial Sanlope, 2005),
-“¿Oíste hablar del miedo?” (Editorial Libressa, Ecuador 2007),
-“Las doce migajas”. (Editorial Gente Nueva 2007)
-“ Vuelo Crecido”( Editora Abril. 2008) .
-“Como el fuego que está siempre”, 2010 (edición de la antología de poesía de inspiración cristiana).
-“Éxodo para dos mitades” . Editorial Sanlope (en proceso de edición)
-“Árbol de rimas” (Antología), España 2000;
-“Antología de da Décima Cósmica en las Tunas”, México 2001;
-“Antología Los Parques, Cuba 2002.